Todo tipo de toreo, hasta con paraguas
El m¨¢s amplio surtido del toreo hubo ayer en Las Ventas: rejoneo, forcados, lidia con sus tercios, toreo a pie de capote, de muleta y hasta con paraguas. Todo estaba anunciado, menos la suerte del paraguas, que fue obsequio de un espectador vestido de negro, el cual se tir¨® al ruedo acompa?ado de otro vestido de luces, con barba, gafas y sombrero.El del paraguas libr¨® escaramuzas diversas con las cuadrillas y cuando pudo llegar al toro, le instrument¨® unas desaforadas parag¨¹inas. A cambio se llev¨® un serio revolc¨®n, del que result¨® maltrecho pero no derrotado, y correte¨® el ruedo dando saltos y cabriolas. En una de ellas se le cayeron los pantalones, y como el p¨²blico, maravillado con tan inesperada suerte, rompi¨® a aplaudir, salud¨® en calzoncillos.
Plaza de Las Ventas
8 de abril.Dos novillos de Moreno Pidal, nobles. El Jato. Pinchazo -primer aviso, con retraso-, dos m¨¢s, estocada atravesada -segundo aviso- y descabello (protestas). Metisaca y estocada (divisi¨®n). Corrida a la portuguesa: cuatro toros enfundados de Germ¨¢n Gerv¨¢s, que dieron juego. Rejoneadores: Manuel Jorge de Oliveira, silencio. Luc Jalabert, silencio. Demetrio Centenera, vuelta. Alfonso Lopes, palmas. Los forcados de Moita de Ribatejo, ovacionados en todas las pegas y una vuelta al ruedo.
Faltaban otras suertes -el "Don Tancredo" el "hombre hierba", "las masoveras", muchas m¨¢s-, pero bast¨® lo visto, pues la corrida no se anunciaba enciclop¨¦dica, sino "a la portuguesa", y se di¨® con superabundancia de modalidades toreras; m¨¢s de las que figuraban en el programa. Corrida a la portuguesa quiere decir que salen los toros con los cuernos enfundados y no se les mata.
Al p¨²blico no pareci¨® gustarle que los cabestros se llevaran a los toros, sobre todo cuando hab¨ªa buenas faenas. La gente sufre frustraciones si no puede recompensar el ¨¦xito de los toreros. A Demetrio Centenera, triunfador de la tarde por su toreo a caballo medido, seguro y valiente, querr¨ªa la afici¨®n haberle dado la oreja, como es de ley. La empresa debi¨® preparar un sustitutivo algo, quiz¨¢ Choperas de escaloya cuya entrega al torero y ulterior exhibici¨®n en la vuelta al ruedo habr¨ªa festejado el tendido. El ¨¦xito de Centenera result¨® rotundo y a¨²n resalt¨® m¨¢s por la impericia de sus compa?eros de cabalgada. Centenera, representaci¨®n alcarre?a en el cartel de La Ventas, gan¨® la partida plena mente a la representaci¨®n portuguesa.
La emoci¨®n de los forcados
Esta representaci¨®n portugue sa era mayoritaria, pues inclu¨ªa forcados, del grupo Moita de Ribajeto, quienes tuvieron actuaciones emocionantes en sus cuatro toros y fue de escalofr¨ªo la del primero, un ejemplar poderoso y derrot¨®n, que los hac¨ªa salir rodando por doquier. A la tercera pega, consiguieron reducir al animal. En los otros, que mostraron mejor temple y humillaban, una sola pega les bast¨®. Los forcados mantienen su buen cartel en Madrid, y se les espera.Menos se les espera a los rejoneadores. Posiblemente, no se les espera nada. Nerviosos, crispados, frecuentemente planteando las suertes en mal terreno, los toros les tropezaron demasiado los caballos. Principalmente a Luc Jalabert -l¨¦ase lic, es franc¨¦s, aunque montaba a la portuguesa-, que se los tropezaban continuamente. Manuel Jorge de Oliveira sac¨® un caballo que era la maravilla a cuatro patas: braceaba con elegancia, caracoleaba con gr¨¢cil flexibilidad, y en el galope daba sensaci¨®n de ingravidez. De poco le vali¨® tanto caballo: tore¨® sin lucimiento. Alfonso Lopes rejone¨® con decoro, pero tampoco evitaba los derrotes.
Por contraste con las horrendas fundas, los novillos de lidia ordinaria aparec¨ªan bu¨ªdos, y aunque en realidad se trataba de g¨¦nero chico y cornicorto, la afici¨®n lo acept¨® sin protestas. Tampoco iba a ponerse exigente, dadas las circunstancias del lidiador, que era El Jato.
Consigui¨® El Jato la oportunidad de presentarse en Las Ventas, esperada durante 30 a?os, y como los novillos le salieron boyantes -excepcionalmente noble el ¨²ltimo- tuvo al tiempo la ocasi¨®n de su vida para abrirse camino en la profesi¨®n. No fue posible. El Jato, que evidentemente conoce el toreo, es un se?or mayor que ya no est¨¢ para semejantes trotes; y no a?ade arte a su indudable vocaci¨®n.
Quiz¨¢ fuera irrelevante que rectificara los pases en su primer novillo, pues ese ejemplar ten¨ªa nervio y para dominarle hab¨ªa que mandar y aguantar como experimentado profesional. Pero resulta significativo que la nobleza cumbre del sexto no le inspirara toreo del bueno, sino del malo, hecho de pases inseguros, mediocres, siempre la muleta atr¨¢s, ahogando las embestidas. Con El Jato, el toreo a pie -precisamente el que m¨¢s gusta en Madrid- tuvo tan mala versi¨®n como el que exhibieron los rejoneadores portugueses. Ya queda dicho: s¨®lo Centenera, los forcados y el t¨ªo del paraguas dieron fiesta buena.
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