Los socialistas de Catalu?a
LOS SOCIALISTAS catalanes han celebrado este ¨²ltimo fin de semana su cuarto congreso, todav¨ªa muy influenciados por la severa derrota electoral que sufrieron en las elecciones auton¨®micas, y tambi¨¦n bajo la enorme presi¨®n psicol¨®gica que supone para ellos, en el momento en que est¨¢n intentando objetivar sus propios signos de identidad -los que se refieren a su car¨¢cter socialista y su condici¨®n de catalanes-, el hecho de que estemos en puertas del congreso federal del PSOE.Lo primero que ha emergido de la reuni¨®n de los socialistas catalanes es la profundidad de su crisis tras la victoria absoluta de Jordi Pujol y la superficialidad que ha tenido hasta el momento todo el debate que sigui¨® a aquella comparecencia en las urnas. Cuando para la inmensa mayor¨ªa de los catalanes aquellas elecciones ya parecen estar muy lejos, y cuando para Converg¨¨ncia i Uni¨® no s¨®lo forman parte del pasado, sino que el pujolismo, adem¨¢s de gobernar la Generalitat, tiene volcadas las energ¨ªas en un nuevo proyecto que le hace mirar hacia adelante -el desembarco en el resto de Espa?a de la mano de Miquel Roca y de la operaci¨®n reformista-, el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) sigue pensando en su derrota y contin¨²a pregunt¨¢ndose cu¨¢l es su sitio en la sociedad catalana, a pesar de su hegemon¨ªa en la Administraci¨®n municipal y de la sustancial victoria que consigui¨®, dentro de Catalu?a, en las legislativas de 1982.
En segundo lugar, los socialistas catalanes tampoco parecen avanzar en la clarificaci¨®n de la naturaleza de sus relaciones con el resto de los socialistas espa?oles, del mismo modo que no logran que el PSOE, como partido, comprenda mejor la especificidad de sus problemas a la vista de la realidad nacionalista de Catalu?a. En este sentido, el congreso vivi¨® la paradoja de proclamar, por un lado, la soberan¨ªa del PSC para todas y cada una de las acciones y gestos que integran su pr¨¢ctica pol¨ªtica, mientras, por otro, se inhib¨ªa expl¨ªcitamente de formular cualquier opini¨®n sobre la pol¨ªtica exterior espa?ola, con lo que subrayaba esa lamentable impresi¨®n, que empieza a calar ya en el resto de Espa?a -y que es falsa-, de que a los catalanes s¨®lo les interesa lo que pasa dentro de Catalu?a.
Pero en el tema de la soberan¨ªa del partido, donde se lleg¨® m¨¢s lejos fue sobre la OTAN. Despu¨¦s de un cerrado debate precongresual, y cuando la militancia socialista catalana est¨¢ muy sensibilizada por el problema de la posible salida de la organizaci¨®n atl¨¢ntica o por el de seguir en ella, la direcci¨®n del PSC no quiso defender de cara ni el seguir ni el salir, para Regar a convertir en tesis oficialista la de que, aunque sea mejor abandonar la OTAN -que es el criterio dominante en las bases-, debe ser el PSOE, que en la puridad de los conceptos que baraja el PSC es un partido hermano, pero tambi¨¦n un partido diferente, quien tome la decisi¨®n definitiva. Y para redondear los argumentos de quienes acusan a los socialistas catalanes de sucursalistas, Carmen Garc¨ªa Bloise, la delegada oficial del PSOE en el congreso, intervino en la sesi¨®n para referirse al PSC como una federaci¨®n regional m¨¢s de las que tiene su partido.
Varios elementos complementarios abundan en la sensaci¨®n de que el PSC no acaba de digerir sus tensiones internas. Por una parte, en el congreso se apunt¨® una bipolarizaci¨®n creciente entre las opiniones de los militantes de la agrupaci¨®n de Barcelona (donde se produjo la mayor parte de las incorporaciones de aluvi¨®n despu¨¦s de la victoria electoral de 1982), que respaldan sin fisuras al equipo que comanda Obiols, y los de las comarcas, representantes de un socialismo m¨¢s tradicional y que en las sesiones efectu¨® cr¨ªticas a favor de tesis m¨¢s izquierdistas y nacionalistas. Por otra, hubo una clara inhibici¨®n y silencio, pese a la trascendencia de los temas que se trataron, de la mayor parte de las primeras espadas del socialismo catal¨¢n. Narc¨ªs Serra, Ernest Lluch, Pasqual Maragall e Isidre Molas, por ejemplo, no intervinieron pr¨¢cticamente en ning¨²n momento, dejando a Obiols en solitario para la lidia p¨²blica de los conflictos, aunque participaron en las gestiones de pasillo que se fueron improvisando a medida que crec¨ªa la posibilidad de que las tesis oficiales sufrieran alg¨²n revolc¨®n.
En tercer lugar, la ¨²nica manera que se encontr¨® para aglutinar todas las voluntades en litigio fue constituir una ejecutiva del partido numeros¨ªsima -con 43 miembros-, en la que est¨¢n presentes directamente todas las baron¨ªas, lo que constituye una pobre soluci¨®n para el problema de las cr¨ªticas externas. Por ¨²ltimo, cierto nivel de inmadurez y nerviosismo qued¨® reflejado con la afloraci¨®n de un debate sobre si los socialistas catalanes estaban a favor del "derecho a la autodeterminaci¨®n y a la corresponsabilidad pol¨ªtica de las comunidades aut¨®nomas en la construcci¨®n del nuevo Estado democr¨¢tico". Este debate, planteado precisamente en el mismo fin de semana en que Miquel Roca citaba repetidamente a Espa?a por su nombre en la sesi¨®n constituyente del Partido Reformista Democr¨¢tico (aunque luego, en sus declaraciones al canal catal¨¢n de televisi¨®n, volviera a replegarse en la tradicional matizaci¨®n de hablar de "el Estado espa?ol"), habla bastante de los complejos que a¨²n tienen que superar los socialistas catalanes y del necesario proceso de maduraci¨®n y clarificaci¨®n que todav¨ªa tienen por delante; independientemente del trabajo que han de realizar para que el PSOE revise sus planteamientos centralistas y les deje su propio espacio pol¨ªtico.
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