Atropello al p¨²blico
La corrida de ayer debieron suspenderla porque hac¨ªa un tiempo infernal. Se dio, sin embargo. Dec¨ªan empleados de la empresa: "Los toreros quieren salir". Y el presidente dijo que bueno, que salieran. Los derechos del p¨²blico quedaban atropellados, pero al presidente, Jos¨¦ Luis del R¨ªo, le debi¨® traer sin cuidado.LLovi¨® toda la tarde, a veces de manera torrencial, y el ruedo qued¨¦ impracticable. Los toreros se pusieron de barro hasta la montera y a los toros les chorreaba el agua hasta la pezu?a. El p¨²blico, que ya se hab¨ªa duchado por la ma?ana (porque era domingo), se duchaba otra vez, y los clarineros se guarnec¨ªan en los accesos al tendido, desde donde tocaban en off.
Veleidosos hombres del tiempo son los presidentes. Hace un mes lleg¨¢bamos a Las Ventas una soleada tarde de corrida, y la hab¨ªan suspendido, "a causa de la inseguridad del tiempo y del mal estado del ruedo", avisaba un cartel; (la lluvia hab¨ªa ca¨ªdo el d¨ªa anterior). Ayer, en cambio, para el presidente el tiempo no era inseguro; en efecto, diluviaba con toda seguridad.
Plaza de Las Ventas
13 de mayo.Toros de Campos Pe?a, bien presentados, probones. Jos¨¦ Luis Galloso. Pinchazo y bajonazo (silencio). Pinchazo y bajonazo (palmas). Jos¨¦ Luis Palomar. Siete pinchazos -aviso-, pinchazo y cuatro descabellos (palmas). Estocada corta (vuelta). S¨¢nchez Puerto. Tres pinchazos y estocada ca¨ªda (palmas). Pinchazo y estocada corta (silencio).
Por el barrizal corrieron in¨²tiles peligros las cuadrillas. Los toros, muy serios todos, salieron probones, a excepci¨®n del segundo, que fue canela. Galloso y S¨¢nchez Puerto porfiaron y aguantaron inciertas embestidas, intentando vanamente ligar faena. S¨¢nchez Puerto, de propina, instrument¨® media ver¨®nica soberbia, y luego resbal¨®, pues abelmontar el toreo, como hizo, era un alarde para nota, aqu¨¦l ganado y aqu¨¦lla tarde s¨®lo permit¨ªan el aprobado por los pelos.
El excelente toro correspondi¨® a Jos¨¦ Luis Palomar, el cual lo banderille¨® con autenticidad y espect¨¢culo, y en la faena de muleta instrument¨® un pase de pecho soberano, de esos que la afici¨®n llama "de cartel". Un templad¨ªsimo pase de pecho, marcado al hombro contrario, dio Palomar, como remate de una tanda de redondos bien toreados. Y poco m¨¢s dio, aunque intentara mucho, ya que la calidad del torito dulce estaba por encima de las habilidades del torero recio. Al torero recio le cuadra el toro con problemas, y ese era el quinto, un ejemplar de trap¨ªo, duro y reserv¨®. Arreciaba el aguacero, que implicaba rizos sobre los charcos, y Palomar porfiaba, ce?¨ªa los pases, aguantaba. En un par¨®n, por quedarse quieto, el toro le empiton¨® y volte¨®. Rebozado en barro, desgarrados los machos, Palomar volvi¨® a la cara del toro, aun m¨¢s decidido que antes de la cogida. Alcanz¨® aqu¨ª el triunfo del pundonor y de la valent¨ªa, que le reconoci¨® el p¨²blico. Arrastrado el tercer toro la plaza se qued¨® medio vac¨ªa. El p¨²blico sal¨ªa a escape, al cafelito y la aspirina. Alguien deber¨ªa investigar por qu¨¦ los presidentes suspenden corridas a¨²n con sol y, con inclemente aguacero, permiten que se celebren enteras.
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