La visita del presidente Alfons¨ªn y el Fondo Monetario Internacional
El Fondo Monetario Internacional ha estado en las ¨²ltimas semanas en la primera p¨¢gina de los medios de informaci¨®n espa?oles por dos razones distintas, que han sido por orden cronol¨®gico la publicidad dada a las conclusiones provisionales de la misi¨®n del Fondo que visit¨® Madrid el mes pasado y la llegada a Espa?a del presidente Alfons¨ªn, hace pocos d¨ªas y despu¨¦s de unas diferencias de su Administraci¨®n con el Fondo ampliamente ventiladas en los medios de comunicaci¨®n. No es frecuente que esta instituci¨®n ocupe tanta atenci¨®n entre nosotros, pero como juzgo positivo que ello ocurra, me parece que puede resultar de inter¨¦s terciar en el debate de estos d¨ªas con unos puntos de vista cuya ¨²nica credencial es la especializaci¨®n del autor de estas l¨ªneas en la materia.La presencia de las misiones del Fondo entre nosotros en un ritual que se produce aproximadamente cada a?o y que se inscribe en el marco del di¨¢logo permanente que esta instituci¨®n mantiene con sus pa¨ªses miembros. T¨¦cnicamente, este intercambio deriva del precepto estatutario que obliga a la instituci¨®n a ejercer una labor de supervisi¨®n de las pol¨ªticas cambiarias de los pa¨ªses miembros y a ¨¦stos a colaborar con aqu¨¦lla para establecer reg¨ªmenes de cambios ordenados y promover, un sistema estable de tipos de cambio. M¨¢s all¨¢ de la obligatoriedad normativa, las misiones de consultas, como as¨ª se denominan, ofrecen la oportunidad regular de contrastar las orientaciones de pol¨ªtica econ¨®mica de cada pa¨ªs miembro con los criterios del Fondo, nutridos con las comparaciones. y conclusiones que ¨¦ste puede sacar de la experiencia de sus 146 pa¨ªses miembros.
Para cada pa¨ªs, el ejercicio obliga a una labor de recapitulaci¨®n y reflexi¨®n que puede reforzar la tendencia hacia una mayor racionalidad en el enfoque de la pol¨ªtica econ¨®mica. En el caso concreto de Espa?a, existe un amplio consenso en considerar que el di¨¢logo con el Fondo ha sido uno de los veh¨ªculos m¨¢s decisivos para lograr, en palabras del profesor Sard¨¢, "que fuera posible hacer aceptar ideas que eran las de una minor¨ªa, pero que no eran comprendidas en toda su profundidad por la mayor¨ªa del pa¨ªs" (1). Estas ideas significaron el fin de la autarqu¨ªa y la homologaci¨®n del pa¨ªs con los esquemas econ¨®micos de cooperaci¨®n internacional de la posguerra. Esta importante funci¨®n del di¨¢logo entre Espa?a y el Fondo deber¨ªa sin duda ayudar a levantar la mirada por encima de discrepancias e instrumentalizaciones.
Adem¨¢s de su faceta dialogante con los pa¨ªses miembros, a la que acabamos de referirnos, el Fondo ha jugado un papel clave en el esfuerzo que a trav¨¦s de la cooperaci¨®n internacional se ha desarrollado en los ¨²ltimos 10 a?os para superar las diversas situaciones de crisis -dos veces energ¨¦tica y una, en 1982, de naturaleza financiera- que se han producido.
La crisis financiera internacional
En una primera fase (1974-75), la aportaci¨®n principal del Fondo ha sido la de contribuir al reciclaje de recursos mediante el establecimiento de un servicio financiero especial, del que Espa?a fue uno de los principales beneficiarios (2). Desde 1976, el ¨¦nfasis se ha trasladado hacia la diversificaci¨®n y ampliaci¨®n de los canales de liquidez tradicional que la instituci¨®n pone a disposici¨®n de los pa¨ªses miembros.
En 1982, la irrupci¨®n de una profunda crisis financiera internacional, de consecuencias potencialmente muy graves, oblig¨® de nuevo al Fondo a poner en marcha mecanismos, de crisis. Como es bien sabido, el problema fundamental consist¨ªa en la aparici¨®n de situaciones de imposibilidad de hacer frente al pago de la deuda por parte de acreedores muy importantes, tales como M¨¦xico y Brasil, que eran en realidad un fen¨®meno nuevo desde la segunda guerra mundial. El Fondo y en particular su director gerente, Jacques de Larosi¨¨re, que tom¨® iniciativas personales de gran valent¨ªa e imaginaci¨®n, orientaron el di¨¢logo de todas las partes implicadas hacia acuerdos de emergencia de refinanciaci¨®n de la deuda que combinaban medidas de ajuste negociadas con el Fondo y nuevos recursos aportados por ¨¦ste, los Gobiernos y la banca internacional, que era el principal acreedor.
La salida de cualquier crisis no es nunca un proceso indoloro y c¨®modo. Las renegociaciones de deuda actuales comportan sacrificios por parte de los deudores, riesgos para los acreedores y una presi¨®n casi hasta el l¨ªmite sobre las funciones y medios del Fondo. Pero la evoluci¨®n desde agosto de 1982 ha demostrado que con un m¨ªnimo razonable de condiciones favorables en la econom¨ªa internacional, que empiezan a darse, la estrategia de choque podr¨¢ mantener la confianza en el funcionamiento del sistema y pasar a acuerdos a medio y largo plazo que posibiliten la reducci¨®n del coste humano y financiero del ajuste que han de soportar los pa¨ªses deudores. No cabe duda de que esta soluci¨®n y este proceso de mejora de condiciones, que ya est¨¢ en marcha, son menos onerosos para toda la comunidad internacional -deudores y acreedores por igual- que el hundimiento de sistema financiero internacional.
El presidente Alfons¨ªn ha llegado a Espa?a en un momento particularmente importante desde muchos puntos de vista. En este contexto destaca el hecho de que su llegada a Madrid tenga lugar en medio de la pol¨¦mica que se ha levantado por la actitud adoptada por el Gobierno del doctor Alfons¨ªn en relaci¨®n con su desacuerdo con el Fondo Monetario Internacional, basado en la no aceptaci¨®n de un plan de saneamiento de corte ortodoxo. Naturalmente, est¨¢ dentro de las prerrogativas de la soberan¨ªa nacional el aceptar o no determinadas reglas de la cooperaci¨®n internacional, incluidas las consecuencias que de ello puedan derivarse.
Este desacuerdo concreto del doctor Alfons¨ªn con el Fondo quiz¨¢ haya hecho que su visita a este pa¨ªs resulte importante tambi¨¦n de cara a este contencioso, por otra parte algo exagerado, que existe entre el Gobierno argentino y la comunidad financiera internacional. Posiblemente el ejemplo de Espa?a sea en este sentido muy ilustrativo para la naci¨®n argentina. En efecto, los diveros Gobiernos espa?oles de la transici¨®n de la dictadura a la democracia creyeron que este delicado proceso pol¨ªtico no era compatible con el de ajuste econ¨®mico que demandaban las condiciones internacionales. Despu¨¦s del par¨¦ntesis del programa de saneamiento de 1977, bien planteado, pero sin que llegara a durar el tiempo necesario, s¨®lo recientemente se est¨¢n haciendo esfuerzos serios para llevar a cabo un ajuste que, como ha indicado el presidente del Gobierno, es precisamente m¨¢s doloroso y caro por el retraso que lleva y por ello en definitiva peligroso para la estabilidad social y pol¨ªtica.
El Gobierno argentino ha declarado que desea seguir el di¨¢logo con el Fondo y con la comunidad financiera internacional. Creo que Espa?a puede contribuir de manera muy eficaz a esta tarea, no s¨®lo con la ayuda desinteresada que pueda prestar, sino tambi¨¦n con la experiencia que deriva de ser un pa¨ªs de desarrollo intermedio, a la vez acreedor y deudor, que ha colaborado intensamente con la comunidad financiera internacional en los momentos de dificultades econ¨®micas. Cabe desear que esta fe en la cooperaci¨®n internacional y en sus instituciones haya sido, en el momento m¨¢s oportuno, otra de las muestras. de amistad que Espa?a haya podido deparar al ilustre visitante argentino.
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