La vida pol¨ªtica catalana, dividida en dos hemisferios: pujolismo y antipujolismo
A lo largo de todo el proceso de democratizaci¨®n, en los ¨²ltimos nueve a?os, Catalu?a ha contado con ismos de muchos tipos, adem¨¢s de los hist¨®ricos comunismo, socialismo o anarquismo. Pallaquismo, obiolismo, ca?ellismo, andreuismo, tarradellismo y, naturalmente, pujolismo han ido definiendo protagonismos personales de los distintos l¨ªderes pol¨ªticos, actitudes a veces puramente coyunturales, o incluso fidelidades a un estilo y a un talante. De todos estos ismos s¨®lo uno, el pujolismo, ha cristalizado entre las dos elecciones auton¨®micas -las primeras y las que ahora se avecinan- hasta convertirse en un etiquetaje pol¨ªtico que supera con mucho al protagonismo personal, a las actitudes pol¨ªticas y a las fidelidades.
El pujolismo es hoy ya una categor¨ªa central en la vida pol¨ªtica catalana, y las divisiones y fronteras que produce en la relaci¨®n entre partidos y grupos parlamentarios tiene sus correspondencias en la vida cultural, en los medios de comunicaci¨®n, e incluso en muchos aspectos en la calle. O se es pujolista o antipujolista. Otras divisiones se revelan obsoletas. Y quien intenta matizar se ve empujado constantemente, por unos y otros, a una u otra definici¨®n.Pero ?qu¨¦ es el pujolismo? Uno de los primeros en detectar el fen¨®meno y en localizar sus ra¨ªces ideol¨®gicas fue Jaume Lor¨¦s, militante socialista pero asesor del conseller de Trabajo de Pujol, Joan Rigol. Lor¨¦s, que es conocido como te¨®logo, soci¨®logo, y en los ¨²ltimos a?os como uno de los columnistas m¨¢s l¨²cidos y autocr¨ªticos de la izquierda catalana, en el art¨ªculo Aproximaci¨® al pujolisme, publicado en la revista Taula de Canvi, tanteaba con todas las cautelas una definici¨®n del pujolismo de la siguiente forma: "Hay una hip¨®tesis que, desde las ¨²ltimas elecciones, es motivo de sorna para ciertos ambientes pol¨ªticos: el pujolismo ser¨ªa la secularizaci¨®n de un latente, ni desarrollado ni definido, nacional-catolicismo genuinamente catal¨¢n. Este simplismo arrastra una buena dosis de raz¨®n y eficacia".
Se?as nacional-cat¨®licas
Algunos datos permiten pensar que en los cuatro a?os de Gobierno convergente la hip¨®tesis de Lor¨¦s se ha reforzado, a pesar de los notables esfuerzos desarrollados por el propio presidente Pujol y por sectores de su partido para no ofrecer una imagen de clericalismo. Parecen confirmarla hechos como la celebraci¨®n de un cierto tipo de actos y conmemoraciones -en la Pica d'Estats, en cuya cumbre se ofici¨® una misa cat¨®lica, por ejemplo-, su asistencia y presidencia de actos religiosos (como la concentraci¨®n de j¨®venes militantes de movimientos cristianos en El Miracle, en mayo de 1982), las vigilias de oraci¨®n en Montserrat o el discurso presidencial a los j¨®venes del Servei de Col¨®nies de Vacances, ya conocido como la enc¨ªclica de Pujol. Lo confirman mucho m¨¢s las expl¨ªcitas declaraciones del presidente Pujol, e incluso su vocabulario pol¨ªtico, inundado de t¨¦rminos religiosos. El propio Lor¨¦s aseguraba hace cuatro a?os que "el discurso de Pujol se fundamenta en una inconfesada teolog¨ªa de Catalu?a o, m¨¢s justamente, en la proyecci¨®n de esquemas teol¨®gicos sobre la realidad de nuestro pa¨ªs". Lo confirma tambi¨¦n su pol¨ªtica, por ejemplo en temas como la asistencia social, que dibuja unas sociedades donde los oprimidos, los de abajo, no son los parados o los trabajadores, sino los disminuidos f¨ªsicos, los desvalidos... En definitiva, los pobres evang¨¦licos.
En todo ello no hay, sin embargo, ninguna novedad. Jordi Pujol, como militante cat¨®lico, es el mismo que el de los a?os 50, con la diferencia de que ahora preside la m¨¢xima instituci¨®n catalana. La novedad est¨¢ en el papel central de su discurso religioso-patri¨®tico en la vida p¨²blica catalana. De cara a su electorado potencial, el discurso del pujolismo posee un registro de lecturas m¨²ltiples, gracias seguramente a su ambig¨¹edad e indefinici¨®n. Para el p¨²blico nacionalista es un discurso inequ¨ªvocamente nacionalista; para el p¨²blico cat¨®lico tradicional, inequ¨ªvocamente confesional; para la derecha econ¨®mica, inequ¨ªvocamente conservador; y para un p¨²blico atra¨ªdo y sucesivamente desenga?ado por el socialismo, levemente progresista. Este tipo de discurso polivalente no hubiera contado con la oportunidad de hacerse efectivo sin la peculiar evoluci¨®n pol¨ªtica vivida en Catalu?a en los ¨²ltimos cuatro a?os. En este sentido le ha ido empujando la evoluci¨®n del PSC PSOE. El pujolismo responde tanto a los esfuerzos del socialismo catal¨¢n como a los del propio Pujol y su entorno .Esto erea percibido ya por Lor¨¦s en su art¨ªculo , en el que apuntaba otra hip¨®tesis que luego se ha convertido en motivo conductor de sus cr¨ªticas al socialismo: "Las otras corrientes ideo l¨®gicas son tambi¨¦n responsables del pujolismo en su formulaci¨®n actual".
Contribuci¨®n socialista
La campa?a de Joan Revent¨®s en las primeras auton¨®micas entr¨® de lleno en el terreno m¨¢s favorable a Jordi Pujol en aquel momento: el de la personalizaci¨®n. Del fracaso socialista deb¨ªa deducirse casi obligatoriamente la liquidaci¨®n del ¨²nico dirigente con capacidad y posibilidades de entrar de nuevo en confrontaci¨®n personal cuatro a?os despu¨¦s con Pujol cuando ¨¦ste posee ya una imagen de personalizaci¨®n del poder acusad¨ªsima, gracias al tipo de gesti¨®n pol¨ªtica desarrollado durante su mandato. El segundo eslab¨®n en la contribuci¨®n socialista a la consolidaci¨®n del pujolismo se puede localizar en la reacci¨®n del PSC ante la derrota: su negativa a aceptar el envite de Pujol para entrar como segund¨®n en el Gobierno catal¨¢n y la crispaci¨®n de muchos cuadros y militantes por el desvanecimiento de las ilusiones, incluso de tipo personal, creadas por una victoria que se daba como segura.
Los pasos siguientes est¨¢n bien localizados: el debate p¨²blico sobre la LOAPA y la sentencia del Tribunal Constitucional, la desparici¨®n del grupo parlamentario de los socialistas catalanes en el Congreso, la p¨¦rdida de la presencia de los dos dirigentes -Narc¨ªs Serra y Ernest Lluch- con mayor punch popular en la arena espec¨ªficamente catalana, y, finalmente, el lento proceso de p¨¦rdida de identidad pol¨ªtica e ideol¨®gica respecto al primitivo proyecto del PSC de ser un partido socialista de nuevo tipo, autogestionario, s¨ªntesis de socialdemocracia y de socialismo radical. En este proceso el socialismo catal¨¢n se desvanece en los rostros de sus hombres p¨²blicos, como se desvanece la fisonom¨ªa de su rostro pol¨ªtico, cada vez m¨¢s diluido en la vaguedad de la socialdemocracia del PSOE.
Una oposici¨®n son¨¢mbula
La consecuencia es la escasa o casi nula oposici¨®n que se plantea al, Gobierno Pujol, al margen de los radicalismos preelectorales recientes. Desde el acomplejamiento y la timidez, le rehuyen la confrontaci¨®n en los grandes temas; no entran a fondo en los puntos oscuros de la gesti¨®n pujolista o, cuando lo hacen, es tarde o desde posiciones de desventaja, hasta el punto de que los ataques serios a Pujol en la segunda etapa de su gesti¨®n han servido parad¨®jicamente para reforzarle. La presencia son¨¢mbula de los socialistas en la vida pol¨ªtica va contribuyendo as¨ª a una identificaci¨®n como la expresada en las pintadas que a principios de los a?os 60 ped¨ªan la libertad de aquel joven cat¨®lico y nacionalista: Pujol I Catalunya.
En esta ecuaci¨®n, Pujol es el hombre sin color -un texto de lecturas m¨²ltiples-, que representa un nacionalismo sin atributos. Todo lo que se hace en Catalu?a redunda en beneficio de su imagen. Los ataques personales a Pujol se convierten en ataques a Catalu?a, y por ende refuerzan a Pujol. Incluso, cuando peor es la imagen -incluso f¨ªsica- de Pujol fuera de Catalu?a, mejor es su imagen dentro.
En la creaci¨®n de este personalismo pol¨ªtico el partido de Pujo? juega un papel central. Es el ¨²nico dirigente indiscutido e indiscutible, por encima de las tendencias y posiciones pol¨ªticas que abundan, y no sin fuertes tensiones, dentro de su propio partido. Tal como afirma el profesor de Derecho Pol¨ªtico y diputado socialista en el Congreso Joan Marcet, en su reciente estudio Converg¨¨ncia Democr¨¢tica de Catalunya. El partit i el moviment pol¨ªtic, "las tensiones, producto tanto de la confrontaci¨®n como de la orientaci¨®n pol¨ªtica de CDC y el protagonismo de los art¨ªfices de cada alternativa, sit¨²an siempre a Pujol por encima de cualquier enfrentamiento".
El h¨¦roe de la naci¨®n
Pero Pujol es tambi¨¦n, ahora, cuatro a?os despu¨¦s, y gracias a una cuidada pol¨ªtica de propaganda y de imagen, el h¨¦roe de la naci¨®n. La historia de su vida ha sido ya reelaborada en clave heroica, y en consonancia con ello se celebran aniversarios de su anecdotario personal o se recuerda su visi¨®n casi prof¨¦tica. Naturalmente, para los pujolistas. Para los antipujolistas es lo contrario: la causa de todos los males y el origen de todos los peligros presentes y futuros. Exactamente como sucede en todos los casos de poder personalizado y carism¨¢tico. Porque su estilo de trabajo pol¨ªtico es inequ¨ªvoco, de forma que las decisiones de todos los grandes temas las toma personalmente, con la ayuda de su entorno ¨ªntimo, medio familiar, a estilo de peque?a corte: su esposa Marta Ferrusola, su secretario Llu¨ªs Prenafeta, o consejeros como mos¨¦n Fenosa.
Pero todo esto se halla ahora en esbozo. Cuatro a?os m¨¢s de Pujol y de contribuci¨®n socialista al pujolismo pueden terminar de perfilar uno de los fen¨®menos de liderazgo pol¨ªtico y de movimiento ideol¨®gico m¨¢s curiosos de la vida pol¨ªtica de los ¨²ltimos decenios.
Una nueva victoria significar¨¢ la salvaci¨®n de la patria, o la ascensi¨®n definitiva de un nacionalismo crispado y peligroso, seg¨²n cada una de las dos formas de ver la pol¨ªtica catalana actual, escindida en dos hemisferios irreconciliables: pujolismo y antipujolismo.
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