La musica espa?ola, entre Gerhard y Olavide
L¨®pez Cobos, que dirigi¨® a la Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n Espa?ola -orquesta que ya tuvo a su frente en repetidas ocasiones al hoy maestro titular de la Orquesta Nacional-, ofreci¨® un programa interesante en el que, junto al primer concierto de piano de Brahms, figuraban la Primera sinfon¨ªa, de Roberto Gerhard, en primera audici¨®n espa?ola, y la reposici¨®n de Sine die, de Gonzalo Olavide.L¨®pez Cobos subraya en un breve introito a las notas del programa c¨®mo "entra dentro de lo escandaloso" el olvido que la obra de Gerhard sufre entre nosotros. Palabras, no por apasionadas, menos ciertas. Que yo recuerde, ni Argenta, ni Toldr¨¢, ni antes Arb¨®s, ni despu¨¦s Fr¨¹hbeck, L¨®pez Cobos y tantos otros, han frecuentado el sinfonismo de Gerhard, "compositor y pianista de ascendencia suiza, nacido en Valls, Tarragona, que se identifica a s¨ª mismo con la m¨²sica espa?ola, y, finalmente, ciudadano ingl¨¦s", como dice The Concise Oxford Dictionary of Music (1980).
Orquesta Sinf¨®nica de RTVE
Director: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Solista: Elisabeth Leonskaia. Obras de Roberto Gerhard, Gonzalo de Olavide y Brahms. Teatro Real, Madrid. 8 y 9 de noviembre.
Si sus primeras obras sinf¨®nicas -Albada, Interludi y Dansa; Don Quijote, suite de ballet; Homenaje a Pedrell, y Alegr¨ªas- han sido interpretadas en Madrid y Barcelona, no sucede lo mismo con las cuatro sinfon¨ªas, aunque la tercera fue programada en el Festival de Barcelona, en 1977, o el concierto para orquesta. El p¨²blico madrile?o s¨ª conoce los conciertos para viol¨ªn y piano tocados en 1979 y 1980, respectivamente, y est¨¢ mucho m¨¢s difundida la m¨²sica de c¨¢mara en sus diversos aspectos y tendencias. Las ¨²ltimas p¨¢ginas de ese g¨¦nero, conocidas como zodiacales -G¨¦mini, Libra y Leo-, adquieren para muchos comentaristas un valor singular, pues en ellas el m¨²sico alcanza una s¨ªntesis esencializada de su pensamiento sonoro m¨¢s ligado a su maestro, Arnold Sch?nberg. Especialmente Libra programada por Radio Nacional para la Uni¨®n Europea de Radiodifusi¨®n, en 1969, un a?o despu¨¦s de su creaci¨®n mundial-, y Leo, constituyen p¨¢ginas maestras que pueden valer en la trayectoria gerhardiana lo que el Concerto en la de Manuel de Falla.
Pero una cosa es cierta: el acercamiento al gran p¨²blico se produce por v¨ªa de lo sinf¨®nico y, por lo mismo, hemos de celebrar el prop¨®sito, confesado por L¨®pez, Cobos de insistir en la programaci¨®n de la obra orquestal de Gerhard, m¨¢s a¨²n si llega a hacerse realidad la grabaci¨®n discogr¨¢fica de su apretado y significativo ciclo orquestal.
La primera sinfon¨ªa escuchada ahora data de 1953 y fue estrenada por Rosbaud y la Orquesta de la S¨¹dwestfunk en el Festival de la SIMC de 1955 (en el que, por cierto, reingres¨® Espa?a en la sociedad). Cuando Gerhard me envi¨® la partitura, en 1966, apuntaba en su carta la sospecha de que sus obras no tuvieran lanzamiento en Espa?a por parte de los editores. Idea tan cierta como insuficiente para explicar el citado desv¨ªo.
Para entender la evoluci¨®n de Gerhard es necesario no perder de vista la multiplicidad de sus or¨ªgenes: disc¨ªpulo de Pedrell y de Granados, acab¨® convirti¨¦ndose en el ¨²nico alumno espa?ol de S?hnberg. Dec¨ªa el music¨®logo Hans Keller, -como Salter y como Driew, ferviente admirador de Gerhard- que en esa grande y rara personalidad musical habitaban tres compositores distintos y superpuestos: el nacionalista, el sch?nbergiano y el sint¨¦tico, que alarga su atenci¨®n a las t¨¦cnicas electroac¨²sticas (Audiomobiles, 1959; Lamento por la muerte de un torero, 1959; Diez piezas, 1961; Esculturas, 1963; Collages, tercera sinfon¨ªa, 1960).
Quiz¨¢ la primera sinfon¨ªa sea la gran muestra inicial del Gerhard sint¨¦tico, que asumi¨®, a su modo y seg¨²n su sensibilidad, cualquier herencia, si bien la nacionalista ten¨ªa poco que hacer en la ideolog¨ªa de las sinfon¨ªas. Los tres tiempos se articulan en una gran unidad de pensamiento a trav¨¦s de una textura libre y clara.
La nueva audici¨®n de Sine die -una apretada muestra del talento musical de Gonzalo Olavide (otro espa?ol fuera de Espa?a) y de su amor por la belleza-, result¨® interesante. Condensada y plena de resonancias, Sine die es obra que no puede minimizarse con la mera adjetivaci¨®n de bien sonante.
Pocas l¨ªneas bastan para comentar el Primer concierto, de Brahms, en el que actu¨® la pianista sovi¨¦tica Elisabeth Leonskaia (Tblissi, 1945). Su categor¨ªa t¨¦cnica, de poderoso impulso, est¨¢ al mismo nivel que su certera musicalidad. No se trata de lo que entendemos por rigor, sino de poseer el don de acertar: en la elecci¨®n de cada matiz, cada fraseo, cada respiraci¨®n, cada sonoro pian¨ªsimo y cada aterciopelado fort¨ªsimo. Leonskaia ilumin¨® con suprema claridad el complejo y sustancial virtuosismo brahmsiano y hasta fue capaz de encender la t¨®nica inicial de la orquesta, un tanto ca¨ªda. El ¨¦xito para la pianista y para el voluntarioso trabajo de la orquesta, de la que L¨®pez Cobos obtuvo un vigoroso sonido, fue total.
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