Punta Salinas, el aeropuerto de la discordia
El pr¨®ximo d¨ªa 28, tres d¨ªas despu¨¦s del primer aniversario de la invasi¨®n de Granada, altos funcionarios norteamericanos se desplazar¨¢n a St. Georges para asistir a la inauguraci¨®n del nuevo aeropuerto, el mismo que comenzaron a construir los cubanos en 1980 y que hace s¨®lo 13 meses constitu¨ªa, seg¨²n Washington, una amenaza para Estados Unidos y para el Caribe. La llegada de los marines, el 25 de octubre del a?o pasado, cambi¨® completamente el panorama y ahora la pol¨¦mica y misteriosa pista de 9.000 pies de longitud ya no es el escenario de aterrizaje de peligrosos Mig 23, sino el requisito indispensble para que tomen tierra los inofensivos Boeing 727 procedentes de Nueva York, Londres o Toronto.
La inauguraci¨®n del aeropuerto de Punta Salinas se ha adelantando bastante, unos dicen que para poder aprovechar la temporada tur¨ªstica de invierno y otros que para hacerla coincidir m¨¢s o menos con el aniversario de la invasi¨®n. En cualquier caso, el aeropuerto no podr¨¢ funcionar ni al 50% de su capacidad. Pr¨¢cticamente s¨®lo est¨¢n acabadas la pista y la torre de control. Los ¨²nicos edificios que se ven son los que los cubanos levantaron, y en muchos de ellos todav¨ªa perviven las huellas de la lucha que tuvo lugar all¨ª en la madrugada del 26 de octubre de 1983. Punta Salinas fue uno de los primeros objetivos militares de la invasi¨®n y tomado r¨¢pidamente por los rangers para permitir la posterior llegada de la 82? Divisi¨®n Aerotransportada. All¨ª se enfrentaron con un nutrido grupo de trabajadores cubanos, reforzados por el coronel Pedro T¨®rtolo, de quien ahora se dice que ha sido degradado y enviado a Angola.Las autoridades locales y el propio Departamento de Estado han rechazado las respetuosas solicitudes de algunos notables de Granada (entre ellos el inefable sir Eric Gairy) para que el aeropuerto llevara el nombre de Ronald Reagan. Washington sabe que la mayor parte del proyecto fue realizada por el Gobierno revolucionario de Maurice Bishop con la ayuda de Cuba, y teme que un r¨®tulo con el nombre del presidente de Estados Unidos se convierta en una provocaci¨®n permanente para los seguidores del primer ministro asesinado. Los herederos de la revoluci¨®n, que celebraron el pasado d¨ªa 19 su primer mitin legal, sorprendentemente muy concurrido, exigen que se llame igual que su l¨ªder. As¨ª las cosas, los norteamericanos han decidido denominarlo simpilemente aeropuerto internacional de Punta Salinas.
La historia de este aeropuerto, primero odiado y despu¨¦s querido por Estados Unidos, es un magn¨ªfico ejemplo de c¨®mo una gran potencia puede hostigar y desestabilizar a un peque?o pa¨ªs con un r¨¦gimen enemigo. Desde los tiempos en que Granada era una colonia brit¨¢nica se ven¨ªa estudiando la posibilidad de construir unas nuevas instalaciones que sustituyeran al aeropuerto de Pearl. Las viejas instalaciones, al otro extremo de la isla, son peque?as y no admiten vuelos trasatl¨¢nticos o nocturnos, as¨ª que los turistas que quieren viajar a Granada tienen que ir primero a Barbados o Trinidad y desde all¨ª trasladarse en peque?os aviones de h¨¦lice de la compa?¨ªa local, Liat.
En busca de fondos
El Gobierno revolucionario de Maurice Bishop concedi¨® al proyecto de un nuevo aeropuerto una prioridad absoluta y se dirigi¨® a Cuba en busca de ayuda, porque el plan costaba cerca de 75 millones de d¨®lares y Granada s¨®lo pod¨ªa aportar por s¨ª misma 10 millones. Fidel Castro orden¨® el env¨ªo de t¨¦cnicos, trabajadores y maquinaria, pero aun as¨ª no era suficiente, y el l¨ªder granadino intent¨® reunir fondos en Venezuela (que acept¨® vender asfalto y petr¨®leo a bajo precio) y en la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE). Para entonces Washington ya hab¨ªa fijado su atenci¨®n en la peque?a isla y en su r¨¦gimen revolucionario. Estados Unidos desat¨® una violenta campa?a de hostigamiento contra el aeropuerto, hasta tal punto que los pa¨ªses de la CEE no se atrevieron a participar en una conferencia internacional organizada precisamente por la propia Comisi¨®n Europea.
Estados Unidos aseguraba que la pista de 9.000 pies era innecesaria, salvo para usos militares. De nada sirvi¨® que una empresa de Miami estuviera implicada en el proyecto ni el informe emitido por la prestigiosa firma brit¨¢nica Plessey, encargada del equipamiento electr¨®nico de Punta Salinas.
El propio primer ministro granadino se dirigi¨®, sin ¨¦xito, a los pa¨ªses de la CEE pidi¨¦ndoles que reconsideraran su postura: "Si el aeropuerto fuera una base militar de la URS S o de Cuba no estar¨ªa aqu¨ª pidiendo a ustedes 25 millones de d¨®lares".
La tozudez norteamericana era tal que incluso despu¨¦s de la invasi¨®n, el 4 de noviembre de 1983, el subsecretario del Departamento de Estado, Kenneth Dam, se felicit¨® p¨²blicamente del peligro evitado: "El aeropuerto hubiera permitido que un Mig 23 con cuatro bombas de 50 kilos golpeara en Puerto Rico y en el norte de Venezuela y regresara a su base". No es extra?o que con la llegada de los marines muchos granadinos creyeran que el proyecto iba a quedar olvidado. Para su sorpresa y alegr¨ªa, no fue as¨ª. Washington comprendi¨® de repente que sin aeropuerto no habr¨ªa desarrollo tur¨ªstico, y casi sin modificaciones y sin el menor sonrojo aprob¨® un presupuesto de 18 millones de d¨®lares para finalizarlo. La cifra indica, por lo peque?a, que Punta Salinas estaba pr¨¢cticamente terminado. Una compa?¨ªa norteamericana, Morrison & Knudsen, y otra peque?a firma canadiense se aplicaron a la tarea.
"?Sonrojo? ?Por qu¨¦?", afirma un funcionario norteamericano destinado en St. Georges. "Las cosas son as¨ª. El aeropuerto, dependiendo de un Gobierno revolucionario amigo de Cuba y de la URSS, era un peligro. En manos de un Gobierno democr¨¢tico es simplemente un instrumento de desarrollo". Herbert Blaize, que ser¨¢ probablemente el nuevo primer ministro de Granada tras las elecciones del d¨ªa 3 de diciembre, comparte el punto de vista norteamericano: "En el aeropuerto se invirtieron pr¨¢cticamente todos los recursos de Granada durante cuatro a?os de Gobierno revolucionario. Ahora debemos dinero a Libia, a Corea del Norte y a otros pa¨ªses . Si no se termina el aeropuerto la cat¨¢strofe econ¨®mica ser¨ªa completa".
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