Linda Christian
La que fue esposa de Tyrone Power participa en las fiestas nocturnas de Marbella, quiere encontrar un compa?ero y ama m¨¢s la pintura que el cine
Es una mujer llena de gestos, a la que gusta conquistar con la mirada. Nacida en Tampico (M¨¦xico), su ¨¢rbol geneal¨®gico contempla una abuela espa?ola, madre mexicana y padre holand¨¦s. Lleg¨® al cine de la mano de su mito, Errol Flynn, y comenz¨® a estudiar arte dram¨¢tico ya desde el mundo de los plat¨®s. A despecho de otras muchas de su ¨¦poca, cas¨® con Tyrone Power, y ahora la pintura es tan importante como hallar un compa?ero, labor ardua porque "soy horriblemente exigente". Aunque habitual de las noches de la Costa del Sol, que conoce desde hace 12 a?os, no se siente necesaria. Este verano vive con su madre - 14 nietos y 12 bisnietos en un alcor de una urbanizaci¨®n de lujo, cerca de Deborah Kerr, en una casa rodeada de campos de golf y con refugio at¨®mico. Recientemente han coincidido cuatro generaciones. Dice que sus relaciones con Romina son "maravillosas, un encanto".
Su vocaci¨®n internacional comenz¨® temprano, con tan s¨®lo a?o y medio, cuando su padre, inmerso en los negocios del petr¨®leo, viajaba con su familia frecuentemente a Venezuela, Holanda, Oriente Pr¨®ximo o Sur¨¢frica. Un aventurero actor, Errol Flynn, le abri¨® el camino del cine -"Ser descubierta por tu h¨¦roe es todo un sue?o"-, pero no comenz¨® sus estudios de arte dram¨¢tico hasta su primer contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer. No comprend¨ªa c¨®mo siendo novata le ofrec¨ªan papeles largos: a¨²n relee en su diario personal la rese?a, entre admiraciones de incredulidad, del d¨ªa en que supo que entrar¨ªa en la Meca del cine. Deplora m¨¢s la muerte de James Mason que la de Richard Burton, porque conoc¨ªa mejor a aqu¨¦l, cuando acud¨ªa a sus barbacoas y acariciaba a sus gatos, que a ¨¦ste, que por entonces "estaba muy controlado por Liz".Linda Christian se encuentra en la edad de escribir memorias -las suyas, publicadas en varios pa¨ªses se conocen ahora en Espa?a- de reflexionar sobre el pasado. Todav¨ªa prosigue su diario, "porque hay dos libros dentro de m¨ª". Es la edad de descubrir que la pintura le satisface m¨¢s que el cine. Cat¨®lica, l¨¦ sale Ia virgen de los milagros, uno de los cultos del pa¨ªs de los aztecas, en muchas de las ocasiones en que se pone delante de un lienzo. Ha expuesto en Acapulco, Los ?ngeles y Houston (Tejas), y prefiere vender a regalar, "porque me gusta ver mis cuadros en el sal¨®n y no en el ba?o". Diego Ribera le ha retratado dos veces, la ¨²ltima surgiendo de un bosque de orqu¨ªdeas, un cuadro que vale 150.000 d¨®lares: "Esto s¨ª que es un buen regalo".
Tanto ella como su madre defienden que "la sangre llama", y de ah¨ª su tendencia hisp¨¢nica. Aqu¨ª vivi¨® su luna de miel junto a Tyrone, en un coche en el que recorrieron la piel de toro. Al padre de Romina lo conoci¨® en los partes de Holywood, pero el flechazo no surgi¨® hasta llegar a Roma, cuando ella y su hermana pretend¨ªan un aut¨®grafo del gal¨¢n: "Cuando abri¨® la puerta, todas las campanas de Roma tocaron para los dos al mismo tiempo". Muchos a?os despu¨¦s, Hohenlohe la invit¨® a Marbella. El aire fresco de la costa y el mar la fascinaron de tal modo que se qued¨® durante siete a?os. Ahora se dispone a adquirir un lujoso habit¨¢culo d¨¦ un moderno complejo hotelero marbell¨ª.
En el ambiente de la capital de la Costa del Sol no se siente necesaria, a pesar de tener varias fiestas diarias para escoger. Si no acude, "voy a cenar con mi mam¨¢, veo la tele, leo un libro o escribo cartas". Lo que m¨¢s desea en este momento es hallar un compa?ero " mano a mano", pero no -es tarea f¨¢cil porque el paso de los a?os la hace "horriblemente exigente". Ve con buenos ojos la condici¨®n actual de la mujer para que haya m¨¢s equilibrio entre los sexos. "Estamos madurando, porque no es lo mismo tener un amo a tener un compa?ero"-, pero reconoce que "los hombres sufren m¨¢s que las mujeres".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.