Democracia en Uruguay
LAS ELECCIONES que se han celebrado el domingo en Uruguay representan, despu¨¦s de 11 a?os de dictadura militar, el retorno a la democracia. A partir de ahora, y en el marco de los plazos pactados para la transici¨®n de poderes, Uruguay vuelve a ser un pa¨ªs con pluralismo pol¨ªtico; con un parlamento y unos municipios que expresan las opciones definidas en las urnas; con un Gobierno legitimado, no por la fuerza de las armas, sino por la soberan¨ªa popular.Los resultados electorales, a¨²n provisionales, traducen, en primer lugar, la permanencia de una estructura partidaria tradicional. Los dos grandes partidos hist¨®ricos, Colorado y Nacional (Blanco), siguen ocupando m¨¢s del 70% del espacio electoral; cierto que con una ventaja para el primero de casi el 6% sobre el segundo. Sin embargo, Uruguay ha dejado de ser un pa¨ªs de total predominio del bipartidismo. El Frente Amplio, la coalici¨®n en la que figura, con otro nombre, el Partido Comunista, ha obtenido m¨¢s del 20% de los votos. En dicho Frente est¨¢n los sectores que m¨¢s han sufrido la terrible represi¨®n en los a?os de la dictadura, y que siguen sometidos a encarcelamientos y discriminaciones. Sin embargo, este balance s¨®lo le ha valido un avance modesto: el Frente Amplio hab¨ªa obtenido un 18% en 1971 en las ¨²ltimas elecciones libres. Esta vez ha progresado hasta el 20,5%. Sin embargo, esta formaci¨®n representar¨¢, con toda probabilidad, una minor¨ªa esencial en el Parlamento y un factor pol¨ªtico importante si recordamos el papel de dirigentes comunistas en los sindicatos, que van a recuperar su capacidad de acci¨®n.
El triunfo del Partido, Colorado tiene que ser interpretado prescindiendo de su imagen hist¨®rica, m¨¢s bien progresista; se coloc¨® cada vez m¨¢s a la derecha y en 1973 fue el partido que facilit¨® el golpe militar. Si bien en su seno el liderazgo del reci¨¦n elegido presidente de la Rep¨²blica, Julio Mar¨ªa Sanguinetti, se ha afirmado frente a la tendencia reaccionaria de Pacheco Areco y de Bordaberry. Sanguinetti ha realizado una estrategia de pactos y concesiones hacia los militares para recuperar la democracia y ha jugado electoralmente la carta conservadora. Su triunfo indica, dentro de una voluntad democr¨¢tica general en el pa¨ªs, un deseo muy fuerte, aunque no mayoritario, de que ese cambio, tan profundo, se opere de la manera m¨¢s moderada y gradual. El nuevo presidente era, entre los candidatos, el que contaba con la simpat¨ªa de los militares. Contrariamente a muchas previsiones, el Partido Nacional (Blanco) ha quedado en segunda posici¨®n. Si tradicionalmente hab¨ªa representado la derecha, ha ido pasando a una posici¨®n de centroizquierda, y con el protagonismo de Wilson Ferreira simbolizaba el choque frontal con los militares. Es inevitable recordar que en las primeras elecciones de la nueva democracia espa?ola, en 1977, el partido que obtuvo la mayor¨ªa fue UCD, liderado por hombres que ven¨ªan del r¨¦gimen anterior y que ofrec¨ªan garant¨ªas al estamento militar. Esas preocupaciones que entonces se manifestaron en el electorado espa?ol de evitar eventuales reacciones militares no es, a todas luces, una actitud exclusiva de nuestro pa¨ªs cuando llega la hora de afrontar la dif¨ªcil transici¨®n de una dictadura militar a una democracia.
A¨²n no son conocidos muchos elementos de las elecciones; en concreto, la futura distribuci¨®n pol¨ªtica de los ¨®rganos legislativos y municipales. En todo caso, es sintom¨¢tico que el presidente electo, Sanguinetti, y asimismo el candidato del Partido Nacional, doctor Alberto Zumar¨¢n, hayan hablado de la necesidad de un Gobierno de unidad nacional. No cabe duda de que la herencia dejada por la dictadura a la democracia puede aconsejar la b¨²squeda de un entendimiento entre todos los sectores para restablecer la normalidad. Los problemas econ¨®micos y sociales son particularmente angustiosos. La liberaci¨®n de todos los presos pol¨ªticos, el fin de las discriminaciones antidemocr¨¢ticas, a¨²n vigentes, son cuestiones urgentes. El presidente Sanguinetti, habiendo derrotado en el interior de su partido al sector m¨¢s reaccionario, puede tener las manos m¨¢s libres para promover una pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nacional que tenga en cuenta las otras tendencias que se han expresado con fuerza en las elecciones uruguayas.
El restablecimiento de la democracia en Uruguay es un acontecimiento trascendental en todo el continente suramericano; un est¨ªmulo para los pueblos que a¨²n siguen oprimidos por dictaduras militares.
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