La lluvia y los 'Poemas de la consumaci¨®n' acompa?aron el entierro de Vicente Aleixandre
La borrasca que el viernes por la noche entr¨® en Espa?a por C¨¢diz lleg¨® a tiempo a Madrid para presidir ayer a mediod¨ªa el entierro de Vicente Alelxandre. Una llovizna intermitente y desapacible, que contrastaba como gris sobre azul con el encendido y fr¨ªo viernes del velatorio, acompa?¨® a la multitud de amigos que desde primeras horas fueron llegando a la calle de Vicente Aleixandre, as¨ª llamada desde que hace siete a?os gan¨® el poeta el Premio Nobel de Literatura. Entre los muchos que se acercaron a verle por ¨²ltima vez -a las once de la ma?ana ya no cab¨ªan en la casa m¨¢s flores ni m¨¢s gente-, se encontraban la esposa de Felipe Gonz¨¢lez, Carmen Romero, y el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra.
En el sal¨®n tradicional de la casa, a las 10 de la ma?ana, un amigo le¨ªa en voz alta para Conchita, la hermana de Aleixandre, los art¨ªculos de homenaje que ayer publicaba la Prensa sobre el poeta. Conchita, de 85 a?os, los escuchaba con recogimiento, resignada a cumplir el deseo de su hermano de no sobrevivirla. De cuando en cuando parec¨ªa dejarse confortar por quien se inclinaba ante su sill¨®n, a la cabeza del f¨¦retro pero, poco antes de las 11, pregunt¨® con ansiedad: "?Ya se lo han llevado?". Para entonces, los empleados de la funeraria ya hab¨ªan trasladado al coche f¨²nebre un mont¨®n de coronas de flores, dejando detr¨¢s un perfume intenso.En la ma?ana de ayer, de puertas abiertas en Velintonia, la casa del poeta, acudieron los mismos que, desde el lunes por la ma?ana, se precipitaron a la cl¨ªnica Santa Elena, adonde llevaron al poeta con una hemorragia intestinal que hab¨ªa de matarle: Su viejo amigo D¨¢maso Alonso, Carmen Conde, Leopoldo de Luis y Carlos Bousof¨ªo, adem¨¢s de Mar¨ªa Eugenia, Magi, la fiel secretaria de ojos azules -tan intensos como los del poeta-, que conserva un diario ¨ªntimo de estos a?os junto al escritor; un diario que, asegura, s¨®lo leer¨¢n sus hijos y sus nietos.
Navidad en 'Velintonia'
Con 10 d¨ªas de adelanto, la Navidad se hizo presente en Velintonia, bajo la forma de una canci¨®n navide?a que gustaba escuchar el poeta por esas fechas, y con la que le despidieron, con voces afinadas, un grupo de monjas amigas de la casa; hab¨ªan permanecido toda la noche en la capilla ardiente. "Resucit¨® Jes¨²s y nos llama a la vida. No tem¨¢is", cantaban.Entre la apretada concurrencia del vest¨ªbulo se hallaban el director de la Real Academia Espa?ola, Pedro La¨ªn Entralgo, y los ministros de Cultura, Javier Solana, y de Sanidad, Ernest LLuch, as¨ª como el secretario general del Partido Socialista de Catalu?a PSOE, Raimon Obiols, que prefirieron no acercarse a saludar a la familia, mientras lo hac¨ªan la se?ora de Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra. ?ste declar¨® a los periodistas: "Represento al Gobierno, pero, como ciudadano y lector de Aleixandre, siento el dolor de quien admira a un gran poeta, a un gran escritor y a un gran hombre". Carmen Romero s¨®lo coment¨®: "Estoy muy apenada y muy triste".
Alas 11.30 -despu¨¦s de que un sacerdote dirigiera un padre nuestro-, Conchita se levant¨® con dificultad del sill¨®n donde permaneci¨® sentada durante el velatorio, bes¨® el crucifijo de la tapa del f¨¦retro, ya dispuesta, y se inclin¨® con lentitud sobre su hermano, hasta besarle en la frente. Luego se incorpor¨® y se qued¨® mirando a su primo, Agust¨ªn Mar¨ªa, en cuya casa se refugiaron de la guerra hace 48 a?os.
Agust¨ªn Mar¨ªa, Claudio Rodr¨ªguez, Francisco Nieva y Leopoldo de Luis, entre otros amigos, sacaron a hombros el f¨¦retro. Conchita volvi¨® a preguntar: "?Ya se lo llevan?". Una de las primas la consol¨®. Jaime Salinas, director general del Libro e hijo de Pedro Salinas, otro miembro destacado de la generaci¨®n del 27, acompa?¨® a D¨¢maso Alonso hasta uno de los coches del largo pero disperso cortejo funerario.
En la otra punta de Madrid, al este, el cementerio de la Almudena se encontraba desierto, los pinos destacaban entre otros ¨¢rboles pelados y el barro se pegaba a los zapatos. No se organiza el entierro de un poeta, y ¨¦sa, junto con el tr¨¢fico de una ma?ana de s¨¢bado lluvioso en Madrid, fue la causa de que parte de la multitud que.recibi¨® la salida del f¨¦retro, frente a la casa, tuviera serias dificultades para encontrar el sepulcro. Muchos se perdieron por el camino, en el laber¨ªntico cementerio, y buena parte lleg¨® con tanto retraso que Carlos Bouso?o y Antonio Colinas leyeron de nuevo las cortas piezas de los Poemas de la consumaci¨®n, de Aleixandre, que hab¨ªan elegido para despedirle.
Poco antes, en otro extremo del camposanto, un sacerdote hab¨ªa rezado un responso ante la puerta de la capilla.
Frente a la sencilla tumba en el suelo, donde reposan los padres del poeta y su abuelo materno, leyeron Poemas de la consumaci¨®n sus amigos D¨¢maso Alonso, compa?ero de juventud; Carlos Bouso?o, disc¨ªpulo; Leopoldo de Luis, bi¨®grafo; y Antonio Colinas, que evoc¨® El enterrado. Comienza as¨ª: "La tierra germinal acepta el beso ¨²ltimo. Este reposo en brazos de quien ama sin tregua conforta el coraz¨®n. Vida, t¨² empiezas". Jes¨²s Mellado, joven poeta, ley¨® unos versos suyos inspirados en las palabras "la vida es un dolor", dolorida queja del poeta ya en la cl¨ªnica, y un joven peruano ley¨® otros, como homenaje de los escritores de su continente.
Cuando llegaron los extraviados, los poetas se turnaron para leer versos del mismo libro, como "la dignidad del hombre est¨¢ en su muerte", y Ia noche es larga, pero ya ha pasado". Entre otros, Luis Rosales, F¨¦lix Grande, con su voz intimista apenas audible, Claudio Rodr¨ªguez, y Gabriele Morelli, profesor de literatura espa?ola en la universidad de B¨¦rgamo y traductor del poeta al italiano, que viaj¨® a Espa?a el martes para precisar con Aleixandre ciertos detalles de una edici¨®n, y a quien sorprendi¨® en Madrid la noticia de la enfermedad y muerte. Morelli se propon¨ªa asistir en Salamanca este fin de semana a un encuentro de poetas, pero parece que la muerte del maestro ha desanimado a muchos y no asistir¨¢n. De todo el mundo continuaron llegando ayer los ecos que deja el vac¨ªo, pero Jos¨¦ ?ngel Valente dijo desde Par¨ªs que la desaparici¨®n fisica de Aleixandre no puede significar nada. "Su obra queda".
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