Banca: el cuatrienio negro de Catalu?a
El alcance del fracaso bancario catal¨¢n del ¨²ltimo cuatrienio hay que situarlo en sus coordenadas hist¨®ricas. La d¨¦cada de los sesenta es floreciente: registra un despertar de la banca aut¨®ctona, se crean unas entidades y se reforman otras, y adem¨¢s se crece: 19 de de los 21 bancos con sede en Catalu?a est¨¢n controlados en su propio lugar de origen. Los a?os setenta prolongan esa tendencia: nacen el Industrial del Mediterr¨¢neo (BIM, en 1972), Europa (1973), Exbank y Pirineos (1975), y el Banco de la Peque?a y Mediana Empresa (1978).El BIM, el grupo Madrid-Cadesbank y Catalana-Industrial de Catalu?a compiten en una mete¨®rica carrera de inversi¨®n industrial e inmobiliaria. Este ¨²ltimo grupo acaba haciendo de banco de bancos, absorbiendo al Mercantil de Manresa, Barcelona, Gerona y al propio BIM, para que "no salgan de la ¨®rbita del pa¨ªs". El Banco de Sabadell se extiende y pone su pica en Madrid. La gran banca espa?ola ensaya con ¨¦xito operaciones regionalizadoras, como la del Banesto con el Garriga-Nogu¨¦s.
Del Pirineos a Catalana
En 1978 se enciende la alerta roja de la crisis: cae el Banco de Navarra. Y lo que t¨ªmidamente hab¨ªa comenzado en 1974, con la compra del Condal por Rumasa -y su entrada en el Atl¨¢ntico, en 1976-, se acelera: la banca catalana, adolescente que creci¨® demasiado en poco tiempo, empieza a entregarse. La Jover y el Comercial Espa?ol, al Santander (1978); el Huesca, al Bilbao (1979). 1980 es la segunda frontera: aguas tranquilas antes de la tempestad. ?sta llega a finales de 1981. Mientras los inspectores del Banco de Espa?a, at¨®nitas esfinges, descubren un primer agujero de 6.762 millones en Banca Catalana, Higinio Torras Majem, el papelero opusde¨ªsta que preside el Pirineos, prepara su fatal forcejeo con la autoridad monetaria. Juega, con iluminismo de cilicio, al farol de la suspensi¨®n de pagos. Fuerza la mano para esconder su mal juego: autoavales por 2.500 millones, autoembolso de decenas de millones. En suma, una quiebra que le llevar¨¢ a danzar la samba brasileira en su exilio de guante blanco. Eso levanta sudores fr¨ªos en la plaza un fat¨ªdico 7 de diciembre. Es el p¨¢nico. Pujol declara: "Esto no se repetir¨¢".Pero se repite, en suave, por abril de 1982. El Hispano lanza el salvavidas a Bankuni¨®n, el hermano industrial del Atl¨¢ntico. El d¨ªa de la Moreneta le toca el turno, en subasta p¨²blica, a la Mas Sard¨¢. Comprador: el Bilbao, compitiendo con la Caja de Pensiones (La Caixa). Su pecado: 10.000 millones de p¨¦rdidas. "Dejemos a La Caixa para la soluci¨®n de Catalana", susurra el Banco de Espa?a al Gobierno Pujol, testimonia Cullell. Porque lo de Catalana se est¨¢ gestando: la inspecci¨®n ha descubierto un quebranto ya superior a 30.000 millones. La entidad no quiere tocar el acorde¨®n, sino que intenta, incluso, seguir repartiendo dividendos. Interviene el Consell Executiu, dialoga con el Banco de Espa?a y se prepara un concierto de arm¨®nica: apoyo de cajas de ahorro y otras empresas.
El d¨ªa antes de iniciar la sinfon¨ªa -14 de abril, y no en marzo, como dir¨¢ el conseller de Hacienda-, Jordi Pujol acude a la notar¨ªa Roca-Sastre, en el paseo de Gr¨¤cia. Dona sus acciones de Catalana a la Fundaci¨® Catalana (fundaci¨®n fundada por Catalana en 1979). La oposici¨®n argumentar¨¢ que esta desvinculaci¨®n es tard¨ªa y que "no le ha permitido actuar con la neutralidad suficiente". Pujol habla con Pensiones y otras cajas y empresas. Se enhebra un acuerdo. El 11 de junio todo salta por el aire con el rumor de un bolet¨ªn confidencial seg¨²n el cual es inminente una suspensi¨®n de pagos bancaria. Reconducido el tema, se aplica lo previsto: emisi¨®n de bonos, apoyo de cajas y empresas, eliminaci¨®n de dividendos, realizaci¨®n de una auditor¨ªa y relevo de consejeros.
La auditor¨ªa sit¨²a, en agosto, el agujero directo no ya en 30.000 millones, sino en 110.000. La autoridad no acepta el plan del nuevo equipo rector -apoyo oficial con 130.000 millones, entre subvenci¨®n y cr¨¦dito-. Al cabo, el Banco de Espa?a deber¨¢ poner 279.913 millones de pesetas, en parte recuperables, seg¨²n listado de Miguel Boyer en el Congreso. Los pone. ?La soluci¨®n m¨¢s barata? Lo dir¨¢ la historia. ?Una soluci¨®n catalana? Se intenta; primero, buscando a un presidente y, despu¨¦s, accionistas de la tierra. Todo en vano.
Precipicio
Luego, la subasta, en mayo de 1983. Concurre La Caixa, pero presiona la banca y forma un pool, ganador. ?Soluci¨®n p¨²blica? En el ¨ªnterin vuela Rumasa -llev¨¢ndose al Condal, Atl¨¢ntico, Comercial de Catalu?a y Exbank- y, agujero sobre agujero, el Gobierno del PSOE teme un precipicio. ?Responsabilidades administrativas, penales? Se investiga. ?Responsabilidad pol¨ªtica? En el Parlamento se exige, pero la respuesta es un front¨®n.La traducci¨®n num¨¦rica de estos sucesos es sencilla. Entre 1980 y 1982, la participaci¨®n del sistema financiero catal¨¢n en el conjunto espa?ol -medida en dep¨®sitos totales- desciende en dos puntos: del 22,23% al 20,40%. En ello influye tambi¨¦n el plus de crisis propio de las regiones industriales. Pero es un dato para la reflexi¨®n.
Las excepciones positivas
No todo, sin embargo, es tr¨¢gico. Est¨¢n las excepciones, como la brillante trayectoria en gesti¨®n, beneficios y expansi¨®n prudente del Banco de Sabadell. O la correcta marcha de dos peque?os: Europa y Peque?a y Mediana Empresa. Y, sobre todo, el mundo de las cajas, que aunque no ha crecido m¨¢s que en el conjunto espa?ol, porque su participaci¨®n en el sistema part¨ªa de listones muy altos -en torno al 40%, contra un 35% en el conjunto espa?ol-, se ha modernizado y profesionalizado.Sigue siendo en parte verdad la conclusi¨®n sobre las cajas de Ros Hombravella y Montserrat en 1967: "Su aportaci¨®n a financiar la inversi¨®n p¨²blica en otras zonas o el d¨¦ficit corriente producido por los niveles de gasto consuntivo estatal, ha sido mucho m¨¢s importan te que la reducida actividad crediticia e inversora en el ¨¢mbito local". Pero la tendencia se empieza a romper en estos a?os: la profesionalizaci¨®n de los directivos, la modernizaci¨®n de m¨¦todos y la competencia con la banca inician el cambio. Y las cajas, s¨®lidas, entran en el mundo del cr¨¦dito sindicado del riesgo industrial, del descuento comercial. Con cierta timidez, pero entran. Apuestan m¨¢s por la econom¨ªa real. Hay, pues, instrumentos de futuro para financiar proyectos propios. Pero eso no desmiente, por desgracia, el goyesco panorama de las debacles rese?adas.
?Qu¨¦ ha hecho la Generalitat para remediar el desastre? El Estatut de 1979 ofrece un margen estrecho, pero real, de actuaci¨®n sobre el sistema financiero. El art¨ªculo 10 otorga competencias de desarrollo y ejecuci¨®n. El art¨ªculo 12, algo m¨¢s: competencias exclusivas -de hecho, compartidas- sobre cajas de ahorro. Adem¨¢s, la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola en 1980 es porosa para una actuaci¨®n imaginativa y responsable desde Catalu?a.
Estas alforjas se utilizan poco y tarde. Ciertamente, el gran Leviat¨¢n central tampoco facilita las cosas. La labor del hombre de Pujol en este terreno, Ram¨®n Trias Fargas, se limita a tres actuaciones. Primera, en junio-julio de 1980, se constituye el Consejo Asesor del Cr¨¦dito, un organismo consultivo que quiere comprometer a bancos y cajas con el Gobierno aut¨®nomo. Sus escasas reuniones apuntalan alguna emisi¨®n de deuda, pero poco m¨¢s. Progresivamente el organismo languidece bajo los mandatos del honesto Jordi Planasdemunt y del joven promesa Josep Maria Cullell. De sus vocales iniciales, dos banqueros, Francesc Mas Sard¨¤ y Raimon Carrasco, dejar¨¢n pronto de serlo. Un tercero, Josep Roig Magriny¨¤, huir¨¢ al Cono Sur en otro exilio econ¨®mico.
Segunda, el decret de Caixes, del 25 de agosto de 1980, por el que la Generalitat busca el control de todas las inversiones obligatorias. El conflicto abierto con el Gobierno central acaba, en diciembre, con un pacto honorable y eficaz: el 30% de las inversiones p¨²blicas computables de las cajas queda bajo control de la autonom¨ªa. La tercera acci¨®n de Trias es la pol¨ªtica. Conoce a los banqueros y consigue algunos compromisos para que asuman deuda auton¨®mica. E interviene en el caso Catalana: en oto?o de 1982 sugiere y apoya la idea del pool bancario. Eso es todo.
Las promesas electorales
Entre estas idas y las venidas presupuestarias y de traspasos, las ambiciosas promesas electorales convergentes sobre el sistema financiero duermen el sue?o de los justos. Es el caso del Instituto Catal¨¢n de Cr¨¦dito, que deb¨ªa programa dixit- asumir la "vigilancia, control, coordinaci¨®n y supervisi¨®n sobre la actuaci¨®n de las entidades bancarias oficiales", as¨ª como "asumir las actuales funciones de las sucursales del Banco de Espa?a", y ejercer el "control del origen y destino de los fondos monetarios de Catalu?a". Ni se intenta. Tras la salida de Trias, su sucesor Planasdemunt -noviembre de 1982 a junio de 1983- tiene como ¨²nica acci¨®n la ayuda a la cooperativa de Reus: 2.000 millones, financiados con deuda. Pero toda la atenci¨®n -y la credibilidad- p¨²blica est¨¢ puesta en Catalana. Y hasta que se produce el desenlace, con la compra del grupo por el consorcio bancario, las iniciativas econ¨®micas del Consell Executiu reposan en el dique seco. Es al final del mandato, a partir del pasado octubre, con las elecciones por delante, cuando un nuevo titular del departamento, Cullell, inicia el despliegue de un paquete legislativo: proyectos de Instituto de Cr¨¦dito Agrario -cajas rurales-, Funci¨®n Interventora, nuevo decreto sobre cajas -que establece la obligatoriedad de auditar-, proyecto del Instituto Catal¨¢n de Finanzas, pero todo ya de cara a la pr¨®xima legislatura.
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