La bomba de neutrones, el sistema para la defensa de Centroeuropa que Ronald Reagan impuso a sus aliados
Las revelaciones de la Kennedy School of Goverment de la Universidad de Harvard (v¨¦ase EL PAIS de 24 de octubre de 1984), seg¨²n las cuales el presidente Jimmy Carter pidi¨® en 1978 a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que elaborara un programa secreto de propaganda que inclu¨ªada compra de periodistas europeos nara nue escribieran a favor de la fabricaci¨®n y despliegue de la bomba de neutrones ha vuelto a poner de actualidad este arma. La fabricaci¨®n de la bomba de neutrones fue suspendida indefinidamente por Carter en 1978, tras las fuertes reacciones que en su contra se registraron en Europa, pero Ronald Reagan dio luz verde al proyecto a los pocos meses de su llegada a la Casa Blanca. Desde 1981, la bomba de neutrones es un arma m¨¢s con la que cuenta el Pent¨¢gono a la hora de realizar sus an¨¢lisis t¨¢cticos y estrat¨¦gicos. Sobre la conveniencia y los resultados que se derivar¨ªan de su posible uso en el teatro europeo existen opiniones encontradas.
La bomba de neutrones es un arma nuclear de peque?as dimensiones y efectos destructivos limitados, caracter¨ªsticas que la hacen especialmente capaz para la defensa contra un ataque masivo de blindados como el que los estados mayores occidentales creen que pudiera producirse desde el Este. Su caracter¨ªstica de arma capaz de destruir al hombre sin da?ar los objetos provoc¨® un debate pol¨ªtico y militar en los a?os 1977 y 1978 que se sald¨® con la suspensi¨®n de la fabricaci¨®n del sistema, ordenada por el presidente Carter. El c¨²mulo de reacciones producidas en Europa en contra de una bomba "s¨ªmbolo de la perversi¨®n del pensamiento humano" que supon¨ªa "una subversi¨®n de valores" al potenciar la destrucci¨®n de la vida sobre la destrucci¨®n de lo material, como se?al¨® el socialdem¨®crata alem¨¢n occidental Egon Bahr, ech¨® para atr¨¢s al dubitativo Carter, quien no vio respaldado el plan inicial de fabricarla y desplegarla en Europa por sus aliados de este lado del Atl¨¢ntico. La existencia de la bomba y sus peculiares caracter¨ªsticas salieron a la luz en junio de 1977, cuando The Washington Post revel¨® que se estaba fabricando una versi¨®n mejorada de la bomba at¨®mica, a la que se refiri¨® como la "carga de neutrones matadora". La orden de producir la bomba hab¨ªa sido firmada en secreto por el presidente Gerald Ford el 24 de noviembre de 1976, despu¨¦s de que el Grupo de Planes Nucleares (GPN) de la OTAN hubiera asentido a un informe para el Mejoramiento de la efectividad de las fuerzas nucleares de la OTAN.
Estupefacci¨®n europea
Las revelaciones del Post causaron estupefacci¨®n en Europa y los ministros de Defensa de la Alianza, que en el GNP hab¨ªan apoyado el proyecto, ve¨ªan c¨®mo sus Gobiernos plegaban velas ante la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Los ministros, en una reuni¨®n celebrada en octubre en Bari (Italia), reconocieron que el nuevo arma era deseable t¨¦cnicamente, pero trasladaron la decisi¨®n sobre su desarrollo al ¨¢mbito pol¨ªtico. M¨¢s tarde fueron los ministros de Asuntos Exteriores de Holanda, Dinamarca, Noruega e Islandia quienes hicieron p¨²blica su oposici¨®n a la bomba. S¨®lo el Gobierno de la Rep¨²blica Federal de Alemania acogi¨® bien a la bomba N.
El temor a las reacciones en los propios pa¨ªses no era nada comparado con el existente, ante las repercusiones que la fabricaci¨®n y el despliegue de tal sistema pudiera tener en las relaciones Este-Oeste, entonces apenas degradadas, y con el proceso negociador en marcha de las SALT II. Veintiocho partidos comunistas, entre ellos el espa?ol, firmaron en Mosc¨², en agosto de 1977, con motivo de la conmemoraci¨®n del lanzamiento de la bombas at¨®micas sobre Hiroshima y Nagasaki, un manifiesto contra "el car¨¢cter monstruoso de este arma" y llamaron "a las fuer zas comprometidas con la, paz, especialmente a las de inspiraci¨®n socialista, socialdem¨®crata y cristiana, a la acci¨®n para la prosecuci¨®n de la pol¨ªtica de distensi¨®n".
Mosc¨², a trav¨¦s de Leonid Breznev, ya hab¨ªa manifestado que si Estados Unidos fabricaba la bomba la URSS no iba a quedarse como mero observador pasivo", y el propio n¨²mero uno sovi¨¦tico, apenas iniciado 1978, envi¨® a los principales Gobiernos europeos de la OTAN una nota inst¨¢ndoles a hacer frente a las ambiciones norteamericanas y a buscar un acuerdo para prohibir la fabricaci¨®n de tal arma.
La doble presi¨®n en el frente interno, los aliados, y en el externo, los sovi¨¦ticos, llev¨® finalmente a Carter a aplazar indefinidamente la fabricaci¨®n de la bomba N. Un escueta declaraci¨®n de la Casa Blanca se?alaba en abril de 1978, tras anunciar el aplazamiento indefinido, que la decisi¨®n ¨²ltima depender¨ªa del "grado que la Uni¨®n Sovi¨¦tica muestre en el centrol de sus programas de armamentos convencionales y nucleares que afecten a la seguridad de Estados Unidos y de Europa occidiental".
A partir de ese momento el proyecto de la bomba de neutrones qued¨® archivado en alg¨²n caj¨®n de la Casa Blanca o del Pent¨¢gono. Una de la primeras medidas adoptadas por la Administraci¨®n republicana encabezada por Ronald Reagan fue desempolvar el proyecto. Cuando no hab¨ªan transcurrido dos semanas de la toma de posesi¨®n de Reagan, su secretario de Estado, Caspar Weinberger, anunci¨® que se estaba "reconsiderando la posibilidad de producir y desplegar la bomba de neutrones en Europa". Reagan desminti¨® la noticia en un primer momento, a instancias del entonces secretario de Estado, Alexander Haig, quien .tem¨ªa la reacci¨®n que pudiera producirse en Europa, pero acab¨® por aprobar el proyecto.
Las reacciones entre los aliados, destinatarios ¨²ltimos de la bomba, volvieron a repetirse, pero Weinberger fue. taxativo al se?alar en agosto que "la bomba de neutrones va a ser almacenada en Estados Unidos y, por tanto, no ha habido necesidad de consultar con nadie". Como dijo el semanario franc¨¦s L'Express, Reagan estaba dispuesto a defender Europa a pesar de ella misma. Weinberger argumentaba que con la nueva arma se "reduc¨ªa sustancialmente el n¨²mero de civiles que morir¨ªan por su utilizaci¨®n", al tiempo que se pod¨ªa "detener una invasi¨®n masiva de fuerzas blindadas del enemigo". Por si fuera poco, se "reducir¨¢ la posibilidad de que, incluso en una crisis, los sovi¨¦ticos se sintieran tentados a lanzar un ataque contra nuestros aliados", por lo que "las bombas N aumentan la credibilidad de nuestra capacidad de disuasi¨®n y, por tanto, reducen la probabilidad de que las bombas nucleares sean jam¨¢s usadas en una guerra europea".
Esta ¨²ltima tesis no es compartida en absoluto por todos los analistas. No son pocos quienes ven en ella una alarmante reducci¨®n del umbral nuclear y recuerdan la advertencia sovi¨¦tica del general R. Simonian, a prop¨®sito precisamente de la bomba de neutrones, de que "para nadie es un secreto que la Uni¨®n Sovi¨¦tica tambi¨¦n posee armas nucleares; en tales condiciones no es dif¨ªcil imaginarse a qu¨¦ conducir¨ªa un conflicto armado en Europa". El senador norteamericano Sam Nunn estima que quienes se oponen a la bomba temen precisamente que llegue a producirse su empleo sin darse cuenta de que es precisamente esa posibilidad lo que hace cre¨ªble la disuasi¨®n que tal arma proporciona.
En Francia, pa¨ªs en condiciones de fabricar la bomba N en el mo mento que as¨ª lo decida el presi dente, se han publicado varias obras relativas a los cambios en la doctrina militar que tal arma pro duce. El coronel Marc Geneste, coautor junto con el padre de la bomba N, Sam Cohen, de Reto a la guerra, la bomba de neutrones, sos tiene que con este arma la respues ta graduada se convierte en absur da y hace hincapi¨¦ en el hecho de que con ella se da a la defensiva una superioridad radical sobre la ofensiva. El ex general Etienne Copel, que abandon¨® el Ej¨¦rcito para poder publicar Ganar la guerra: otra defensa, otro ej¨¦rcito, propone un nuevo ej¨¦rcito estructurado a partir de peque?as unidades dota das de armas qu¨ªmicas y bombas de neutrones que s¨®lo se emplear¨ªan en terreno propio.
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