Divisi¨®n de opiniones sobre Julio Iglesias en su gira por ciudades de Alemania del Oeste
En su gira por la Rep¨²blica Federal de Alemania, que concluir¨¢ el pr¨®ximo domingo en Colonia, el cantante espa?ol Julio Iglesias provoca reacciones contradictorias de sus hinchas y divide a la cr¨ªtica, que habla desde que "acaricia el alma" hasta "s¨ªmbolo sexual de la menopausia". Incluso, su vida sexual apareci¨® relatada con detalle -t¨¦cnicas amatorias incluidas- en Bild der Frau, donde un mayordomo del cantante explicaba c¨®mo las elegidas son premiadas con un reloj de esos que constituyen todo un s¨ªmbolo de prestigio social.
Desde antes de iniciar la gira, ya la Prensa m¨¢s o menos amarilla empez¨® a informar detalladamente del "culto a Iglesias". Unos hablan del "doctor Iglesias", doctor en jurisprudiencia, y otros le convierten en portero del Real Madrid, que vio truncada su carrera por un accidente que acab¨® con su vida deportiva y le lanz¨® por las v¨ªas de la canci¨®n.Ante los periodistas cn D¨¹sseldorf, Iglesias se mostr¨¦ m¨¢s modesto y dijo que todo lo que se escribe sobre su vida sexual es shit (mierda, en ingl¨¦s), y a continuaci¨®n pidi¨® disculpas por haber empleado una expresi¨®n as¨ª ante las mujeres de la Prensa, pero a?ade que las primeras p¨¢ginas de la Prensa le gustan y le vienen bien, digan lo que digan. Antes de responder a las preguntas de los periodistas, hubo un tira y afloja con los fot¨®grafos, porque Julio s¨®lo quer¨ªa ser fotografiado del lado derecho.
El primer recital en Colonia tuvo lugar en el Palacio de Deportes, en un marco inh¨®spito y desangelado, lo que no fue obst¨¢culo para que un sinf¨ªn de se?oras, m¨¢s bien entradas en a?os y en kilos, llegasen con su ramo de flores ya envuelto dispuestas a ver en persona al ¨ªdolo. En una noche de viernes, la peque?a burgues¨ªa emperifollada, llen¨® poco a poco casi todos los asientos del Palacio de Deportes. Mucho emigrante 'espa?ol entre el p¨²blico. Cuando Iglesias empieza a hablar en ingl¨¦s, se oye un "en espa?ol" que obliga al cantante a replicar que "soy tan espa?ol como el que m¨¢s, pero estamos en Alemania y me debo a los alemanes".
Julio apenas se mueve, economiza fuerzas en el recital, y durante poco m¨¢s de hora y. media, sin pausa intermedia, cumple con el compromiso como un ritual: Begin the begine, Noche de ronda, La paloma, Canto a Galicia, y mientras que la Luna se quiebra sobre la tiniebla de su soledad, en la pantalla del escenario aparece una Luna llena, al mismo tiempo que un se?or cincuent¨®n y calvo, con aire de empleado de caja de ahorros alemana, trajeado y con corbata, toma la mano de su esposa y pone ojos tiernos en la penumbra de la enorme sala. Julio habla al p¨²blico de su crazy life, but a beautiful life ("vida loca, pero hermosa), y explica que ayer estuvo en Estocolmo y hoy en Alemania.
Cuando el p¨²blico espa?ol se impacienta, el cantante les aplaca: "Vamos a ponernos en calma para demostrar que podemos tener calma y tener una democracia por muchos a?os. Mirad c¨®mo los alemanes no dicen nada, aunque no entienden nada". Los gestos del cantante al interpretar son de un sufrimiento sin l¨ªmites. Mientras, las canciones almibaradas inundan el Palacio de Deportes y se mezclan con el perfume excesivo de se?oras a quienes se les fue la mano al tirar del frasco. En un momento del recital, el cantante recurre a un tab urete y explica que hace d¨ªas una alemana grande, big german, en un exceso de entusiasmo, se le ech¨® encima y le arruin¨® un pie. La Prensa m¨¢s favorable escribir¨¢ luego que, debido a su lesi¨®n de juventud, Julio no puede moverse excesivamente en el escenario.
Antropolog¨ªa comparada
En un arranque de antropolog¨ªa comparada, Iglesias dice que en los mediterr¨¢neos las emociones son m¨¢s fuertes, pero los golpes tambi¨¦n son m¨¢s fuertes. Por eso, espa?oles e italianos tenemos tanta emoci¨®n y perdemos tantas guerras". Luego pide silencio al p¨²blico, que se inquieta en alg¨²n momento, y suelta una retah¨ªla de palabras en alem¨¢n. Son palabras inconexas: "buenos d¨ªas, buenas tardes, patatas, hasta la vista", y llega incluso a decir scheisse (mierda), lo que provoca una palabra fea de este joven bien vestido con aire de ser el mejor de todos los yernos posibles. Julio se disculpa y dice en ingl¨¦s: "Oh, es una palabra muy fea".Cuando se encienden las luces, el aplauso es cort¨¦s, pero sin llegar a la ovaci¨®n. Algunos muestran aspecto de desencanto. Una joven oficinista se indigna: "Nos ha tomado el pelo".
En una improvisada sala para prominentes en Colonia, Julio se mostr¨® satisfecho y sac¨® a relucir una vez m¨¢s, inasequible al desaliento y la fatiga, su encanto personal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.