Kissinger y la guerra de las galaxias

En su edici¨®n del 23 de septiembre pasado, EL PAIS public¨® un art¨ªculo del ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, titulado La eficacia de las armas defensivas, que a mi juicio no puede ser calificado de otro modo que como el credo del propagandista de la militarizaci¨®n del espacio c¨®smico. Su conclusi¨®n ¨²ltima puede resumirse en las siguientes palabras: "No debemos asumir compromisos respecto a la militarizaci¨®n del cosmos. Hemos de continuar investigando y dise?ando activamente, renunciando a la moratoria".Kissinger recomienda a la Casa Blanca la creaci¨®n de un sistema limitado de defensa misil¨ªstica con elementos de emplazamiento en el cosmos, lo que no es nada nuevo. El concepto de defensa anticohetes limitada adaptado al cosmos -que tan obstinadamente propone Kissinger- se asemeja demasiado a las variaciones, harto conocidas, sobre temas relacionados con los conflictos nucleares: limitados, prolongados y totales.

Tras recordar que ha sido ¨¦l uno de los arquitectos del tratado sovi¨¦tico-norteamericano de 1972 sobre la limitaci¨®n de los sistemas de defensa antimisiles, Kissinger trata de sancionar con su pasado prestigio el menoscabo actual por parte de Washington de este Importante documento. Con ese fin hace no s¨®lo una digresi¨®n seudocient¨ªfica, sino hasta deshonesta, a la historia de las relaciones entre nuestros pa¨ªses; una interpretaci¨®n distorsionada de la pol¨ªtica exterior de paz sovi¨¦tica y de sus iniciativas. Y lo que no le cuadra en absoluto a un hombre como ¨¦l es afirmar gratuitamente que la URSS "viola el esp¨ªritu y, casi puede darse por descontado, la letra del tratado sobre los sistemas antimisiles".

Al referirse a los intensos preparativos realizados por la Administraci¨®n y el Pent¨¢gono para crear los sistemas antimisiles, denominado en Norteam¨¦rica "la guerra de las galaxias", Kissinger deja caer que este asunto requiere tan s¨®lo "cambiar las condiciones del tratado sobre los sistemas antimisiles o renunciar a ¨¦l". ?No ser¨¢ ¨¦sa la violaci¨®n que Kissinger trata de endilgar a la otra parte?

El ajetreo c¨®smico-militar de Washington es presentado por Kissinger con un r¨®tulo aparentemente inocente como la defensa. Pero est¨¢ claro que el casquete integral c¨®smico y cada uno de sus componentes defensivos bajo los cuales la Administraci¨®n Reagan quisiera colocar a EE UU son complejos de car¨¢cter ofensivo, de los que puede valerse el autor del primer golpe nuclear.

"Te¨®ricamente", afirma Kissinger, "las superpotencias han de estar interesadas en prevenir una guerra". ?Y pr¨¢cticamente? Todo est¨¢ clar¨ªsimo: voluntaria o involuntariamente, la declaraci¨®n de Kissinger vuelve a poner totalmente al desnudo el miserable aspecto que ofrece la pol¨ªtica exterior norteamericana. El mundo, hoy, no necesita consejos teorizantes ni palabras altisonantes, sino acciones eficientes y concretas para salvar a la civilizaci¨®n del exterminio nuclear.

Kissinger trata de presentarse al lector como un hombre imparcial, poco menos que como juez ¨¢rbitro del mundo de la superdiplomacia. De hecho, no es m¨¢s que un abogado de la pol¨ªtica agresiva.-

. Periodista.