Fignon gana en La Plagne y sentencia el Tour
Comienza la era Fignon y no parece que haya nadie capaz de impedirlo. Guimard, el t¨¦cnico del Renault, intent¨® ayer el doblete con Lemond, pero mejor podr¨¢ conseguirlo de cara a la general. Para el Reynolds se cumpli¨® el fatal desenlace que afecta a la pareja Arroyo Delgado: sus rumbos divergentes encontraron ayer otro punto de inflexi¨®n, porque Arroyo tuvo el mal d¨ªa y Delgado hubo de aplacar su deseo de seguir a Fignon en la escapada final. Sin embargo, parece posible que Delgado, Arroyo y el reci¨¦n incorporado Mu?oz lleguen a Par¨ªs entre los diez primeros de la general. El ciclismo colombiano, por su parte, puso ayer la bandera a media asta: la monta?a acab¨® con casi todos los escarabajos y Herrera qued¨® fulminado. Fignon tambi¨¦n sentenci¨® en la meta: "creo que gano el Tour".
Arroyo y Delgado forman una pareja destinada a visitar al m¨¦dico o al psiquiatra para encontrar una soluci¨®n a un problema de falta de acoplamiento. Parece claro, tambi¨¦n, que el mejor ciclista espa?ol de estos momentos, saldr¨ªa de la resultante de la suma de las actitudes de ambos. El problema est¨¢ en que la ra¨ªz cuadrada no de resultado negativo, hecho que en matem¨¢ticas se da como posible, pero que en ciclismo viene a significar que ambos ser¨¢n incapaces de hacer coincidir en el tiempo sus biorritmos. Cuando Arroyo est¨¢ mal (ayer perdi¨® 8.32 minutos), Delgado corre entero (ayer fue cuarto), y viceversa.La dimensi¨®n de tan casera cat¨¢strofe es clara. Si Delgado se hubiera limitado a llegar junto a Arroyo en L'Alpe D'Huez ser¨ªa segundo en la general; si Arroyo acompa?oc a Delgado ayer en L'Plagne, ser¨ªa el tercer clasificado y Guimard no se hubiera per mitido el lujo de intentar un espect¨¢culo made in Renault. Con Delgado segundo y Arroyo terce ro, un hito para el ciclismo espa?ol y un dolor de cabeza para Fignon. Ahora, la situaci¨®n no es ni mucho menos deshonrosa, Delgado es quinto y Arroyo octavo, pero sabe a poco. El hecho de que Mufloz sea und¨¦cimo, pero a pocos segundos de sus dos inmediatos antecesores, per mite especular con que tres cilistas espa?oles lleguen a Par¨ªs entre los diez primeros. Ese resultado, en un Tour de Francia tan duro como el de este a?o, resulta meritorio. Es el principal objetivo. Delgado, por su parte, tiene ante s¨ª la doble papeleta de intentar, tambi¨¦n, ganar el pre mio de la monta?a. Es segundo y su competidor se llama Robert Millar, de nacionalidad escoce sa. Le quedan dos etapas para resolver el asunto.
El principio del fin
Ayer fue otra jornada definitiva porque Fignon ratific¨® su triunfo, Hinault demostr¨® su indomable coraje y algunos corredores destacados, como Anderson, Veldsbholten o Herrera se hundieron. En menor medida, Arroyo tambi¨¦n pas¨® factura. Fue una etapa con tres puertos de alta categor¨ªa, en la que los corredores rindieron pleites¨ªa al Galibier, el techo de la historia del Tour de Francia, con sus 2.640 metros de altura, sus cumbres fr¨ªas y heladas y el monumento de piedra en su cima dedicado a Henri Desgranges, fundador de la prueba. No fue, a pesar de la hegemon¨ªa de Fignon, una etapa para el protocolo y el ramo de flores.
Subir el Galibier signific¨® el principio del fin de muchas cosas en el Tour-84. Escalar durante unos largos 30 kil¨®metros, pasar del calor a una calzada con t¨¦mpanos de hielo a su alrededor, dio de s¨ª la pen¨²ltima batalla de la carrera. La ¨²ltima ser¨¢ la de algunos corredores contra s¨ª mismos, por intentar no quedar descolgados o no perder posiciones, porque Fignon es indiscutible. El maillot amarillo no tuvo reparos en comandar la escalada, en no perder su situaci¨®n de prestigio. Se puso al frente del grupo de escogidos, la primera selecci¨®n natural en la que no figuraban Hinault ni Herrera. Kil¨®metro tras kil¨®metro, los m¨¢s d¨¦biles se fueron quedando. El Reyrio1ds llevaba a Gorospe, Arroyo y Delgado; el Teka, en su primera acci¨®n de equipo, colocaba a Patrocinio, Coll y Mu?oz. Los colombianos pon¨ªan su ¨²ltima pica en la monta?a, intentaban agonizar con gloria. Fignon afront¨® la escalada de frente, sin ofrecer a sus rivales una sola se?al de debilidad. Como escapado iba el colombiano Rodr¨ªguez. Al pasar la cima, con el ramo de flores ya ofrendado a Henri Desgrange, el Tour hab¨ªa dictado varias sentencias.
Los colombianos iban a, sucumbir y el paso de Rodr¨ªguez en cabeza de la cima fue su ¨²ltima acci¨®n. Cayeron en la monta?a y parece que se les acab¨® la fuerza a los escarabajos. Para Herrera, el ¨¦xito y el fracaso se aproximaron en unas horas. Denunci¨® en la meta que sufr¨ªa fuertes dolores en un costado. Hinault ya no pudo subir m¨¢s, no pudo volver a intentar otro nuevo ataque, muri¨® ayer casi sin disparar un tiro, la que parece su ¨²nica obsesi¨®n, hasta que todos se rompan o hasta que ya no pueda pedalear. Otros favoritos bajaron irremisibletnente, como Anderson o Veldscholten, les lleg¨® no un d¨ªa malo sino el final de sus fuerzas. Arroyo y Delgado se mantuvieron en cabeza con Fignon, pero sus continuas conversaciones, sus miradas de reojo y sus movimientos hac¨ªan detectar que, esa vez, era Arroyo el que no pod¨ªa. Delgado se limit¨® a ir con ¨¦l y a esprintar con fuerza en la cima para asegurarse la segunda plaza, tras el escapado Rodr¨ªguez, y unos puntos de oro a su nuevo objetivo del premio de la monta?a.
El desenlace
En la Madeleine, o La Madalena, como dice Arroyo, segunda repetici¨®n de la batalla, siempre con Fignon dando la cara e Hinault descolg¨¢ndose. Una ligera recuperaci¨®n d¨¦ Arroyo permiti¨® al d¨²o espa?ol coronar esta cima. M¨¢s puntos para Delgado. Al final, en el Puerto de la Plagne, el problema segu¨ªa siendo el mismo, pero tuvo una resoluci¨®n bien simple: Fignon, sencillamente, se fue solo para ir a sobrepasar al escapado Grezet e intentar ganar la etapa y'demostrar al mundo ciclista que ha vencido en todas las especialidades: al sprint, en contra reloj llana, en cronoescalada y en puerto de la m¨¢xima categor¨ªa. Es Fignon un producto de la marca Guimard: ganar a todos y por encima de todos. Como lo hizo en su d¨ªa Hinault.
Para la pareja espa?ola, La Plagne signific¨® reencontrarse con sus angustias. Mientras Fignon saltaba, Delgado daba la impresi¨®n de ser el ¨²nico capaz de seguirle. As¨ª lo reconoci¨® en la meta: Ilegu¨¦ bien, pero intent¨¦ en todo momento acompa?ar a Arroyo, hasta que ¨¦l me dijo que no pod¨ªa recuperarse y que tirara yo solo". Delgado afirm¨® que la etapa de ayer significaba cierta recompensa moral "porque necesitaba, despu¨¦s de lo del d¨ªa anterior, verme entre los grandes". En principio, de cara a los espa?oles, parece haber pasado lo peor. Arroyo y Delgado ya tuvieron su parto.
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