La manifestaci¨®n de Bilbao
Si esta carta fuera un art¨ªculo de cierto calibre y tonos l¨ªricos podr¨ªa titularse algo as¨ª como Prohibido manifestarse en primavera. No es m¨¢s que la reflexi¨®n de un militante socialista, perplejo ante la peculiar celebraci¨®n de este Primero de Mayo. Haciendo un poco de historia, uno se recuerda primero corriendo ante la polic¨ªa, con riesgo de los propios huesos y de la no menos propia libertad. Fueron despu¨¦s aquellas manifestaciones gozosas, como un paseo soledado entre entre amigos, con nuestros hijos peque?os a hombros o en su sillita de ruedas, cantando y gritando lo que sent¨ªamos tan desde antiguo y tan dentro. Y ahora... El triste espect¨¢culo de una fiesta dividida y estropeada, unos discursos sindicales encontrados y pol¨¦micos, el quedarse en casa viendo con pena los telediarios o, a lo m¨¢s, tomar una copa con los compa?eros de la agrupaci¨®n.?Por qu¨¦ hay que ir a manifestarse a Bilbao, a golpe de autob¨²s, y no hacerlo libremente, con tus compa?eros de sindicato y de partido, en las calles de tu propia ciudad? ?Por qu¨¦ unirse a otras organizaciones -aunque sean de izquierdas-, que s¨®lo pretenden capitalizar eso o no reconocer su impotencia y su marginalidad tapando ficticianiente diferencias que no se resuelven profundamente?
No, gracias. Ni una ni otra oferta me convencen. Pero es triste quedarse en casa ese d¨ªa, cuando uno lo siente tanto, cuando hay tanto que -decir y que hacer. Aunque se entienda la hondura del terrorismo vasco, aunque se intente vivir la apremiante solidaridad con sus v¨ªctimas. Este Primero de Mayo -tan desabrido, al menos para m¨ª- es una llamada a la reflexi¨®n y a la coherencia de todos. /
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