La sombra del 23-F era alargada

El 31 de julio de 1981 a¨²n estaban recientes los hechos del 23 de febrero anterior. El Gobierno de UCD hab¨ªa hablado ya de que ten¨ªa en cartera lo que luego se llam¨® la loapilla, una ley que regula el uso oficial de los t¨¦rminos naci¨®n y nacionalidad, la prelaci¨®n de las banderas y otras cuestiones aparentemente anecd¨®ticas. El proyecto era anterior al intento de golpe de Estado, pero los acontecimientos respaldaron su inm¨¦diata aplicaci¨®n.En aquellas fechas, una consejer¨ªa de la Generalitat enviaba un saludo en catal¨¢n a una delegaci¨®n ministerial de Oviedo. Y desde all¨ª se les contest¨® en bable. "Pa allugarenos", dec¨ªan m¨¢s o menos, "-metei la dea das burakos ( ... ) -aqu¨ª figuraba el n¨²mero telef¨®nico que ei nostro aparellu d'hablar de llo?e". (Para encontramos, poned el dedo en los n¨²meros ... ), que es nuestro tel¨¦fono).

La broma fue utilizada, obviamente, como ejemplo de loque puede dar de s¨ª un Estado de las autonom¨ªas. Y en eso se llam¨® a los expertos.

Leopoldo Calvo Sotelo, entonces presidente, se reuni¨® en mayo en la Moncloa con Felipe Gonz¨¢lez, secretario general del PSOE. El dirigente socialista permaneci¨® toda la tarde en palacio, y su salida pill¨® a los periodistas, desesperados de esperar, cen¨¢ndose un bocadillo en el bar que habitualmente utilizan los servicios de seguridad. Atragant¨¢ndose, entre el ¨²ltimo bocado y la carrerilla hasta la entrada del edificio principal, anotaron los nombres de los expertos. La palabra de moda fue reconducir. El personaje de moda, Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa, jefe de los sabios. Y el ministro m¨¢s en boga, Rodolfo Mart¨ªn Villa, de Administraci¨®n Territorial.

Muy cerca quedaban las declaraciones de Carlos Garaikoetxea, quien a primeros de marzo sal¨ªa de la Moncloa diciendo que hab¨ªa hablado con el presidente "sobre los grandes problemas de Espa?a", palabra ¨¦sta inhabitual en el vocabulario del lendakari.

Muy cerca, la reuni¨®n de todos los jefes pol¨ªticos en la Zarzuela tras el intento de golpe.

Y muy cerca, la sombra alargada de los golpistas.