El gran coloso econ¨®mico

Sur¨¢frica es el gran coloso econ¨®mico de todo el continente y una de las principales potencias militares del ¨¢rea, con un Ej¨¦rcito permanente de 90.000 hombres m¨¢s otros 90.000 encuadrados en fuerzas paramilitares. Es precisamente esta fortaleza y su privilegiada posici¨®n geogr¨¢fica la que lleva a Estados Unidos y a otros pa¨ªses occidentales, incluido Israel, a cerrar los ojos ante la pol¨ªtica racista de Pretoria y a buscar f¨®rmulas que no asfixien al r¨¦gimen del apartheid, pese al embargo y a las sanciones de todo tipo decretadas por la ONU.La minor¨ªa blanca surafricana, que representa menos de cinco millones en una poblaci¨®n total de 24, controla pr¨¢cticamente todos los recursos naturales y econ¨®micos del pa¨ªs, y muy especialmente las minas de oro, diamantes y minerales de alto inter¨¦s estrat¨¦gico con que cuenta ?frica del Sur. La explotaci¨®n de estos minerales representa una de las principales fuentes de ingreso del pa¨ªs, aunque sin desde?ar su importante produccion agr¨ªcola (carne y ma¨ªz) y el hecho de que el bloqueo a que ha estado sometida durante a?os ha facilitado el desarrollo de una industria de caracter¨ªsticas propias. ?frica del Sur ha conseguido esquivar en muchas ocasiones las sanciones internacionales hasta el extremo de que ha comprado tecnolog¨ªa militar que le permite producir parte de su propio armamento.

Sin embargo, la falta de petr¨®leo ha hecho que la crisis econ¨®mica mundial le golpeara tambi¨¦n de forma muy dura. El ¨ªndice de inflaci¨®n se sit¨²a entre el 15% y el 16% y el producto nacional bruto se encuentra en declive. Pretoria ha tenido que recurrir a la venta masiva de oro y de diamantes para aliviar el d¨¦ficit de su balanza de pagos. Sur¨¢frica encuentra adem¨¢s dificultades para abastecerse de crudo desde la ca¨ªda del sha de Ir¨¢n, que era su principal proveedor.

Pese a todo, los defensores del r¨¦gimen surafricano aseguran que el nivel de vida, incluso de la poblaci¨®n negra, es muy superior al de la media del continente. El dato es cierto, pero ello no impide que los ¨ªndices de mortalidad entre la poblaci¨®n negra sean muy superiores a los de la poblaci¨®n blanca.