Dos nuevos realizadores animan un ambiente mustio
La secci¨®n de Nuevos Realizadores del 32? Festival de Cine de San Sebasti¨¢n present¨® ayer las obras de dos directores espa?oles, Celestino Coronado y Jos¨¦ Mar¨ªa Sarmiento. Se trata de una versi¨®n cinematogr¨¢fica del montaje teatral El sue?o de una noche de verano, de Lindsay Kemp, en el caso de Coronado, y de El filand¨®n, un filme sobre las ra¨ªces leonesas de Sarmiento, su director. La presentaci¨®n de estas dos pel¨ªculas ha animado en alguna medida el ambiente mustio que hasta ahora parece respirarse en el Festival. El s¨¢bado comenz¨® el Festival de V¨ªdeo, donde ha sido presentada la exigua representaci¨®n espa?ola.
En la secci¨®n Nuevos Realizadores, trasladada este a?o de local aunque bajo la misma seria gesti¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Riba, se han presentado las obras de dos j¨®venes cineastas espa?oles. Uno de ellos, Celestino Coronado, ha presentado realmente una pel¨ªcula brit¨¢nica en la que s¨®lo la participaci¨®n econ¨®mica de Televisi¨®n Espa?ola y de algunos t¨¦cnicos podr¨ªa avalar como producto local.Confes¨¢ndose una versi¨®n cinematogr¨¢fica del montaje teatral que realiz¨® Lindsay Kemp sobre El sue?o de una noche de verano, la pel¨ªcula camina, adem¨¢s, entre los campos marcados por el texto original (que ya ha tenido otras adaptaciones, y especialmente la de Max Reinhart de 1935 de la que este ¨²ltimo montaje bebi¨® m¨¢s de la cuenta) y la presencia de Kemp, siempre excesiva en el escenario y ahora en la pantalla: su talento se malgasta por af¨¢n de exhibicionismo, y el Puck que interpreta aqu¨ª con cierta ceremonia excede la atenci¨®n debida pero se trata, a fin de cuentas, de un sugestivo espect¨¢culo visual en el que maquillajes, decorados, trajes y registros de interpretaci¨®n se convierten en aliados de primera mano para el director.
Coronado no ha gozado de una inspiraci¨®n espectacular al eIegir los planos, es decir, al aportar su propio punto de vista, pero s¨ª ha partido de una clara admiraci¨®n por Kemp y a su creatividad sirve con cari?o inteligente.
'El filand¨®n'
T¨¦rminos que, por otra parte, son similares al trabajo que ha realizado Jos¨¦ Mar¨ªa Sarmiento en su primer largometraje -El filand¨®n-, tambi¨¦n presentado en la competici¨®n de Nuevos Realizadores. En este caso, sin embargo, el director parte de un mejor cenocimiento de la narrativa cinematogr¨¢fica, adem¨¢s de un intento por transformar en im¨¢genes la einoci¨®n que le producen sus ra¨ªces locales, las de Le¨®n, filmando con sensibilidad sus paisajes, ritmos y tradiciones.
La pel¨ªcula, que interpreta un amplio n¨²mero d¨¦ actores no profesionales pero sinceros y veros¨ªmiles, se divide en cinco historias, precisamente las que se cuentan otros tantos personajes reunidos una noche en la ermita de San Pelayo. Ese es El filand¨®n, la ceremonia que entretiene a la imagen del santificado h¨¦roe cuando, aburrido, reclama que le relaten an¨¦cdotas, pasi¨®n por la que, en su vida real, perdi¨® la guerra contra el moro.
Algunos intelectuales respetan la convocatoria y se divierten ellos mismos inform¨¢ndose de cuentos en los que lo fant¨¢stico o lo disparatado alternan con el simple contacto con personajes t¨ªpicos. Cada espectador que presencia la escenificaci¨®n de las leyendas ordenar¨¢ los episodios seg¨²n la calidad que encuentre en su filmaci¨®n, pero el conjunto goza de la controlada espontaneidad del autor, por lo que resulta dif¨ªcil desasirse de la sugesti¨®n general, de esta ¨®pera prima: una espontaneidad sabiamente canalizada por Sarmiento, ex estudiante del IDHEC en Par¨ªs, cuyo dominio de la narrativa s¨®lo desaparece en ciertos pasajes.
Ambas pel¨ªculas han animado el panorama del festival, mustio en sus primeros momentos, no se sabe si por la calidad media de los filmes elegidos o por la escasa vida interior del certamen. Esta duda es una condena que pesa sobre el Festival de San Sebasti¨¢n. Los avatares que ha sufrido en los ¨²ltimos a?os, tanto por su confusa asimilaci¨®n del proceso hist¨®rico vivido en Espa?a como por su propia torpeza al no profesionalizar radicalmente la gesti¨®n que debe llevarlo a buen puerto (o, al menos, a un puerto de contornos claros), facilitan el negativismo en los juicios de cada a?o.
Estos d¨ªas son ya frecuentes los comentarios en tal sentido, aunque el f¨¦stival apenas haya comenzado su andadura. Es su constante inevitable. En ¨¦poca de Franco, en la inmediata libertad, y a¨²n en la hora actual, cierto apriorismo parece desprenderse de las tertulias de los invitados como si no cupiera la esperanza de que el festival mejore.
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