San Isidro el aguador
Los d¨ªas que rodean al de San Isidro, en el p¨¢ramo de Madrid llueve como ayer. Y si no llueve ser¨¢, como sentenci¨® una experta en rogativas, "porque Dios no lo quiere, porque por el santo Isidro, no quedar¨ªa".El padre Isidro -Isidoro Quintana o Merlo- naci¨® poco despu¨¦s de la bronca universal del primer milenio y esta circunstancia inund¨® de agua tibia el caracter amable de su leyenda huertana.
Era al parecer un tipo gigantesco -su momia mide hoy un metro 75 cent¨ªmetros, lo que en vida le sit¨²a en la talla de un pivot sovi¨¦tico de baloncesto- y, ciertamente, esta su estampa no logra acuerdo con la sarmentosa y achaparrada estirpe de los labriegos de la cuenca del Manzanares, ni su aureola acu¨¢tica con el caudalito de este supuesto r¨ªo.
Los santorales le recuerdan como un esforzado labrador de secano. En su condici¨®n de tal fue la primera v¨ªctima conocida bien del tir¨®n o bien de la gr¨²a. El santo pasaba un d¨ªa frente a la iglesia de San Andr¨¦s -una de las 13 ermitas que los tolerantes moros, due?os de Madrid, manten¨ªan abiertas- y le entr¨® tal urgencia por orar, que dej¨® a la puerta
aparcados a sus mansos bueyes uncidos al arado. Cuando el santo sali¨® del templo, reconfortado, la yunta hab¨ªa volado secuestrada no se sabe si por un chorizo del tiempo o por un anticipo sarraceno de municipal.
Quebrantos as¨ª, Isidoro Merlo o Quintana los tuvo a diario, pero se cuenta que las acept¨® con madrile?a paciencia de buen job, ya que no hay noticia de que usara y abusara de su arboladura para espantar marroqu¨ªes o pardillos.
Se cas¨® San Isidro con Santa Mar¨ªa de la Cabeza, y no se explica bien como esta bondadosa beata, en su condici¨®n de patrona consorte, ha obtenido por los mandamases de la Villa mejor tratamiento callejero que su marido, que es el patrono en exclusiva. Con ella tuvo el Santo un hijo no menos bondadoso, San Ill¨¢n, que fij¨® su establecimiento erem¨ªtico a medio camino de los pueblos toledanos de Los Cerralbos y Cebolla, en el hoy apeadero del ferrocarril de Lisboa denominado Ill¨¢n de Vacas.
Por aquel terreno los ni?os aldeanos todav¨ªa recitan jugando a p¨ªdola esta cantilena: "San Isidro el Aguador, / muerto le llevan en un ser¨®n. / El ser¨®n era de esparto, / muerto le llevan en un zapato. / El zapato era zoquete, / muerto le llevan por San Vicente. / San Vicente est¨¢ cerrado, / muerto le llevan por los tejados. / Los tejados no tienen tejas, / muerto le llevan por las callejas / Las callejas de Madrid, / por la parte del Pretil". El Pretil era el umbral de la Pradera, y todo concuerda, incluso que el Santo era aguador.
Los devocionarios y santorales dicen que en su juventud Isidro fue pocero. En La infinidad de milagros que se cuentan de ¨¦l casi siempre abre y encuentra fuentes y chorros cristalinas. Es su leyenda la de un santo de p¨¢ramo, de secano, de camino polvoriento, de agua de botijo. De ah¨ª que en San Isidro y en Madrid, siempre llueva, si Dios lo quiere.
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