Desde el interior del Congreso Internacional de Amigos de los Museos
M¨¢s de 400 participantes y una empecinada minor¨ªa de trabajadores se han reunido en Par¨ªs, en el Congreso Internacional de Amigos de los Museos, donde Espa?a ha sido elegida para formar parte de su comit¨¦ directivo. Como siempre ocurre, quienes se lo pasan bomba son las/los acompa?antes: cena en Chantilly, cena en Versalles, desfile de modelos, apoteosis gastron¨®micas. Los amigos de los museos son, en general, gente rica o riqu¨ªsima. ?C¨®mo, si no, podr¨ªan venir a Par¨ªs nada menos que 50 de la delegaci¨®n argentina, claramente orgullosa de su nuevo r¨¦gimen? Hay tambi¨¦n, inevitablemente, cierta presencia esperp¨¦ntica.Pero hay una minor¨ªa no esperp¨¦ntica ni millonaria que ha trabajado con la fe necesaria para una gran causa: para impulsar un cap¨ªtulo nuevo de humanismo.
En la delegaci¨®n espa?ola ha habido un muy simp¨¢tico equilibrio, porque se ha incorporado, y con m¨¢s que meritorio sacrificio, el grupo de j¨®venes amigos del Museo Arqueol¨®gico. La sana dial¨¦ctica con los mecenas, que no lucha, se llama est¨ªmulo, inquietud, ganas muy leg¨ªtimas de funcionar como "grupo de presi¨®n". Ellos y yo mismo hemos ayudado a la formaci¨®n de una quinta ponencia titulada Juventud.
Una cierta tensi¨®n
Puede haber e incluso es bueno que haya una cierta tensi¨®n entre facultativos y amigos. El director de los museos de Francia despu¨¦s del discurso paneg¨ªrico del ministro Lang, acert¨® ingeniosamente a encauzar esa tensi¨®n, m¨¢s adivinada que dicha: el suplemento que aportan los amigos de los museos, dijo, debe ser complemento para los que trabajan dentro del museo. Se trata -insistimos en lo del humanismo- de sacar el mayor partido cultural (yo representaba a Lafuente Ferrari, patriarca y maestro de esa extensi¨®n) del p¨²blico variopinto que invade los museos.Los j¨®venes, a su manera, sin vinculaci¨®n burocr¨¢tica, actuando en peque?os grupos y en los sitios vivos, pueden ser decisivos. Tienen ya un puente tendido: el gusto, el sabio y buen gusto pict¨®rico de nuestros intelectuales.
Museos y comunicaci¨®n, Museo y ciudad, Museo y creaci¨®n, Museo y mecenazgo, m¨¢s el concepto de la sacralizaci¨®n fueron los temas de las ponencias (no demasiado preparadas, confiando excesivamente en la facilidad francesa para la palabra brillante), se enderezaron bien pronto en los pasillos y en los descansos. Si, por ejemplo, frente a la excesiva sacralizaci¨®n del museo -el museo/pante¨®n- se planteaba el deseado ajuste entre museo y creaci¨®n (no s¨®lo referente a los artistas, sino tambi¨¦n a las nuevas corrientes en la historia del arte), si alguien, solitario, ped¨ªa abiertamente la horterada, la repulsa era en forma de abucheo.
Si los del mecenazgo hablaban de multinacionales, de fiscalidad protectora, en otras ponencias y en conversaciones con los j¨®venes se trabajaba en lo que yo vengo llamando conocimiento funcional, algo distinto de la erudici¨®n pero haciendo de ella y con ella lo que d'Ors defini¨® como conexiones de sentido.
La visita al museo
Ver el museo a paso de carga no es ni siquiera noticia por muchos que sean los invasores; verlo despu¨¦s de charlas extendidas por los colegios, en ese mundo que todav¨ªa puede llamarse preuniversitario, partiendo de la historia viva y de lo actual, es crear ese trasfondo de sensibilidad sin el cual no hay posible pol¨ªtica cultural humanista.El museo como "coraz¨®n de la ciudad" se dec¨ªa y proclamaba en el congreso. Importante fue el trabajo sobre los voluntarios que colaboran con los amigos, colaboraci¨®n que, como en Madrid, es ejemplarmente gratuita y entregada. Muchos como yo tuvimos la suerte de ver el museo en muchas primeras veces de muchos domingos (el d¨ªa gratis de anta?o) de la mano de nuestro padre, y otros m¨¢s afortunados, los del Instituto Escuela, con la voz de sabios humanistas como Coss¨ªo, luego Tormo y ya luego, yo con ellos, con Lafuente.
Mucho antes de que Hauser escribiera su libro, refutaban a Spengler y nos acercaban con Goya a las iluminaciones de Ortega. El amigo del museo busca, s¨ª, dinero, pero no menos el gu¨ªa que lee, resume y sabe juntar diapositivas y discoteca para explicar, junto a Claudio de Lorena, lo que fue la m¨²sica del paisaje.
Tres a?os de congresillos
El espectacular congreso de Par¨ªs puede ser todav¨ªa m¨¢s importante si va precedido de reuniones durante tres a?os, de congresillos. No s¨®lo en torno al Prado -y ya he citado al Arqueol¨®gico-, sino que en el congreso han participado los de Sevilla y La Coru?a, con adhesiones de otras ciudades.Por eso es justo y necesario pensar en reuniones nacionales estimuladas desde Madrid. Pronto habr¨¢ que hacer amistad con el espl¨¦ndido museo de la Academia de San Fernando, pr¨®ximo a abrirse.
Que nadie vea en esto desprecio de los mecenas, sino todo lo contrario. Mientras trabajamos en Par¨ªs, un grupito de amigos del Prado consegu¨ªa la adjudicaci¨®n en subasta de un precioso dibujo de Murillo expuesto hace dos a?os en la magna exposici¨®n del Prado. Yo veo esa compra y la futura donaci¨®n como el colof¨®n del Congreso de Par¨ªs.
Informamos de c¨®mo en menos de cuatro a?os los Amigos del Museo del Prado han conseguido aportaciones indiscutibles junto con la federaci¨®n con los de Barcelona, que han cumplido sus bodas de oro, asociaci¨®n que tiene su precedente, y as¨ª lo expliqu¨¦, en la ilusi¨®n del Camb¨® concejal en 1902, en el d'Ors de los a?os de la Mancomunitat y en ese primer congreso internacional de Amigos de los Museos celebrado hace dos a?os por el d¨²o G¨¹ell-Monreal.
Desde una casa, desde un hogar que es ejemplo de modestia dorada, un maestro de 85 a?os se ha rejuvenecido presidiendo sin fatiga las ejemplares reuniones de los amigos de los museos, de su incansable secretar¨ªa: sin ese firme y tierno mando de Lafuente Ferrari no nos sentir¨ªamos unidos.
El premio, del que soy modesto portador y vocero, es que se haya aprobado por aclamaci¨®n aplaudida nuestra incorporaci¨®n al comit¨¦ internacional.
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