Juan Pablo II hace votos en Se¨²l por un desarrollo m¨¢s humano y por la reunificaci¨®n pac¨ªfica de las dos Coreas
JUAN ARIAS ENVIADO ESPECIAL La visita oficial del papa Juan Pablo II a Corea del Sur, pa¨ªs pro-occidental enclavado en una pen¨ªnsula dominada en su mitad norte por el r¨¦gimen comunista de Kim II Sung, comenz¨® ayer en un ambiente definido por connotaciones pol¨ªticas: el Pont¨ªfice, que se dirigi¨® en todo momento a los coreanos sin distinci¨®n y aludi¨® a la necesidad de que se moderen las consecuencias humanas negativas que est¨¢ teniendo el fuerte desarrollo econ¨®mico desigual de la Corea meridional, hizo votos por la reunificaci¨®n pac¨ªfica de la pen¨ªnsula.
En el mismo sentido, se manifest¨® el presidente surcoreano, Chun Doo Hwan, quien, por su cuenta a?adi¨® diversos ataques al "r¨¦gimen dictatorial" de la otra Corea En sus discursos y coloquios, ambas personalidades condenaron el terrorismo y la violencia, al tiempo que consideraron la defensa de los derechos humanos como una ta rea necesaria.Juan Pablo II bes¨® el suelo de Corea -apellidada la tierra de la dulce ma?ana- a las ocho de la ma?ana de ayer, hora peninsula espa?ola. Es la primera vez que a este pa¨ªs, donde el 95% de la po blaci¨®n profesa religiones no cris tianas, llega un Papa. Sus primeras palabras de saludo las pronun ci¨® en coreano, citando a Confucio: "es una alegr¨ªa acoger a un amigo que llega d'esde lejos", record¨® el Papa.
Y Corea le acogi¨® con un estu pendo sol de primavera. En el aeropuerto, el recibimiento reflej¨® toda la cortes¨ªa, simpat¨ªa y orden perfecto de este pueblo que est¨¢ viviendo un momento de gran desarrollo econ¨®mico -como hace 10 a?os Jap¨®n- y un gran despertar de inter¨¦s por la religi¨®ncat¨®lica, pero al que acecha tambi¨¦n el peligro social y pol¨ªtico de un desarrollo incontrolado y del drama de su tr¨¢gica divisi¨®n.
Miles de coreanos, sobre todo j¨®venes, muchos budistas y confucionistas agitaban pa?uelos blancos y banderitas vaticanas. No le falt¨® gente a Juan Pablo II en los 15 kil¨®metros de recorrido, desde el aeropuerto a la ca¨®tica pero original capital de Seill, con sus seis millones de habitantes, sus viejas bicicletas, su mezcla an¨¢rquica de antiguas casitas en forma de pagoda y los altos rascacielos modern¨ªsimos que alojan a los bancos y hoteles de gran lujo.
Juan Pablo II, en su discurso de saludo al presidente Chun Doo Hwan, se dirigi¨® siempre a todos los coreanos sin hacer distinciones entre norte y sur, e hizo votos para que dicha patria, tr¨¢gicamente dividida desde hace m¨¢s de una generac¨ª¨®n, pueda reunirse en una sola familia, "no a trav¨¦s de la cofttraposici¨®n y de la hostilidad", dijo el Papa, "sino a trav¨¦s del di¨¢logo, de la confianza rec¨ªproca y del amor fraterno". De este modo, a?adi¨® Juan Pablo II, Corea dar¨¢ ejemplo a un mundo "cada d¨ªa m¨¢s corro¨ªdo por la desconfianza, el odio y la violencia de las armas".
El presidente Chun, tanto en su alocuci¨®n p¨²blica al Papa como en el coloquio privado de una hora que mantuvieron en la residencia oficial de Chong Wa Dae -que significa casa azul- fue m¨¢s expl¨ªcito y, tras haber hecho votos tambi¨¦n ¨¦l por una reconciliaci¨®n de las dos Coreas, conden¨® expl¨ªcitamente el totalitarismo del r¨¦gimen de Corea del Norte y pidi¨® oraciones por los hermanos de aquella regi¨®n, que - "han sido privados", dijo, "de su libertad de religi¨®n".
El primer acto del apretado programa de ayer fue una visita al peque?o santuario construido, aqu¨ª en Se¨²l, sobre la roca donde en 1866 fueron martirizados, arroj¨¢ndoles al r¨ªo que corre en lo hondo, 79 de los 103 m¨¢rtires que Juan Pablo II canonizar¨¢ el domingo en la catedral de Se¨²l en la que ser¨¢ la mayor canonizaci¨®n colectiva de los ¨²ltimos tiempos de la historia de la Iglesia.
Juan Pablo II rez¨® en silencio en la peque?a capilla, baj¨® a la cripta de los m¨¢rtires, donde quem¨® incienso, y firm¨® con un pincel y tinta china dos peque?as ¨¢nforas de barro que quedar¨¢n all¨ª como floreros.
Contra la violencia
Ayer, en todos los discursos del Papa y del presidente Chun se habl¨® mucho de defensa de la paz y de la justicia, y contra el terrorismo y la violencia. El presidente, que espera acrecentar su prestigio pol¨ªtico con esta visita papal, insisti¨® mucho en los deseos que tiene su pa¨ªs de contribuir, junto con la Iglesia cat¨®lica, a la defensa de la paz y de los derechos del hombre, pero precisamente estos ¨²ltim¨®s tiempos se han registrado en la capital graves manifestaciones de j¨®venes universitarios, que piden m¨¢s libertad y democracia para su pa¨ªs.
Dichas manifestaciones volvieron a repetirse ayer mismo, cerca del seminario que visit¨® el Papa. Las autoridades hubieran deseado una tregua en estos d¨ªas, pero los j¨®venes quieren que la visita del Papa haga de caja de resonancia internacional a sus protestas contra un r¨¦gimen considerado moderado en superficie y autoritario y dictatorial en sus entra?as.
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