El dramatirismo l¨ªrico de Ruggero Raimondi
Festival de Oto?o.Recitalpor Ruggero Raimondi y Edelmiro A rnaltes. Obras de Durante,Gluck, Carissimi, Caldara, A. Scarlatti, Mozart, Beethoven, Liszt e Ibert.
Teatro Real, 8 de octubre. nicatividad a trav¨¦s de una gravedad l¨ªrica y una vocalidad de exquisita articulaci¨®n y un fraseo claro y m¨®rbido. El dramatismo beethoveniano (In questa tomba oso el de Verdi en el aria de Felipe I
El prestigio de Ruggero Raimondi, el bar¨ªtono-bajo nacido en Bolonia el a?o 1941, no s¨®lo es razonado, sino que se asienta sobre los m¨¢s deseables valores: una voz amplia, de timbre bell¨ªsimo, de una capacidad l¨ªrica extraordinaria, manejada por un talento musical de primer orden y una t¨¦cnica vocal de maestro. Ni un momento en todo el recital de Raimondi en el Teatro Real se acus¨® el menor esfuerzo;ni siquiera percibimos la m¨¢s m¨ªnima sensaci¨®n de artificio.
Todo es expresivo, cordial, human¨ªsimo en el arte de Ruggero Raimondi, capaz de abordar con igual ¨¦xito Mozart y Liszt, Caldara, Beethoven o Jacques Ibert. Con una afinaci¨®n segura hasta enlas m¨¢s arriesgadas agilidades, el divo del Don Juan de Losey y de la Carmen de Rosi pas¨® de la Danza, danza, Janciulla gentile, de Francesco Durante, a la concentraci¨®n l¨ªrica de Gluck en O del mio dolce ardor, y de ah¨ª a Carissimi o Scarlatti.
Registro conturbador
Para mi gusto, el registro verdaderamente conturbador lo encuentra Raimondi en lo dram¨¢tico, porque alcanza la suprema comunicatividad a trav¨¦s de una gravedad l¨ªrica y una vocalidad de exquisita articulaci¨®n y un fraseo claro y m¨®rbido. El dramatismo beethoveniano (In questa tomba oscura, Beato quei che fido amor) el de Liszt en los Sonetos de Petrarca del Don Carlos, ofrecida como propina, conmovieron a la gran audiencia por su hondura y grandeza y a la vez por un no s¨¦ qu¨¦ intimista bien diricil para voces grandes.
Bien es verdad que la t¨¦cnica de media voz y pian¨ªsimo asombra en un cantante que no es m¨¢s bar¨ªto no que bajo ni lo contrario, sino la suma de ambas cualidades y registros.
Las espa?olizantes canciones de Don Quijote, de Jacques Ibert, proceden del c¨¦lebre filme de Pabst (1934) protagonizado por Chaliapine, primer int¨¦rprete de las cuatro melod¨ªas sobre texto de Ronsard la primera y de Alexandre Arnoux las restantes.
El compositor parisiense fue un devoto cervantino, y en su cat¨¢logo, adem¨¢s de estas canciones, figura un ballet, El caballero errante (1935), del que desgaj¨®, la Sarabanda para Dulcinea, para la orquesta de cuerda, y una pieza radiof¨®nica, Evocaci¨®n de Cervanles, con texto de William Aguet (1947).
Ruggero Raimondi aplic¨® a Ibert los matices que sabe otorgar a su papel en Carmen, con lo que redonde¨® una magn¨ªfica actuaci¨®n, en la que estuvo acompa?ado por Edelmiro Arnaltes, un manchego residente en Viena que luci¨® sus mejores calidades en la segunda parte del programa. Lleno hasta la bandera y entusiasmo sin tasa.
Los grandes de la l¨ªrica
Con la actuaci¨®n de Ruggero Raimondi comenz¨® realmente el Ciclo de Grandes Recitales L¨ªricos, en el que, tras el recital del martes de Edda Mosser, escucharemos a Janet Baker (14 noviembre), Katia Ricciarelli (12 diciembre), Christa Ludwig (8 enero), Margaret Price (25 febrero), Elena Obratsova (4 marzo), Victoria de los ?ngeles (6 mayo), Sim¨®n Est¨¦s (20 mayo) y Alfredo Kiraus y Renatta Scotto, con la Sinf¨®nica de RTVE dirigida por Garc¨ªa Navarro.
Si a todo ello unimos las actividades de la temporada oper¨ªstica oficial en el teatro de la Zarzuela, parece que en nuestro ambiente pintan voces: las que cantan y las que esperan teatro oper¨ªstico, que dentro de unos cuatro a?os puede ser realidad seg¨²n todos los augurios.
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