Un buen filme repleto de imperfecciones
Despu¨¦s de 55 pel¨ªculas como responsable de la fotograf¨ªa, Carlos Su¨¢rez debuta como director con El jardin secreto. As¨ª pues, no son los primeros pasos de un joven novato, sino la ampliaci¨®n del ¨¢rea de influencia de un hombre que ya se hac¨ªa notar en las ¨²ltimas pel¨ªculas de Berlanga, en Ep¨ªlogo o en La noche m¨¢s hermosa, por citar s¨®lo las m¨¢s recientes. Con El jard¨ªn secreto, Su¨¢rez ya no tiene ¨²nicamente que preocuparse por la coherencia y continuidad de la imagen, sino que debe hacer lo propio con la ficci¨®n argumental y con la mec¨¢nica narrativa que la vehicula. Y lo cierto es que la pel¨ªcula est¨¢ muy bien contada, con elegancia y fluidez, s¨®lo perturbada por defectos m¨¢s atribuibles a un excesivo autocontrol que a una hipot¨¦tica impericia.El jard¨ªn secreto es una historia de amor -o de amor y pasi¨®n, para ser m¨¢s exactos- entre un hombre inquieto y desorientado -no en vano es un marino en La Mancha- y una mujer que no concibe la sexualidad al margen de pulsiones sadomasoquistas. Ese instinto destructor o autodestructor ella procura mantenerlo en secreto, aunque su exhibicionismo la lleva a intentar mostrarlo.
El jard¨ªn secreto
Director: Carlos Su¨¢rez. Int¨¦rpretes: Assumpta Serna, Xabier Elorriaga, Cecilia Roth, Taida Urrozola, Manuel Zarzo, Luis Ciges, Chus Lampreave. Gui¨®n: C. Su¨¢rez y L. Salvador Maldonado. Fotograf¨ªa: Javier Aguirresarobe. M¨²sica: Alberto Bourbon. Espa?ola, 1984. Locales de estreno: Capitol y Vaguada M-2. Madrid.
La historia se prestaba a versiones de porno duro o tambi¨¦n a ese edulcorado erotismo de spot de champ¨². Su¨¢rez ha evitado ambos peligros al plantear el relato en t¨¦rminos de obsesi¨®n, al convertir el erotismo en un fruto de la mente, liberando el sadomasoquismo de su car¨¢cter tab¨² o de la condenaci¨®n moral, lo que no significa que aparezca desprovisto de sordidez, de esa vertiente miserable que, a fin de cuentas, no es ajena a cualquier relaci¨®n de dominio, es decir, de cualquier relaci¨®n tout court.
El doble mundo de la protagonista encuentra una perfecta traducci¨®n visual en dos aspectos tambi¨¦n opuestos: la oficina, blanca y sin sombras, y el hogar sombr¨ªo y m¨®rbido en el que Assumpta Serna se transforma, dejando de ser una fr¨ªa secretaria para metamorfosearse en una mujer dura y fr¨¢gil a un tiempo. Como Leo, el protagonista voyeur de Bilbao, la Assumpta Serna de El jard¨ªn secreto construye un mundo imaginario con el que justificar su deseo, una ficci¨®n en la que la muerte ocupa un primer plano.
Momentos excelentes
La pel¨ªcula tiene momentos excelentes, sobre todo cuando logra poner en marcha la imaginaci¨®n del espectador, de manera que ¨¦sta vaya m¨¢s all¨¢ de lo que ve. Por ejemplo, la secuencia en la que se reconstruye lo sucedido entre Serna y Cecilia Roth a partir de unas polaroid y un casete, o la espl¨¦ndida del enfrentamiento entre los dos protagonistas, ella desnuda bajo la gabardina, anhelando ofrecerse y no atrevi¨¦ndose a hacerlo. Funcionan tambi¨¦n de manera satisfactoria las secuencias con Cecilia Roth o con Ciges.Si El jard¨ªn secreto no es, sin embargo, una obra redonda, comparable a Bilbao o Repulsi¨®n -cito los dos referentes explicitados por el propio Su¨¢rez-, se debe a que el filme es demasiado calculado, a que tiende a congelar el deseo y la pasi¨®n de su ins¨®lita hero¨ªna debido a una absurda sensatez de gui¨®n. Pretender que el espectador crea en la incre¨ªble historia del marido o amante que chantajea desde su condici¨®n de fantasmal superviviente de un accidente a¨¦reo es un error, cuya explicaci¨®n hay que buscarla en uno de esos t¨®picos de suspense sobre la realidad del chantajista, cuando el suspense que nos interesa es el que nace de la doble cara de Assumpta Serna.
El final -muy convencional, y rodado e interpretado con notable descreimiento-, as¨ª como una m¨²sica poco adecuada, son los otros elementos negativos a tener en cuenta de El jard¨ªn secreto de Carlos Su¨¢rez, un filme imperfecto pero estimulante, que descubre a un cineasta muy dotado para dar cuerpo cinematogr¨¢fico a relatos er¨®ticos, capaz de contar en im¨¢genes e insuflar -con la ayuda de unos actores magn¨ªficos y una fotografia muy ajustada- autenticidad a los personajes y hacer aceptables sus historias, que, a fin de cuentas, quiz¨¢ s¨®lo sean demasiado humanas.
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