Fallaron cuatro disparos a tres metros
Poco despu¨¦s de las 6.15 de la tarde del martes 20 de noviembre, aniversario de la muerte del general Franco, en la consulta pedi¨¢trica del doctor Brouard, situada en el segundo piso de la calle de la Alameda de Rekalde, n¨²mero 12, en el centro de Bilbao, permanec¨ªan at¨®nitos y estremecidos por lo que acababan de ver un matrimonio con su hija, de dos a?os, y la enfermera del dirigente abertzale, Mar¨ªa Bego?a Mart¨ªnez de Burgu¨ªa, ante el cad¨¢ver del miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna.Santi Brouard acababa de recibir seis disparos, cinco en la cabeza y uno en la mano, que le condujeron a la muerte inmediata. Los dos asesinos hab¨ªan utilizado para el atentado una pistola marca Husquarna del calibre 9 mil¨ªmetros Parabellum, de fabricaci¨®n finlandesa, que se confundi¨® con otra checoslovaca, y un subfusil, no metralleta, marca Army Jager, del calibre 22, de fabricaci¨®n italiana.
Los dos asesinos, considerados aut¨¦nticos profesionales contratados, fallaron a muy poca distancia del dirigente de HB cuatro disparos. Santi Brouard recibi¨® cinco proyectiles en la cabeza y uno en la mano. Los otros cuatro proyectiles se incrustaron en las paredes y puerta de la entrada al despacho de la consulta.
Uno de los dos hombres dispar¨® ocho veces con el subfusil italiano del calibre 22, mientras que el segundo, al parecer menos experimentado en disparar a bocajarro, s¨®lo apret¨® el gatillo dos veces con la pistola finlandesa. Los diez casquillos fueron recogidos por los servicios del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 de Bilbao, que dirige las investigaciones para aclarar este asesinato.
Los dos desconocidos llamaron a la consulta de Brouard poco antes de las 6.15 de la tarde. A esa hora, el jefe superior de polic¨ªa de Bilbao, Miguel Planchuelo, acompa?aba al director general de la Polic¨ªa, Rafael del R¨ªo, en una visita a las instalaciones de Eibar. R¨¢pidamente fueron informados del atentado a trav¨¦s de la emisora de la polic¨ªa.
Bego?a, la enfermera de Brouard, hab¨ªa abierto la puerta a los dos hombres, que preguntaron por el doctor, y cuya "pinta" no le gust¨® nada. Inmediatamente, uno de ellos intent¨® llegar hasta la puerta que comunica con el despacho m¨¦dico del dirigente abertzale. Los movimientos que realizaron para sacar las armas produjeron, en segundos e instintivamente, la reacci¨®n de la enfermera para tratar de avisar al doctor: unos gritos y un forcejeo con el primero de ellos, que se deshizo de Bego?a con facilidad.
Santi Brouard escuch¨® los "extra?os gritos" de su enfermera, pero no se imagin¨® en unos segundos que el aviso pretend¨ªa que se escondiera porque iban a matarle. Brouard abri¨® la puerta de su despacho que comunica con el vest¨ªbulo, y all¨ª, sin m¨¢s, fue disparardo a unos tres metros de distancia.
Los dos hombres, al parecer, hablaban correctamente castellano, aunque tampoco articularon muchas palabras. Uno, de pelo moreno, con abundante pelo posiblemente postizo y cicatrices a ambos lados de la cara, y otro, mayor, de alrededor de 40 a?os, salieron corriendo de la consulta. Uno dej¨® el arma en el mismo vest¨ªbulo, y el otro, en la escalera. Los dos llevaban guantes y, obviamente, no dejaron huella alguna en las armas.
Salieron del portal y no subieron a ning¨²n veh¨ªculo. Doblaron la calle y nadie les vio. Una vez all¨ª pudieron tomar un coche y huir, pero nadie sabe c¨®mo huyeron. No pasaron m¨¢s de dos minutos.
Bego?a, que lleva varios d¨ªas completamente afectada por el asesinato, al que asisti¨® en primera fila, pasa este fin de semana fuera de su casa de Bilbao para sobreponerse y huir del posible acoso de los periodistas. Las extra?as armas utilizadas por los asesinos y la falta de datos sobre el atentado han proporcionado pocas pistas a la polic¨ªa, que ha practicado diferentes sondeos entre amigos, pol¨ªticos de todas las tendencias y posibles enemigos del doctor para buscar a los posibles culpables.
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