La Union Sovi¨¦tica y la seguridad europea
Puede decirse que la situaci¨®n configurada en el continente europeo es compleja y hasta peligrosa, pero nada homog¨¦nea. Por un lado, en Europa no se produce, al parecer, ninguna operaci¨®n militar. Aparentemente, Europa parece m¨¢s tranquila que otros continentes. Pero, por otro lado, se percibe el peligro, bruscamente acrecentado, de un conflicto nuclear que para los europeos ser¨ªa una cat¨¢strofe.Muchas personas, en todas partes, reconocen este peligro, pero ven de manera distinta sus fuentes. En Occidente hablan m¨¢s que nada de la amenaza sovi¨¦tica, del peligro de una agresi¨®n sovi¨¦tica. Debo decir francamente que no hay ni habr¨¢ nunca semejante peligro. Lo ¨²nico que desea nuestro pa¨ªs es un desarrollo pac¨ªfico y normal de las relaciones entre todos los pueblos y entre todos los pa¨ªses en el esp¨ªritu de respeto mutuo de soberan¨ªa e independencia de cada pueblo y de cada pa¨ªs. Nos congratulamos de que un apreciable n¨²mero de prestigiosos pol¨ªticos y fuerzas pol¨ªticas en Occidente rechazan la tesis de la amenaza sovi¨¦tica y muestran su desacuerdo con ella. A esto se refirieron, en particular, representantes de las delegaciones de las Cortes de Espa?a en su reciente visita a nuestro pa¨ªs.
Es curioso se?alar que el d¨ªa 11 de junio pasado, el general Rogers, un jefe militar muy prestigioso en Occidente, declar¨®: "Los rusos no quieren la guerra, son pacientes y prudentes...". Por cierto, a rengl¨®n seguido, el general dijo que la Uni¨®n Sovi¨¦tica puede, no obstante, utilizar su poder¨ªo militar en tanto que instrumento de presi¨®n pol¨ªtica. Sin embargo, nunca lo hemos hecho, nadie puede aducir ning¨²n ejemplo sobre el particular. El chantaje con fuerza no es nuestra pol¨ªtica.
Propuestas sovi¨¦ticas
En la URSS, bas¨¢ndonos en los hechos, declaramos: el aumento del peligro b¨¦lico en Europa es resultado de las acciones arbitrarias de Estados Unidos, respaldadas por la OTAN, y, en primer lugar, es resultado del emplazamiento en suelo europeo de los nuevos misiles norteamericanos de alcance medio.Las acciones de Estados Unidos socavaron la posibilidad real de disminuir la confrontaci¨®n militar en Europa y de procurar reducir a menos de un tercio las armas que de esta clase exist¨ªan en el continente para noviembre de 1983. Las propuestas sovi¨¦ticas que recogen los deseos de los pa¨ªses occidentales brindaban tal posibilidad. Pero el emplazamiento de los misiles norteamericanos no s¨®lo la desbarat¨®, sino que espole¨® m¨¢s aun la carrera de armamentos nucleares.
?A qu¨¦ se debe esto? Primero, a que Estados Unidos quer¨ªa emplazar a todo trance su arma nuclear de alcance medio en Europa, lo que est¨¢ condicionado por sus planes estrat¨¦gicos, planes de primer golpe contra la URSS y sus aliados. Segundo, a que los pa¨ªses euroccidentales, ante todo la RFA, abandonaron las posturas mantenidas por ellos antes y, en vez de aceptar la reducci¨®n del armamento nuclear en los marcos que ellos mismos propon¨ªan, decidieron hacer caso omiso de las propuestas sovi¨¦ticas sobre el particular.
En busca de una soluci¨®n
?Existe una salida a esta situaci¨®n? Sin duda alguna. Pero para conseguir un cambio de la situaci¨®n para mejor hace falta, ante todo, detener el despliegue de los misiles norteamericanos. Si se adoptan medidas tendentes a retirar estos misiles, como resultado ser¨¢n abolidas tambi¨¦n las contramedidas sovi¨¦ticas. Se abrir¨¢ el camino hac¨ªa unas negociaciones que sean capaces de garantizar el desarme nuclear en Europa.Hay, claro est¨¢, otros problemas que requieren soluci¨®n para que la paz en nuestro continente sea s¨®lida. La Uni¨®n Sovi¨¦tica y sus aliados han hecho muchas propuestas al respecto. Empero, lamentablemente, los pa¨ªses occidentales las bloquean completamente hasta la fecha.
Sin embargo, nosotros estamos convencidos de que existen posibilidade para disminuir la tirantez y suspender la carrera de armamentos. Si intentamos abarcar el mundo con una sola mirada no es dificil, ver que las fuerzas que se manifiestan por el retorno a la distensi¨®n, por la coexistencia pac¨ªfica y no por la confrontaci¨®n, son hoy extraordinariarriente grandes.
Por lograr estos objetivos est¨¢n los pa¨ªses socialistas. Por ello se manifiestan asimismo los Estados no alineados, y en ello insisten muchos pa¨ªses europeos, independientemente de su r¨¦gimen social. Se pronuncia por ello tambi¨¦n el movimiento antib¨¦lico, que se ha convertido en un movimiento aut¨¦nticamente mundial. Este mismo objetivo pers¨ªguen, por ¨²ltimo, los partidos comunistas y la mayor¨ªa de los partidos socialistas y socialdem¨®cratas.
La cuesti¨®n consiste en que todas estas fuerzas se unan. No se trata, claro est¨¢, de su unificaci¨®n org¨¢nica. Esto es imposible y no hace falta. Se trata de que se unan en las acciones n¨ªtidamente encauzadas a lograr objetivos claros y concretos.
La historia de los ¨²ltimos tiempos muestra que quienes se manifiestan por la distensi¨®n pueden lograr el ¨¦xito. Hay que materializar esta posibilidad.
A veces se preguntan: ?depender¨¢ la soluci¨®n del problema de las elecciones en Estados Unidos? En virtud de la situaci¨®n que ocupa en el ¨¢mbito internacional adquiere mucha importancia la pol¨ªtica que aplica su Administraci¨®n. Sin embargo, el mundo actual no es un mundo unipolar ni, inclusive, bipolar (como a veces se afirma). El mundo actual lo forman un centenar y medio de Estados, muchos de los cuales desempe?an un papel cada vez mayor en la pol¨ªtica mundial. Precisamente de sus acciones, de las acciones de los pueblos, a fin de cuentas, depende la soluci¨®n del problema.
Negociaciones de Estocolmo
'No hace mucho concluy¨® la segunda ronda de las negociaciones de Estocolmo. En nuestra opini¨®n, los debates que all¨ª se desarrollaron fueron ¨²tiles, aunque no dieron grandes resultados.Sobre la mesa de la conferencia se hallan ya muchas propuestas concretas. A nuestro modo de ver, no todas ellas son satisfactorias, pero nosotros consideramos que se debe proceder a examinarlas concretamente, sin eludir ninguna de las iniciativas promovidas. Por el momento la cuesti¨®n consiste en que alguna de las potencias occidentales, ante todo Estados Unidos, no desean seguir este camino.
Estados Unidos y algunos de sus aliados est¨¢n dispuestos a discutir s¨®lo sus propias propuestas. Sin embargo, tales propuestas abarcan tan s¨®lo parte de los problemas: medidas t¨¦cnico-militares de confianza. Adem¨¢s, muchas de ellas, de ser materializadas, no aumentar¨ªan la confianza en Europa, sino, por el contrario, reducir¨ªan el nivel hoy existente de esta confianza. Nosotros consideramos que a la par con las medidas t¨¦cnico-militares de confianza, que deben responder a su nombre, es decir, garantizar la confianza entre los pa¨ªses, hay que examinar asimismo medidas pol¨ªticas ante todo, tales como la renuncia a ser los primeros en emplear el arma nuclear, la firma de un acuerdo sobre el no empleo de la fuerza y el desarrollo de relaciones pac¨ªficas entre los dos bloques militares existentes en Europa. Estamos convencidos de que si se lograra: avanzar por este camino la conferencia de Estocolmo reportar¨ªa mucho provecho a la causa de fortalecer la paz.
El movimiento pro paz o antib¨¦lico, seg¨²n lo llaman, es un fen¨®meno nuevo, sin precedentes en la historia. Fue preparado, naturalmente, por un largo devenir de acontecimientos. Tiene no pocos predecesores y, sin embargo, es un fen¨®meno nuevo.
El movimiento antib¨¦lico, en primer lugar en Europa, no fue organizado por nadie. Surgi¨® de modo espont¨¢neo en muchos pa¨ªses a la vez. Se incorporaron a este movimiento representantes de fuerzas sociales, partidos pol¨ªticos, sindicatos y la Iglesia. Y en una u otra medida toman parte en ¨¦l representantes de c¨ªrculos dirigentes de varios Estados.
La fuerza de este movimiento estriva en su car¨¢cter exento de ego¨ªsmo. Es un movimiento de la conciencia, una expresi¨®n de que la gente ha llegado a comprender que debe unirse frente a la amenaza de un peligro mortal.
Es verdad que a veces se dice que el movimiento antib¨¦lico es una criatura de Mosc¨². Se est¨¢n exagerando nuestras posibilidades Naturalmente, nos manifestamos en pro de los objetivos b¨¢sicos del movimiento antib¨¦lico, pero tambi¨¦n vemos su car¨¢cter independiente y respetamos su autonom¨ªa. Sabemos que en sus filas hay no pocos hombres cuyos criterios difieren de los nuestros. Mas ello no nos turba. Tenemos ideas comunes y un noble objetivo ¨²nico: salvar de la destrucci¨®n al planeta.
El papel de Espa?a
En lo que respecta al papel que desempe?a Espa?a en la tarea de garantizar la seguridad europea, podemos se?alar dos aspectos. Por una parte, Espa?a ya hizo un importante aporte a esta tarea. Bastar¨¢ con recordar el lugar que le correspondi¨® al Gobierno espa?ol en la celebraci¨®n de la Conferencia de Madrid.Tambi¨¦n en otros muchos problemas el actual Gobierno espa?ol act¨²a desde las posiciones de defensa de la paz y liquidaci¨®n de los actuales focos de peligro b¨¦lico. Valoramos altamente esta actitud. Las recientes conversaciones sostenidas entre los m¨¢ximos dirigentes y cancilleres de nuestros pa¨ªses mostraron claramente que en nuestras posiciones hay no pocos puntos de contacto.
Por otra parte, en nuestra opini¨®n, Espa?a todav¨ªa nota hecho cuanto puede hacer por defender la seguridad europea. Existen problemas que actualmente se debaten all¨ª ampliamente y, en primer lugar, el problema de la participaci¨®n de Espa?a en la OTAN.
Comprendemos bien que este es un asunto interno del pueblo espa?ol. Sin embargo, puedo decir francamente que nosotros quisi¨¦ramos que este problema: se solucione a favor de la eliminaci¨®n de la actual divisi¨®n de Europa en bloques enemigos y no a favor de seguir ahondando esta escisi¨®n.
En lo que ata?e a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, valoramos altamente las relaciones de buena vecindad que mantenemos con Espa?a y queremos seguir desarroll¨¢ndolas. Por nuestra parte, hacemos y seguiremos haciendo todo lo que sea necesario para ello en los campos pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural.
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