Falla en el festival de Granada
La primera de las jornadas dedicadas a Manuel de Falla por el 33 festival granadino ha de apuntarse en la suma de los grandes ¨¦xitos: La vida breve, en versi¨®n de concierto que Jes¨²s L¨®pez Cobos, con buen criterio, no quiso interrumpir, fue viva, colorista, brillante, l¨ªrica y exenta de cualquier percalina folklorizante.Montserrat Caball¨¦ vive y siente el ¨²nico aut¨¦ntico personaje de La vida breve: la gitanilla Salud. Los coros invaden el ambiente esc¨¦nico y musical como personificaci¨®n del pueblo sufriente; el jondo de Falla est¨¢ como el mismo cante, cargado de connotaciones sociales en sus sonidos negros.
El segundo programa Falla dirigido por L¨®pez Cobos provoc¨® inter¨¦s, no exento de irritaci¨®n. Lo que se anunciaba como hallazgos y estrenos no eran ni lo uno ni lo otro. Lo ¨²nico nuevo ha sido la voluntad de resucitarlos, aun violentando los criterios muy conoci¨¢os del compositor.
Los dos fragmentos del Amor brujo en versi¨®n para sexteto de caf¨¦ no fueron tocados en vida de Falla hasta 1926. En un gesto de amistad se los env¨ªa al director de la academia Santa Cecilia de C¨¢diz y en la carta le advierte que deber¨¢ sacar el material puesto que ¨¦l s¨®lo tiene la partitura. Prueba evidente de que estos arreglos no hab¨ªan sido ejecutados.
M¨¢s peliaguda es la versi¨®n para orquesta de c¨¢mara de Las noches en jardines de Espa?a. Para empezar, se nos anuncia que se trata de una transcripci¨®n de Manuel de Falla, lo que es absolutamente incierto.
Por otra parte, la obra, Falla lo sab¨ªa muy bien, no gana, sino pierde, en la nueva versi¨®n, por m¨¢s que el pianista Enrique P¨¦rez de Guzm¨¢n toc¨® la parte solista con gran pulcritud y belleza sonora y Jes¨²s L¨®pez Cobos le asisti¨® con el buen criterio de siempre.
Llegamos, en fin, a lo m¨¢s interesante aunque, por otras razones, problem¨¢tico: la m¨²sica de la pantomima El corregidor y la molinera (estrenada en Madrid en abril de 1917), que dar¨¢ lugar m¨¢s tarde a El sombrero de tres picos, ballet llevado en triunfo por la compa?¨ªa de Sergio Diaghilew. Para un estudioso de la obra de Falla es sumamente interesante comprobar la transformaci¨®n enorme lograda por el compositor a partir de la primitiva pantomima. Ahora bien, parece claro que al nacer El sombrero de tres picos muere lo que hab¨ªa sido su origen. No se trata, como se ha afirmado, de dos obras distintas, sino de El tricornio y su antecedente. Esto, hasta tal punto, que estando el compositor en Am¨¦rica en dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica, escribe a Mart¨ªnez Sierra, autor del argumento y los primitivos cantables de la pantomima, para hacerle ver que no es l¨ªcito mantener los porcentajes iniciales. "Adem¨¢s de haber realizado un trabajo de ampliaci¨®n de la partitura", escribe Falla, "y de haberle a?adido nuevas escenas y danzas, como las del molinero, el corregidor, los alguaciles, el corregidor y la molinera, la extensa danza final, etc¨¦tera, ruego a usted recuerde que s¨®lo tiene el ballet dos breves coplas como texto cantado...".
Todo lo escrito en nada merma los m¨¦ritos de las versiones conseguidas por Jes¨²s L¨®pez Cobos y los m¨²sicos madrile?os, con la peque?a y muy acertada intervenci¨®n de la soprano Paloma P¨¦rez I?igo.
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