Granada, el coste de una invasi¨®n
La isla no es un Estado de la Uni¨®n, pero le cuesta a Estados Unidos como si lo fuera
Hace ahora un a?o llegaban a los europeos noticias de la peque?a isla de Granada, all¨¢ en el lejano Caribe. Primero fue el asesinato de su presidente, un joven negro y barbado, amigo de Fidel Castro, de nombre Maurice Bishop. D¨ªas despu¨¦s, el 25 de octubre de 1983, las tropas norteamericanas entraban a saco en el min¨²sculo territorio granadino. Se repitieron entonces las im¨¢genes de fieros marines, armados hasta los dientes, luchando contra no se sab¨ªa bien qu¨¦ enemigo. Una de las disculpas preferidas por Washington para la invasi¨®n, condenada incluso por sus aliados europeos, fue que en la isla se estaba construyendo un aeropuerto para uso militar de sovi¨¦ticos y cubanos. Hoy, un a?o despu¨¦s, los marines siguen patrullando y los estadounidenses est¨¢n acabando de construir el aeropuerto... para fines comerciales. Una enviada especial de EL PA?S se encuentra actualmente en Granada
S. GALLEGO D?AZ Los taxistas granadinos que esperaban en el puerto de Saint George se removieron inquietos y se felicitaron cuando ancl¨® en la bah¨ªa el primer crucero norteamericano. "?sta es la invasi¨®n que est¨¢bamos esperando", coment¨® uno de ellos. Han pasado los meses y los turistas norteamericanos se han olvidado de Granada. A veces paran en la isla, camino de otros lugares del Caribe, pero no con la suficiente asiduidad como para impedir que el paro siga aumentando a un ritmo prodigioso. Consecuencia: los granadinos ya no tienen tanto amor a Estados Unidos y ya no hay tantas manos apresuradas a la hora de borrar los escasos letreros de "Yankees, go home" que peri¨®dicamente aparecen en sus muros.
Un a?o despu¨¦s de la invasi¨®n puede decirse que la mayor¨ªa de los granadinos no se siente inc¨®moda por la presencia de los soldados norteamericanos. El Pent¨¢gono los elige con preferencia negros, para que no llamen la atenci¨®n, y en general se comportan muy civilizadamente. Incluso se comenta que dos de ellos han solicitado, y obtenido, permiso para casarse con j¨®venes del lugar. En el fondo, a quienes los granadinos no pueden soportar es a los jamaicanos, que forman el grueso de la polic¨ªa caribe?a tra¨ªda por Washington y que tienen, seg¨²n todos los testimonios, muy malos modos. Todos se sentir¨ªan felices si la nueva polic¨ªa granadina, entrenada por oficiales brit¨¢nicos, entrara pronto en funciones. M¨¢s recelos hay frente al peque?o ej¨¦rcito contrainsurgente que entrenan los marines.
No est¨¢ previsto que el aniversario de la invasi¨®n (el pr¨®ximo jueves d¨ªa 25) los granadinos se echen a la calle para gritar ?God bless America!, como, hicieron a su llegada. La campa?a electoral est¨¢ al rojo vivo y las manifestaciones pro norteamericanas podr¨ªan interpretarse como una injerencia. Estados Unidos intenta que su continuada presencia en Granada sea lo menos conflictiva posible, y sus muchachos (250) tienen ¨®rdenes estrictas de no perseguir a las mujeres locales, de no pelear en el puerto y de no dejarse ver mucho con uniforme.
Los granadinos no est¨¢n inc¨®modos con los americanos pero tampoco necesariamente felices. Creen que los soldados permanecer¨¢n en la isla todav¨ªa varios a?os y se sienten lastimados en su orgullo. Sobre todo los m¨¢s j¨®venes, todav¨ªa inflamados por el sentimiento nacionalista que les insufl¨® Maurice Bishop. Los norteamericanos, por su parte, est¨¢n tambi¨¦n algo desilusionados. Granada no es un Estado de la Uni¨®n, pero les cuesta como si lo fuera. Los granadinos no dejan de pedir ayuda para arreglar la deteriorada econom¨ªa de la isla. Curiosamente, con Bishop no hab¨ªa problemas a la hora de obtener cr¨¦ditos de organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional. ten¨ªa que hacer esfuerzos para no poner al Gobierno revolucionario como un ejemplo de buen pagador. Tras los acontecimientos de octubre de 1983, su categor¨ªa crediticia baj¨® como por ensalmo y ahora es Estados Unidos el que tiene que pagar las facturas.
Aumento del paro
Lo peor es que los 57 millones de d¨®lares destinados a Granada no se han notado mucho. El Gobierno provisional, presidido por el mayest¨¢tico gobernador, sir Paul coon, interrumpi¨® todos los programas de vivienda, agricultura y desarrollo iniciados por el Gobierno revolucionario y miles de personas se quedaron de la noche a la ma?ana sin empleo ni seguros. El paro se cifra ahora en m¨¢s del 40% de la poblaci¨®n activa.
Pese a todo, Granada no es una isla miserable. Hay pobreza, pero los ni?os y ni?as siguen acudiendo a la escuela -gratuita desde los tiempos de Bishop- y la gente se las arregla para comer, mal que bien, todos los d¨ªas. No es El Dorado que algunos granadinos creyeron que llegar¨ªa de la mano del t¨ªo Sam, pero tampoco el hambre que anunciaban otros.
Todos son conscientes de que el futuro de la isla pasa por su promoci¨®n tur¨ªstica. Granada es la isla m¨¢s bella del Caribe, con playas kilom¨¦tricas de arena blanca y una vegetaci¨®n tan tupida que parece una jungla. Pudo haber sido el escenario de cualquier novela de piratas, con cascadas, ¨¢rboles de especias que llenan de fragancia el ambiente y preciosas casas de madera con varandas y miradores. Los granadinos se r¨ªen de las bellezas de Barbados, Trinidad y Santa Luc¨ªa, y quienes han recorrido todas las islas de la zona les dan la raz¨®n. Pero para recibir el man¨¢ dorado del turismo necesitan fuertes inversiones. Primero, hay que conseguir que los cortes de energ¨ªa el¨¦ctrica no sean tan frecuentes ni tan prolongados. Despu¨¦s, mejorar el terrible estado de las carreteras, y finalmente, asegurar un buen suministro de productos alimenticios.
Granada fue conocida en su tiempo como la isla de las especies, pero tiene pocos cultivos diversificados. Cada semana atraca en el peque?o puerto de Saint George un barco bananero que viene a re- coger pl¨¢tanos para Estados Unidos, Canad¨¢ y Europa. El mismo d¨ªa llega de Trinidad otro buque cargado de comida e inmediatamente se forma un improvisado mercado. "Todos los proyectos agr¨ªcolas del Gobierno de Bishop fueron olvidados. La Administraci¨®n provisional ha perdido lamentablemente un a?o", asegura un joven campesino, sindicalista.
Un regio gobernador sin iniciativa
El Gobierno provisional, presidido por sir Paul Scoon e integrado por nueve t¨¦cnicos, no ha despertado la admiraci¨®n de sus compatriotas. Sir Paul, es un corcho capaz de resistir a Gairy y a Bishop y sigue siendo el representante de la reina Isabel II de Inglaterra; pero, pese a su pol¨¦mica actuaci¨®n durante la invasi¨®n, nunca se distingui¨® por su capacidad de iniciativa, y desde que volvi¨® a su bonita casa en el alto de la colina de Saint George se comporta, seg¨²n muchos granadinos, m¨¢s como un emperador que como un jefe de Gobierno provisional. Se deja ver poco y sus intervenciones en la radio -que emite con material norteamericano, pero con personal exclusivamente granadino- suelen ser aburridos llamamientos a la calma y tranquilidad. Sus t¨¦cnicos, presididos por Nicholas Barthwhite, tampoco han conseguido una mayor popularidad.
"Los hombres no pueden arreglar nada. S¨®lo el Se?or es omnipotente. El ¨²nico gobierno que me interesa es el reino de Jes¨²s", asegura Gladys, una mujer de unos 50 a?os que vive en el interior de la isla y que regenta un peque?o almac¨¦n. "No le haga caso", replica su hija; "ella no votar¨¢, pero yo s¨ª". Parte de la poblaci¨®n campesina, sobre todo la de mayor edad, tiene unos fuertes sentimientos religiosos, que se expresan a veces a trav¨¦s de iglesias m¨¢s o menos desconocidas en otras partes del mundo que no sea el Caribe. Es de esta gente de la que se aprovech¨® durante a?os el peculiar Eric Gairy. Los hijos, movilizados por Bishop, son m¨¢s reacios a mantenerse de brazos cruzados esperando el reino de Jes¨²s. Sin embargo, la conmoci¨®n que provoc¨® el asesinato de su l¨ªder ser¨¢ dif¨ªcil de superar entre la poblaci¨®n m¨¢s joven. Todos temen que el pr¨®ximo d¨ªa 3 de diciembre una parte importante de la juventud se mantenga alejada de las urnas, lo que podr¨ªa favorecer a Gairy.
"Los norteamericanos se dan cuenta ahora de lo dif¨ªcil que resulta movilizar a los granadinos", explica el representante de un partido centrista. "Bishop lo logr¨®, pero ahora no hay ning¨²n l¨ªder para reemplazarle. Hay un cierto estado de apat¨ªa. La mayor¨ªa de los granadinos no quieren o¨ªr hablar de pol¨ªtica". Probablemente no quieren o¨ªr hablar en p¨²blico, pero en privado no hacen otra cosa. Lo curioso es que la mayor¨ªa de las personas est¨¢n mucho m¨¢s conmocionadas por los acontecimientos que precedieron a la invasi¨®n que por la invasi¨®n misma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.