Ballyporeen se convirti¨® en un estudio de cine
Los electores norteamericanos pudieron comprobar ayer en directo, gracias a la magia de la televisi¨®n, que su presidente responde al prototipo, tan querido en Estados Unidos, de que el m¨¢s humilde de los ciudadanos puede llegar a sentarse en la oficina oval de la Casa Blanca. "Mi bisabuelo abandon¨® Ballyporeen (Irlanda) en busca de una vida mejor para ¨¦l y su familia. Por lo que s¨¦, ¨¦ramos una familia pobre", record¨® ayer Ronald Reagan ante los 1.400 habitantes de Ballyporeen, peque?o pueblo irland¨¦s entre las monta?as de Knockrnealdown y Galtee, que, por obra y gracia del candidato republicano a las elecciones norteamericanas, acaba de perder su virginidad.
Las primeras im¨¢genes que ven¨ªan a la memoria al contemplar la transformaci¨®n experimentada por la villa en los ¨²ltimos d¨ªas eran las escenas de Bienvenido Mr. Marshall. S¨®lo que, al contrario que en el filme de Berlanga, Mr. Reagan s¨ª se dign¨® saludar al p¨¢rroco, rezar en la iglesia de la Asunci¨®n, pasear por la calle Mayor y beber una smithwicks ale en la taberna que lleva su nombre.
Fue tal el montaje casi cinematogr¨¢fico que rode¨® la visitaprivada de los Reagan a Ballyporeen (incluida la escena con un beb¨¦ en brazos) que el pueblo se convirti¨® en un gigantesco estudio observado por millar y medio de periodistas guardados por decenas de soldados, polic¨ªas, agentes del FBI y de la CIA. Tres inmensas tiendas de campa?a albergaban los servicios de t¨¦lex, tel¨¦fono y telefotos puestos al servicio de la Prensa.
Sobre las verdes colinas, junto a preciados caballos irlandeses que pastaban impert¨¦rritos, veh¨ªculos militares con sofisticados aparatos electr¨®nicos llevaban 36 horas haciendo guardia bajo una imprevisible sucesi¨®n de diluvios y chirimiris. Helic¨®pteros sobrevolaron toda la semana el escenario revisitado al mediod¨ªa por los Reagan, mientras que agentes armados vigilaban desde los tejados y las copas de los ¨¢rboles.
Todos en Irlanda a?oran la espontaneidad que caracteriz¨®, hace 21 a?os, la visita del presidente John Kennedy. Entonces no hicieron falta coches blindados ni chalecos antibalas. Kennedy recorri¨® el pa¨ªs en un descapotable y departi¨® relajadamente con los ciudadanos que le daban la bienvenida.En un alarde de valent¨ªa p¨¦simamente tolerado por los servicios de seguridad, Ronald y Nancy Reagan, ataviados con gabardinas beis y roja, respectivamente, permanecieron ayer 135 minutos en contacto con la multitud. Eso s¨ª, se trataba de una multitud que hab¨ªa sufrido m¨²ltiples controles policiales y garantizada por las fuerzas vivas del pueblo.
El septuagenario presidente no se separa de su chaleco antibalas ni de su m¨¦dico personal, el doctor Daniel Rouge, quien le sigue a -todas partes.
Y si ayer Reagan represent¨® el papel de irland¨¦s y candidato, hoy tendr¨¢ que revestirse del ropaje de estadista cuando se dirija a la sesi¨®n conjunta de las dos C¨¢maras del Oireachtas (Parlamento) de Dubl¨ªn: 165 diputados y 60 senadores, entre los que se esperan marcadas ausencias en protesta por la postura de la Administraci¨®n Reagan hacia Centroam¨¦rica y Filipinas y las negociaciones sobre desarme nuclear con la URSS.
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