La venganza hind¨² asol¨® los barrios sijs y destruy¨® enseres y hogares
Una multitud enfurecida mat¨® a cerca de 90 personas ayer en Nueva Delhi, en una de las m¨¢s graves manifestaciones de violencia contra los sijs tras el asesinato de Indira Gandhi. La agencia oficial de noticias de la India, PTI, afirmaba, al informar de nuevos disturbios, que los cuerpos calcinados yac¨ªan amontonados, despu¨¦s de que grupos de personas provocaran violentos incidentes e incendiaran viviendas en la zona este de la capital, durante cuatro horas.La situaci¨®n se convirti¨® en una verdadera pesadilla para 250 familias sijs de un suburbio de Nueva Delhi. La llegada del Ej¨¦rcito puso fin al terror de esta gente, pero poco quedaba ya de sus hogares y posesiones.
"La multitud vino en oleadas, nos atac¨® y quem¨® y saque¨® nuestras casas y coches durante 36 horas", dec¨ªa KuIdip Singh, secretario general en Nueva Delhi del ala juvenil del partido moderado sij, Akali Dal.
La violencia en el suburbio de Hari Ashram, al sur de Nueva Delhi, no ces¨® hasta la llegada del Ej¨¦rcito, que actu¨® con contundencia, en opini¨®n de un transportista que perdi¨® dos camiones en los enfrentamientos.
Los perros descubrieron entonces en el patio de una escuela un cuerpo calcinado que, seg¨²n los vecinos, era el de un sij. Unas 20 personas fueron hospitalizadas.
A partir de entonces, soldados armados con rifles patrullaron las calles, materialmente cubiertas de ladrillos y piedras, que, horas antes, hab¨ªan servido de improvisados proyectiles para la batalla campal que se libr¨® en el suburbio sij. Mientras tanto, cerca de 30 camiones y autobuses, en cuyo interior hab¨ªa probablemente alguna persona, humeaban todav¨ªa.
Los habitantes sijs de la barriada contaban que una masa de gente empez¨® a arrojar ladrillos contra sus casas desde un puente cercano, poco despu¨¦s de que se anunciara, el pasado mi¨¦rcoles, el asesinato de la primera ministra, Indira Gandhi, por dos de sus guardaespaldas sijs.
Los brotes de violencia alcanzaron el l¨ªmite de lo racional cuando el jueves millares de personas volcaron un tren en la estaci¨®n local y penetraron en la zona sij, asegura KuIdip Singh. ?l y otros muchos sijs, que se agazaparon en el exterior de un peque?o templo, manifestaron posteriormente que ni la polic¨ªa ni la reserva, paramilitar, que estaban presentes, hicieron nada para protegerles del ataque de la multitud hind¨².
"La polic¨ªa disparaba contra nosotros en vez de ayudarnos a defendemos de la gente", insisti¨® m¨¢s tarde Singh. La polic¨ªa declin¨® hacer cualquier tipo de comentario.
Uno de los afectados incluso mostr¨® a los informadores su casa, una armaz¨®n chamuscada. La cerradura fue forzada, los cofres de joyas, vaciados; los enseres dom¨¦sticos fueron quemados y desparramados por el suelo. Una motocicleta, que estaba aparcada fuera, fue destrozada e incendiada. "Pens¨¦ que ¨ªbamos a morir todos aqu¨ª", afirm¨® aturdido un ni?o de 10 a?os mientras regresaba hacia los cascotes que hab¨ªan sido su hogar.
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