La izquierda y el poder
Mi prop¨®sito en este art¨ªculo es responder por m¨ª a la pregunta que hace d¨ªas se hac¨ªa y nos hac¨ªa Juan Luis Cebri¨¢n sobre qu¨¦ quiere decir hoy, pol¨ªticamente, la denominaci¨®n izquierda y dar esta respuesta poni¨¦ndola en relaci¨®n con la presentaci¨®n, doble presentaci¨®n por ella misma, del libro de Petra K. Kelly, Lucha por la esperanza. Sin violencia hacia un futuro verde.
?D¨®nde est¨¢ la izquierda hoy? El partido comunista, tan deprimido en la actualidad, no ha logrado hacer suficientemente cre¨ªble, a la opini¨®n p¨²blica, la independencia, frente a Mosc¨², de su eurocomunismo, y hoy por hoy pasa por una crisis de representatividad. En cuanto al partido socialista, hoy en el poder, al estar llevando a cabo una pol¨ªtica de centro-derecha, por no decir de derecha sin m¨¢s, es claro que est¨¢ defraudando las expectativas de la verdadera izquierda, aunque, por otra parte, est¨¦ cerrando el paso a una alternativa de derecha por la que no optar¨ªan sino los nost¨¢lgicos del franquismo, porque -tiene que decirse el votante medio espa?ol ?para qu¨¦ probar una derecha con veleidades neofranquistas o un centro a cuya cabeza aparece un catalanista cuando ya tenemos en el Gobierno al centro (Maravall, Ledesma, Mor¨¢n), as¨ª como a la derecha (Boyer, Solchaga, Barrionuevo), y m¨¢s vale lo malo conocido que lo peor por conocer? ?sta es, creo, nuestra verdadera y parad¨®jica situaci¨®n, dentro de la cual la izquierda apenas existe, la derecha no puede sobrepasar el techo dado por la estatura de Fraga, y el espacio pol¨ªtico del centro y de una derecha civilizada est¨¢ ocupado precisamente por el Gobierno.
Volvamos a nuestra pregunta inicial: ?qu¨¦ significa hoy, pol¨ªticamente, llamarse y ser de izquierda? No, por m¨¢s que nos duela a otros nost¨¢lgicos, los de los felices a?os sesenta, proponerse aquella revoluci¨®n cultural superadora a la vez del comunismo y del capitalismo. Pero s¨ª darse cuenta de que la contestaci¨®n global a los sistemas establecidos no ha pasado en vano, y a ello hac¨ªa yo referencia en el art¨ªculo publicado aqu¨ª mismo el 3 de agosto pasado, con el t¨ªtulo de Por una izquierda neocontestataria. Ahora bien, Petra Kelly es genuina heredera de lo que fueron los a?os sesenta, cuyo actualizado esp¨ªritu personifica muy bien: contestaci¨®n del sistema, resistencia y rebeld¨ªa no violenta, protesta, objeci¨®n, disrupci¨®n, happenings, marchas, silencios, sentadas, encierros, ayunos... En suma, las que entonces se llamaron y ella contin¨²a llamando acciones simb¨®licas. Tambi¨¦n sus figuras ejemplares son las mismas de entonces: el por entonces redescubierto Henry David Thoreau, Bertrand Russell, los hermanos cat¨®licos Daniel y Philip Berrigan, el protestante negro Martin Luther King, el propio Heinrich B?ll, prologuista del libro... La puesta en cuesti¨®n primera de la econom¨ªa de crecimiento, el enmarcamiento de la econom¨ªa en la ecolog¨ªa, el surgimiento, hacia el a?o 1970, de los primeros movimientos ecologistas, el hacer de la propia vida, siguiendo a Thoreau, el contrapeso para detener la maquinaria, la tecnolog¨ªa intermedia, la afirmaci¨®n de la imaginaci¨®n frente a los expertos; todo esto que Petra Kelly hace suyo, data de entonces.
S¨ª, pero Petra Kelly comprende muy bien que no podemos volver a entonces. Debe mantenerse la reticencia con respecto a todos los partidos, pero es menester un parad¨®jico partido antipartidos sin voluntad de poder pero con firme decisi¨®n de vigilancia y denuncia, un mitad partido y mitad asociaci¨®n ciudadana que no sea s¨®lo extraparlamentario sino que est¨¦ tambi¨¦n presente en el Parlamento, el cual hoy yace desvalido -pas¨® la ¨¦poca del parlamentarismo- frente al todopoderoso ejecutivo, con su disciplina de partido, sus electorales listas cerradas, la estructura antidemocr¨¢tica del aparato al servicio del poder; que ejerza una constante presi¨®n sobre el Parlamento, sobre los partidos, frente al ejecutivo, pero "no contra la democracia parlamentaria sino ?en ella!", en el esfuerzo por el logro de una infraestructura aut¨¦nticamente democr¨¢tica. En suma, lo que Petra Kelly propone es la democratizaci¨®n y la actuaci¨®n desde dentro de la pol¨ªtica, pero no desde el poder, de lo que yo considero desde hace muchos a?os la instancia y el oficio del intelectual.
Retornemos nuestra pregunta: ?qu¨¦ es hoy ser de izquierda? Los jovenes de los a?os sesenta preconizaban "la imaginaci¨®n al poder". Quiz¨¢ en circunstancias muy favorables puede la imaginaci¨®n subir al poder, pero mantenerse en ¨¦l no. Hoy sabemos que ser de izquierda es estar frente al poder. El liberalismo del siglo pasado pareci¨® ser de izquierda porque aspiraba a la reducci¨®n del poder pol¨ªtico... compensada por el desarrollo, sin traba alguna, del poder econ¨®mico, y a eso se est¨¢ queriendo ir, o volver. Dec¨ªa lord Acton que el poder corrompe, y tal vez, en mayor o menor grado, corrompa siempre. Desde luego, siempre envejece y, lo que es m¨¢s grave, derechiza. Mas ?d¨®nde est¨¢ hoy el poder por antonomasia? El poder internacional, supranacional, es hoy el poder EE UU-Reagan, el de la "pol¨ªtica de gestos amenazadores y de fuerza", el de la hegemon¨ªa mundial. Por debajo de ¨¦ste, sometido a ¨¦l, satelizado por ¨¦l, existen poderes intranacionales, los de los pa¨ªses pol¨ªtica y econ¨®micamente neocolonizados.
Para algunos de nosotros no puede haber aut¨¦ntica democracia sin democracia como moral o, como escribe Petra Kelly, "fundamentada sobre valores morales". La alternativa es la democracia meramente pol¨ªtica, es decir, la pol¨ªtica en su acepci¨®n peyorativa de habilidad y ambig¨¹edad calculada. A prop¨®sito, ?no es alarmante la proximidad entre esa ambig¨¹edad calculada, de la que se nos ha hablado, y aquella ambig¨¹edad constructiva citada por Petra Kelly, expresi¨®n con la que el delegado especial de Reagan para Latinoam¨¦rica, V. Walters, que no exclu¨ªa una intervenci¨®n violenta contra Nicaragua, resum¨ªa la doctrina norteamericana con respecto a aquel continente?
Esta democracia meramente pol¨ªtica, es decir, desvinculada de la moral, como no sea sino para utilizarla como medio, se reduce a arte depersuasi¨®n, usando del cr¨¦dito moral, al servicio de una realpolitik y, como suele decirse, a arte de lo posible. ?Que la pol¨ªtica que hoy se pr¨¢ctica es la ¨²nica posible y que cualquier otra acarrear¨ªa mayores males? Quiz¨¢. Pero la pol¨ªtica realista, la pol¨ªtica de lo posible, es siempre pol¨ªtica de la derecha. La izquierda imagina y propone; la derecha, generalmente mucho despu¨¦s, y muy edulcoradamente, realiza lo por aqu¨¦lla imaginado y propuesto. S¨ª, tal vez sea la de nuestro Gobierno la ¨²nica pol¨ªtica posible. A eso s¨®lo cabe contestar desde la aut¨¦ntica izquierda, y como en los a?os sesenta, 11 pidiendo lo imposible". 0 bien participando del poder con la renuncia, expl¨ªcita o impl¨ªcita, a llamarse y ser de izquierda.
En resumen y para terminar, ?qu¨¦ quiere decir ser de izquierda? La ¨²nica definici¨®n v¨¢lida de la izquierda es, a mi parecer, la topol¨®gica, la que toma la palabra al pie de la letra: es de izquierda quien est¨¢ fuera y a la izquierda del poder, es decir, frente a ¨¦l. (Hay o puede haber una oposici¨®n por parte de la derecha, que encuentra d¨¦bil el actual ejercicio del poder.) En el l¨ªmite ut¨®pico -extrema izquierda- la izquierda est¨¢ contra el poder, es decir, contra el dominio del hombre por el hombre. Por eso es tan dif¨ªcil, casi imposible en el mundo de hoy, como no sea dentro de un partido antipartidos y sin aspirar a gobernar, ser a la vez pol¨ªtico activo y plenamente de izquierda.
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