El pintor asturiano Orlando Pelayo, condecorado por el Gobierno franc¨¦s
El pintor asturiano Orlando Pelayo, afincado en Par¨ªs desde 1947, ha sido nombrado por el ministro franc¨¦s de Cultura, Jack Lang, oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, la m¨¢xima distinci¨®n cultural que concede el Gobierno del pa¨ªs vecino.Orlando Pelayo recibi¨® la noticia hace tan s¨®lo una semana, a trav¨¦s de una carta personal del propio Jack Lang. A pesar de ello, el pintor no interrumpi¨® el habitual viaje a su Gij¨®n natal, adonde regresa, al menos, dos veces al a?o: en Navidades y en verano.
Desde hace dos d¨ªas, Pelayo pasea por Gij¨®n, y ayer mismo se planteaba de nuevo, con la vista perdida tras los ventanales del viejo caf¨¦ Dindurra, la compleja posibilidad del regreso.
"Es una decisi¨®n muy dif¨ªcil", manifest¨® Pelayo. "Hay que tener en cuenta que yo llevo 40 a?os viviendo en Par¨ªs y que para m¨ª el franc¨¦s es ya una lengua tan familiar como el espa?ol. La posibilidad de volver del todo me la planteo muchas veces, pero a¨²n no s¨¦ si ha llegado. De regresar, ser¨ªa para vivir en un pueblo, no en la ciudad".
En contra de lo que pudiera parecer, Orlando Pelayo no es un exiliado nost¨¢lgico. Rechaza, incluso, el t¨¦rmino exiliado: "Ahora ya soy, sencillamente, un espa?ol que reside en Par¨ªs". Pero este ejercicio mental no es suficiente para borrar del todo los or¨ªgenes de su expatriaci¨®n, al t¨¦rmino de la guerra civil, cuando ten¨ªa s¨®lo 20 a?os. Primero fue a Argelia, donde conoci¨® y fue amigo ¨ªntimo de Albert Camus. Despu¨¦s, Par¨ªs. Pelayo no se define exiliado, pero s¨ª repite, otra vez, lo que ya ha dicho en muchas ocasiones: "La m¨ªa es una existencia a la que le han quitado una vida".
Hoy, a s¨®lo unos d¨ªas de distancia de los 60 a?os, Pelayo sigue identificado con el protagonista de Jon¨¢s, una novela de Camus ilustrada por el artista asturiano, en la que un pintor se debate en la duda de una doble opci¨®n: el cultivo de la soledad y las relaciones sociales. ?l, ahora, elige claramente el aislamiento. "Cada vez tiendo m¨¢s a trabajar en el estudio y salgo menos por las noches. Primero, porque aquellas tertulias de Montparnasse ya no existen. Segundo, porque mi vitalidad no es la de entonces. En general, procuro evitar los compromisos sociales", afirma.
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