No se alquilan madres
La noticia sobre una madre alquilada que se niega a entregar el hijo concebido por inseminaci¨®n artificial por encargo de otra pareja es ilustrativa de la evoluci¨®n psicol¨®gica de una madre durante el embarazo.Es, hasta cierto punto, l¨®gico que una madre con seis hijos no tenga la misma ilusi¨®n en su s¨¦ptimo embarazo que en el primero, sobre todo cuando pesaba sobre ella la amenaza de divorcio del marido si intentaba quedarse con el hijo.
Este hecho, ins¨®lito por las circunstancias, puede no ser tan raro ni tan aislado como parece. Pensemos, por ejemplo, en aquellas madres que desean abortar obligadas por un primer impulso de rechazo ante el embarazo no deseado (por presiones sociales, econ¨®micas, familiares, etc¨¦tera). Si consiguen superar ese primer momento, lo normal es que se produzca la plena aceptaci¨®n del hijo y que se desvanezcan los problemas que pesaban como amenazas. Por el contrario, cuando la realizaci¨®n del primer impulso se ve facilitada por las leyes abortistas y por la presi¨®n de las personas que rodean a la embarazada, no es raro que se llegue a abortar a un hijo que finalmente ser¨ªa aceptado.
"Al principio -declaraba la madre alquilada- es f¨¢cil ver las cosas de una forma irreal. Cuando a¨²n no hay beb¨¦ es f¨¢cil ser idealista. Creo que empec¨¦ a lamentarme cuando not¨¦ sus primeros movimentos...". Y es que la evoluci¨®n psicol¨®gica de una mujer a lo largo del embarazo es algo con lo que no han contado los legisladores a la hora de admitir el aborto o la posilidad de un hijo por encargo.-
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