Vascos en la Rioja, una 'invasi¨®n' bien recibida
Entre los motivos que atraen al turismo vasco hacia La Rioja se encuentran hoy d¨ªa las facilidades de comunicaci¨®n, afinidades de costumbres, el paisaje, las fiestas populares, los caldos riojanos y, sobre todo, el clima de la regi¨®n. Patxi Albisu, viceconsejero vasco de urismo, ha resumido estos atractivos, se?alando que "La Rioja era el sitio donde de peque?os hemos curado nuestras tasferinas, de j¨®venes hemos disfrutado y de mayores hemos adquirido ese tono sonrosado gracias al vino".En Casalarreina, localidad situada en La Rioja alta, a orillas del r¨ªo Glera, no resulta extra?o encontrar cuadrillas mixtas de vascos y riojanos chateando por los bares del pueblo. Su poblaci¨®n habitual, que no llega a los 1.000 habitantes, aumenta hasta las 6.000 almas en los meses de verano. La mitad de su t¨¦rmino municipal se encuentra urbanizada, aunque las construcciones se han detenido hace unos a?os Su alcalde, Antonio Zabala, se?ala que la crisis se ha empezado a sentir desde el a?o pasado y se aprecia una ligera disminuci¨®n de veraneantes. Siguen predominando los vizca¨ªnos, a pesar de que poco a poco han ido llegando tambi¨¦n de otros puntos del Pa¨ªs Vasco. A pesar de todo, el peri¨®dico que m¨¢s se vende con diferencia es la edici¨®n vizca¨ªna de El Correo Espa?ol-El Pueblo Vasco.
Un turismo con tradici¨®n
Aun sin conocer datos fiables sobre la importancia del turismo vasco en La Rioja, s¨®lo en el eje Haro-Ezcaray el n¨²mero de veraneantes puede superar las 25.000 personas. El 85% de los ocupantes del camping situado entre Casta?ares y Casalarreina, con una capacidad de 1.100 plazas, son vascos durante el verano, porcentaje que aumenta hasta el 95% durante el resto del a?o.Y en las afueras de Ezcaray y Santo Domingo, pr¨®ximos a la estaci¨®n de invierno de Valdezcaray, se suceden urbanizaciones completas cuyos nombres y estilos de construcci¨®n indican claramente la procedencia vasca de sus ocupantes.
Resulta frecuente encontrar familias enteras que vienen a La Rioja desde hace m¨¢s de 10 o 20 a?os, y que ante la escasez de ofertas hoteleras han preferido la compra de una segunda residencia, en forma de chal¨¦ o apartamento, que facilitan una estancia prolongada no s¨®lo durante los meses de verano, sino tambi¨¦n en Semana Santa, o incluso fines de semana de cualquier ¨¦poca del a?o, ya que la zona se ha visto potenciada tur¨ªsticamente en invierno con la entrada en servicio de la estaci¨®n de esqu¨ª.
A un turismo de clase m¨¢s bien alta, residente en chal¨¦s unifamiliares, que se manten¨ªa impermeable a las relaciones sociales fuera de su propio entorno, ha seguido en los ¨²ltimos 10 a?os un turismo de apartamentos, que ha entendido de otra forma la relaci¨®n con la gente del pueblo, a pesar de que siguen existiendo casos, como el castillo medieval de Sajazarra, ocupado por un alto ejecutivo de una multinacional con sede en Bilbao. Un guipuzcoano que lleva 14 a?os veraneando en La Rioja reconoc¨ªa que algunos vascos, a los que se llama bilba¨ªnos por connotaciones no solamente geogr¨¢ficas, se han portado mal con los riojanos, haciendo gala de ciertas actitudes avasalladoras que hac¨ªan mayores los contrastes entre el hombre del campo y el de la ciudad, aunque hoy la mentalidad ha cambiado por ambas partes.
Tensiones ya superadas
Durante esta conversaci¨®n, al rededor de un vaso de vino, alguien pregunta en tono de humor en qu¨¦ se parece un coche con matr¨ªcula de Bilbao a un castillo antiguo.La respuesta, conocida y celebrada tanto por los del pueblo como por los veraneantes, es que los dos tienen fantasmas dentro.
Miguel Rojas, alcalde socialista de Haro, no considera ni como un insulto ni como un piropo el que se les llame vasquistas a los habitantes de esta zona de La Rioja, por su proximidad y con tactos con el Pa¨ªs Vasco. "Nos sentimos tan riojanos como los que m¨¢s, y la relaci¨®n con los veraneantes vascos es bastante buena. Las tensiones que hubo en su d¨ªa, que no fueron por motivos pol¨ªticos, a pesar de algunos actos aislados de sacar la ikurri?a durante las fiestas de alg¨²n pueblo, han terminado por desaparecer". Lo que no est¨¢n dispuestos a aceptar los habitantes de la capital del vino y de La Rioja alta son ciertas comparaciones, como la realizada hace ya alg¨²n tiempo por un presidente de la diputaci¨®n riojana, quien se?al¨® que uno de Haro era como uno de Bilbao, pero con 100 pesetas menos en el bolsillo.
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