Verano
A estas alturas, la sensaci¨®n m¨¢s certera es que nos han hurtado el verano, pero como a la vez no se sabe a qui¨¦n atribuir este delito la poblaci¨®n cae progresivamente en la desgana. Cada vez van a quedar menos personas irritadas contra este tiempo delet¨¦reo. Aquejadas por los males reum¨¢ticos, acosadas por fr¨ªos y lluvias inoportunas, agotadas incluso de su propia ira, la poblaci¨®n va reuni¨¦ndose en una doliente conformidad de maltratados.Nos deber¨ªa ense?ar el hombre del tiempo todo lo que no vemos a la izquierda de la pantalla, el mundo entero por el oeste para hacernos perfecto cargo de lo que sucede en las fuentes de la borrasca. No puede ser que de ese lado del planeta s¨®lo se produzcan tiempos desapacibles o no encuentren los de esta especie otra ruta que la que nos concierne. Ha de existir sih duda una cabal explicaci¨®n de esta sevicia y ser¨ªa muy confortador conocerla. Realmente no se entiende c¨®mo los especialistas de esta situaci¨®n pueden mostrar tanta indolencia y desapego en estos casos. Qui¨¦rase o no la ciudadan¨ªa se emociona mucho con las vicisitudes de su biolog¨ªa.
Como animales, como simples y abultados animales nos corresponde el derecho a conocer por qu¨¦ se nos elimina o escatima el est¨ªaje de cada a?o. ?Se saca acaso ventaja de mantenernos deprimidos? ?No importa lo que reclamemos puesto que se trata de una rudimentaria solicitud? Con motivos menos vitales un alto mandatario se investir¨ªa de mayoral y apaciguar¨ªa a la poblaci¨®n.
Pero es posible que a fuerza de la obsesi¨®n por el progreso, se haya hecho irrelevante la consistencia de los cuerpos y sus demandas no est¨¦n fielmente censadas. Por otra parte, puede presumirse que desde muchos puntos de vista el verano sea considerado como un moderno ornato, un producto excedentario y relativamente inapropiado para esta crisis. A la lluvia, v¨¦ase, se le encuentra de inmediato una raz¨®n productiva, pero el calor y el sol son como el asueto y las g¨®nadas coloradas. Cosas de las que nos reclamamos con derecho los miembros de esta zoolog¨ªa, pero que seguramente, como tales, s¨®lo sabemos pedir mudamente o con tristeza.
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