Dif¨ªcil papel de los partidos de la oposici¨®n en la C¨¢mara
"Hacer oposici¨®n en este Parlamento es muy, muy dif¨ªcil. Es el ¨²nico Parlamento del mundo, posiblemente, en el que, cuando la oposici¨®n se dirige al Gobierno ha de anteponer la frase: 'No queremos poner dificultades'". Llu¨ªs Armet, a la saz¨®n portavoz para temas econ¨®micos del grupo parlamentario del PSC, justificaba as¨ª los problemas de la oposici¨®n para cumplir con su papel en la C¨¢mara legislativa catalana, en un debate celebrado en 1980, siete meses despu¨¦s de que Pujol accediera a la presidencia de la Generalitat. Pujol, en la r¨¦plica, se mostr¨® "enternecido" y "emocionado" por las dificultades de la oposici¨®n, aunque precis¨® que tambi¨¦n era dif¨ªcil hacer de Gobierno cuando ¨¦ste es minoritario.Ser¨ªa injusto deducir de la intervenci¨®n del diputado socialista que no ha existido ninguna oposici¨®n en el Parlament. Pero ¨¦sta se ha manifestado m¨¢s en los grandes debates de cada septiembre sobre la pol¨ªtica general del Consell Executiu y en las discusiones sobre el presupuesto anual de la Generalitat.
La izquierda ha actuado confiando durante mucho tiempo en encontrar aquel resquicio que permitiera dejar en minor¨ªa a Pujol, rompiendo la mayor¨ªa conservadora, conocida como el rodillo, que formaban Converg¨¦ncia i Uni¨®, Esquerra Republicana y Centristes de Catalunya-UCD (Alianza Popular en la ¨²ltima parte de la legislatura). Tienen raz¨®n los portavoces del Consell cuando destacan que, en realidad, la mayor¨ªa de las leyes aprobadas en estos cuatro a?os lo fueron por ampl¨ªsimas mayor¨ªas cuando no por unanimidad. Pero esto ha sido fruto tanto de las amplias coincidencias existentes entre los partidos catalanes en los temas institucionales como de los mecanismos introducidos en el Parlament, en particular aqu¨¦l que establece que las leyes importantes se elaborar¨¢n a trav¨¦s de una ponencia parlamentaria unitaria, renunciando Gobierno y oposici¨®n a presentar sus propios proyectos.
El resultado electoral de 1980, por imprevisto, descoloc¨® a todos los partidos con representaci¨®n parlamentaria. A unos (socialista y comunista), porque cre¨ªan que iban a gobernar; a los dem¨¢s, por todo lo contrario.
Socialistas y comunistas tuvieron que hacer un gran esfuerzo por resituarse. No lo lograron del todo. Siguieron creyendo que el Gobierno minoritario de Jordi Pujol ten¨ªa unos apoyos d¨¦biles y no podr¨ªa aguantar cuatro a?os. El Diario de Sesiones del Parlament est¨¢ plagado de discursos de los l¨ªderes de izquierda en los que se alude a?o tras a?o a la debilidad del Gobierno Pujol.
Los comunistas fueron fieles a la consigna del Gobierno de unidad que preconizaban casi hasta la v¨ªspera de esta campa?a electoral. En septiembre de 1982, cuando asumieron la iniciativa de presentar una moci¨®n de censura contra Pujol, aun a sabiendas de que no iba a prosperar, su candidato alternativo, Josep Benet, insisti¨® en la f¨®rmula unitaria. Los socialistas se abstuvieron. Es ahora cuando los comunistas propugnan una alternativa de izquierdas para gobernar Catalu?a. Es ahora tambi¨¦n cuando los socialistas, que siempre hicieron ascos de las formulaciones unitarias, destacan las virtudes del Gobierno de concentraci¨®n de Josep Tarradellas.
Una oposici¨®n dividida
La oposici¨®n no ha presentado siempre un frente com¨²n, tanto porque socialistas y comunistas han discrepado a menudo en temas fundamentales -no debe olvidarse que ha existido una mayor¨ªa llamada nacionalista formada por CiU, ERC y PSUC, que se puso de manifiesto por ejemplo en torno al conflicto por la LOAPA-, como por el manifiesto inter¨¦s de los primeros de marcar distancias respecto al PSUC. A finales de 1980 estuvo a punto de cristalizar un amplio acuerdo parlamentario entre convergentes y socialistas. Este acuerdo se manifest¨® en la aprobaci¨®n de la ley que se propon¨ªa vaciar de contenido a las diputaciones provinciales. Aunque los socialistas negaron que aquel acuerdo pudiera "extrapolarse lo cierto es que puso nerviosos a los aliados de Pujol, que ya se ve¨ªan desplazados. El fracaso de la ley (fue anulada por el Tribunal Constitucional) y las amenazas de ERC de dejar solo a Pujol cuando se enfrentara con la izquierda, impidi¨® que aquella iniciativa tuviera continuidad.
Cuando los socialistas, despu¨¦s del golpe del 23-F, intentaron una nueva aproximaci¨®n a Pujol, ofreci¨¦ndose incluso para gobernar en coalici¨®n, las relaciones entre CiU y el PSC se hab¨ªan deteriorado demasiado a consecuencia de la concertaci¨®n auton¨®mica entre el PSOE y el Gobierno de la UCD que dar¨ªa lugar a la LOAPA. Pujol les contest¨® que la alianza s¨®lo ser¨ªa posible si se practicaba una misma pol¨ªtica en Madrid, es decir, si los diputados socialistas en el Congreso se alineaban con los convergentes para combatir la concertaci¨®n auton¨®mica.
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