Nuevas teor¨ªas cient¨ªficas confirman el caracter natural de la 'lluvia amarilla'
El fen¨®meno hab¨ªa sido denunciado por Estados Unidos como prueba de la guerra qu¨ªmica
A finales del pasado mayo se reuni¨® en Gante (B¨¦lgica) un panel de expertos de 12 pa¨ªses para discutir las ¨²ltimas investigaciones sobre la lluvia amarilla. Presentada en 1981 por Estados Unidos como prueba de la utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas por parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus aliados en el sureste asi¨¢tico y Afganist¨¢n, la lluvia amarilla fue considerada desde el principio con escepticismo por muchos expertos y hoy parece que todos los argumentos favorecen la idea de que se trata de un fen¨®meno natural.En septiembre de 1981, el entonces secretario de Estado, Alexander Haig, anunci¨® que el Gobierno de Estados Unidos ten¨ªa pruebas convincentes acerca de la utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas por parte de las fuerzas vietnamitas que combaten a los rebeldes de Laos y Camboya con la ayuda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Las implicaciones pol¨ªticas de esta afirmaci¨®n eran y son de extraordinaria importancia para el futuro de los acuerdos sobre control de armamentos, que requieren para su avance un m¨ªnimo de confianza entre las partes. Sin embargo, la gravedad de la acusaci¨®n contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica (violaci¨®n del Protocolo de Ginebra de 1925 y el de la Convenci¨®n sobre Armas Biol¨®gicas de 1972) no parece establecido sobre bases tan firmes como pretenden los portavoces del Departamento de Estado norteamericano.
Presencia de micotoxinas
Desde 1976 se hab¨ªan venido sucediendo noticias sobre el posible uso de armas qu¨ªmicas en el sureste asi¨¢tico, debido a la aparici¨®n de un moteado amarillo en las hojas de los ¨¢rboles de la zona, que fue atribuido a una misteriosa lluvia amarilla. Durante a?os, la posible naturaleza t¨®xica de este material hab¨ªa resistido los diferentes intentos de caracterizaci¨®n, hasta que en septiembre de 1981 el laboratorio del profesor Mirocha, de la universidad de Minnesota, certific¨® la presencia de micotoxinas en algunas muestras enviadas para su an¨¢lisis por el Departamento de Estado. Se trata de toxinas del grupo de los tricotecenos, que son producidas por algunas variedades de Fusarium, un hongo bastante com¨²n y que parad¨®jicamente es bien conocido en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, donde produjo cerca de un mill¨®n de intoxicaciones al final de la segunda guerra mundial, a consecuencia del consumo de trigo infectado por este hongo.
El primer documento del Departamento de Estado acerca del car¨¢cter t¨®xico de la lluvia amarilla fue acogido con escepticismo entre los expertos por fundamentarse en an¨¢lisis efectuados en una,sola muestra, que fue recogida sin los debidos controles y que pudo haberse contaminado de forma natural por alguna variedad de Fusarium productora de toxinas. Un segundo informe fue emitido en mayo de 1982 y avalado en esta ocasi¨®n por el nuevo secretario de Estado, George P. Shultz, al documentar la presencia de micotoxinas en una gran variedad de muestras ambientales y biom¨¦dicas, tales como agua, vegetaci¨®n, fraginentos de roca, adem¨¢s de orina y sangre de supuestas v¨ªctimas de la intoxicaci¨®n.
A pesar de este nuevo documento, el caso dist¨® mucho de quedar zanjado. Por ejemplo, un reconocido especialista en patolog¨ªa vegetal puso en duda la eficacia de las micotoxinas como arma debido a su elevado coste (m¨¢s de un, mill¨®n de pesetas por gramo). Otros se preguntaron c¨®mo no se hab¨ªan encontrado y analizado los restos de las bombas cargadas de micot oxinas y presuntas responsables de m¨¢s de 5.000 v¨ªctimas. Finalmente, la cuesti¨®n que levant¨® m¨¢s cr¨ªticas fue el mismo hallazgo de las micotoxinas en la sangre y orina de sus presuntas v¨ªctimas. Los expertos se preguntaban c¨®mo pudo sobrevivir la toxina durante las semanas o meses que mediaron entre un presunto bombardeo qu¨ªmico y la toma de muestras para su an¨¢lisis, cuando la experimentaci¨®n animal demuestra que este tipo de sustancias se destruyen en el organismo en cuesti¨®n de minutos.
Resultados contradictorios
Tal c¨²mulo de cr¨ªticas llevaron al portavoz del Departamento de Estado a lamentarse p¨²blicamente del rechazo de los cient¨ªficos norteamericanos hacia las tesis de su propio Gobierno.
Entre tanto, nuevos elementos fueron acumul¨¢ndose desde fuera de la comunidad cient¨ªfica norteamericana. As¨ª, el informe de un comit¨¦ de. expertos de las Naciones Unidas, hecho p¨²blico a finales de 1982, recoge resultados no concluyentes y contradictorios acerca de la presencia de micotoxinas en muestras de hojas y sangre procedentes de Tailandia. Adem¨¢s, las entrevistas realizadas entre los habitantes de las zonas de guerra han puesto de manifiesto gran n¨²mero de discrepancias en cuanto al color de la lluvia t¨®xica, sus efectos sobre las personas y el n¨²mero de v¨ªctimas producidas. Por otra parte, el examen m¨¦dico de las supuestas v¨ªctimas de la lluvia amarilla revel¨® que buena parte de las manifestaciones que se atribuyen a la intoxicaci¨®n se deb¨ªa a enfermedades anteriores, tales como malaria, micosis o ¨²lcera g¨¢strica.
Soluci¨®n m¨¢s veros¨ªmil
Con todo, el golpe m¨¢s serio a la teor¨ªa del arma qu¨ªmico-biol¨®gica proviene de un informe hecho. p¨²blico en marzo de 1983 por el Gobierno australiano y que, aparentemente, fue retenido durante m¨¢s de seis meses para evitar una situaci¨®n inc¨®moda a sus colegas norteamericanos. Bas¨¢ndose en an¨¢lisis efectuados por el Ministerio de Defensa australiano, dicho informe conclu¨ªa que las muestras de lluvia amarilla carecen de toxicidad, estando constituidas por una mezcla de granos de polen correspondientes a las especies arb¨®reas m¨¢s frecuentes en los bosques tropicales, del sureste asi¨¢tico.
Sobre. la base de este informe y un estudio publicado por una revista m¨¦dica tailandesa, en la que se demuestra la presencia de polen contaminado por hongos del tipo Fusarium en las muestras de lluvia amarilla, el profesor Meselson, de la universidad Harvard, ha aportado recientemente la soluci¨®n m¨¢s veros¨ªmil al enigma de la lluvia amarilla. La hip¨®tesis de Meselson se fundamenta en la conocida costumbre de las abejas, consistente en la excreci¨®n de grandes cantidades de polen en determinadas ¨¦pocas del a?o. Estas excretas de abejas, en forma de peque?os ac¨²mulos dispersos en un radio de hasta 200 metros, explicar¨ªan la aparici¨®n de las manchitas amarillas sobre las que se edific¨® el mito de la lluvia t¨®xica. En apoyo de esta hip¨®tesis, Meselson ha presentado an¨¢lisis de muestras de lluvia amarilla en los que se demuestra la presencia de pelos de abeja y ¨¢cido ¨²rico, siendo este ¨²ltimo un componente caracter¨ªstico de la materia fecal. La colonizaci¨®n de algunos de estos montones de excretas por determinadas especies de Fusarium -un hecho nada extraordinario dada la calidad nutritiva del polen- dar¨ªa cuenta de la presencia de m¨ªcotoxinas, por un mecanismo enteramente natural.
Aunque son de esperar nuevos an¨¢lisis y especulaciones en torno a estos ac¨²mulos de polen, el caso parece temporalmente cerrado, al menos por esta vez, con una amable burla naturalista frente al tremendismo de los se?ores de la guerra. Todos desear¨ªamos que el enorme arsenal de armas de todo tipo pudiera alg¨²n d¨ªa devenir en simple excremento de abejas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.