El ¨²ltimo desaf¨ªo de Mitterrand
Despu¨¦s de su jugada de la semana pasada, con el refer¨¦ndum que invitar¨¢ a los franceses a las urnas el pr¨®ximo mes de septiembre, el nombramiento de Laurent Fabius como primer ministro se revela lo que pudiera definirse como el ¨²ltimo desaf¨ªo de Mitterrand. Si esta operaci¨®n-maniobra pol¨ªtica, digna del profesional que es Mitterrand, le sale redonda, el protagonista de la aventura es posible que hoy est¨¦ haciendo m¨¦ritos para situarse como es debido en el pante¨®n parisiense que vela el sue?o eterno de los grandes hombres de la patria. Pero si lo que parece una gran jugada con ribetes de enredo fracasa en las semanas o meses venideros, Mitterrand y su izquierda ser¨¢n enterrados en cualquier fosa com¨²n.
Fran?ois Mitterrand, su Gobierno y su mayor¨ªa (que es minor¨ªa sociol¨®gica hoy) agonizaban hace s¨®lo unos d¨ªas en el mar de la desconfianza, la decepci¨®n o el odio de quienes les votaron. Para los comunistas, Mitterrand era el espectro de quien se ha jurado reducirlos a poco m¨¢s que nada. Muchos socialistas siguen creyendo que la izquierda es la portadora de la verdad contra la realidad econ¨®mica.
Presidente de la izquierda
Para la oposici¨®n, Mitterrand a¨²n es el presidente del pueblo de izquierda, y no el de todos los franceses. Y m¨¢s a¨²n: el hombre encarnaci¨®n de las libertades, con leyes canallas, como la de la Prensa y la de la escuela privada, se ha convertido en el liberticida. En resumen, hace poco m¨¢s de una semana, quien gobernaba en Francia era la oposici¨®n. Hasta que Mitterrand invent¨® un refer¨¦ndum en el que participar¨¢ el 78% del electorado, seg¨²n el primer sondeo, y quit¨® como s¨ªmbolo de la izquierda a un Mauroy "cruzado de las ilusiones l¨ªricas" (palabras del l¨ªder socialista Jospin) para colocar en su sitio al "Giscard de izquierda", Laurent Fabius, cuya doctrina y cuyo pensamiento son como los de Mitterrand. Es decir, el presidente ha vuelto la espalda, o casi, a su mayor¨ªa, y le ha dicho a la oposici¨®n que, en efecto, "tengo que tener en cuenta a los que no piensan como yo". Parece como si Mitterrand, para empezar a ser el presidente de todos, se hubiese visto obligado a cerrar los ojos.
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