El diplodocus que no se extingue
Gran animal superviviente de una ¨¦poca que se extingue, Vittorio Gassman se exhibe en estos recitales como en un circo. Se interpreta m¨¢s a s¨ª mismo que a los personajes escritos, a los arquetipos de la literatura dram¨¢tica. El fragmento de Kean, de Jean-Paul Sartre sobre texto de Dumas (lo ¨²nico distinto de este recital del patio del antiguo Cuartel del Conde Duque con respecto a los anteriores del Monumental), es especialmente significativo. Edmond Kean, como se sabe, fue un actor brit¨¢nico que vivi¨® hasta principios del siglo pasado y que pertenec¨ªa a la misma casta que Gassman: un gran monstruo sagrado en una ¨¦poca propicia. Dumas lo tom¨® como gran ejemplo del romanticismo abultado, como personaje exagerado y brillante; Sartre lo llev¨® a otro terreno, el de su subt¨ªtulo de desorden y genio, al del juego de la mentira hecha carne.
Una noche con Gassman
Informe para una academia, de Kafka. Kean, de Sartre-Dumas.El hombre de la flor en la boca, de Pirandello. Las picard¨ªas del teatro, de Luciano Codignola. Int¨¦rprete: Vittorio Gassman. Con la colaboraci¨®n de Paola Gassman y de Nino Prester. Patio del Cuartel del Conde Duque Madrid, 24 de julio.
Iron¨ªa
Y Vittorio Gassman, en fin, lo lleva al suyo propio, en una versi¨®n llena de iron¨ªa, de un caracter¨ªstico cinismo literario, de gui?o al p¨²blico (hasta el punto de fingir la equivocaci¨®n entre su nombre propio y el de Kean); de interpretar una interpretaci¨®n. Es un acto brillante y l¨²cido, un juego inteligente repleto de alusiones personales (hasta la edad, preocupaci¨®n constante de su burla: los 62 a?os), una identificaci¨®n a trav¨¦s de Kean con un arte de hacer teatro.Todos estos valores eminentemente literarios Ios da en parte con frases a?adidas o con subrayados de frases, pero sobre todo con lo que es su arte: la interpretaci¨®n, el doble gesto, a veces triple o cu¨¢druple (Kean interpretando a Kean o burl¨¢ndose un poco de ¨¦l hecho por Gassman, que, a su vez, representa a Gassman), con la voz enormemente d¨²ctil, que coloca donde quiera, desgraciadamente ayudado por el micr¨®fono, pero con una sabidur¨ªa que hace que, a pesar de la metalizaci¨®n, del sonido ¨²nico colocado en el altavoz y la p¨¦rdida de inflexiones, la voz humana tenga sus matices.
No s¨¦ si el programa del recital tiene premeditaci¨®n o intenci¨®n, pero de todo ¨¦l resulta esa sensaci¨®n del mutante, del ser que cambia, se transmuta y, de alguna manera, se degrada; naturalmente, en el Informe a la academia, de Kafka (mon¨®logo en el que sigo prefiriendo el hondo estudio y la realizaci¨®n de Jos¨¦ Luis G¨®mez), con la amargura del mono humanizado, de la naturaleza y la condici¨®n perdidas; en el bell¨ªsimo texto de Pirandello de El hombre de la flor en la boca, donde es la inmediatez de la muerte la que duplica la profundidad del personaje y su manera de considerarlo todo como perdido, o en el estudio dram¨¢tico de Chejov El canto del cisne, que forma parte del complejo de la segunda parte: en mon¨®logo del viejo actor olvidado y borracho, que Gassman interrumpe continuamente con sus comentarios, saliendo de situaci¨®n para volver a ella. Todo tiene este sentido dram¨¢tico de los tr¨¢nsitos, las mutaciones, las despedidas, los trasfondos.
Es sabido que Gassman, por otra parte, no es s¨®lo este monstruo sagrado del teatro de otros tiempos, sino que mantiene su trabajo junto a la juventud, en la investigaci¨®n, en la escuela. Est¨¢ mucho m¨¢s vivo que el diplodocus: personalmente no se extingue.
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