La guerra, el comercio del siglo
EE UU y la URSS ganan miles de millones de d¨®lares vendiendo el 70% del armamento pesado que se emplea en el mundo
Los escr¨²pulos est¨¢n proscritos en el que, por su antig¨¹edad, es el segundo oficio del mundo. Quien comercia con armas s¨®lo conoce el beneficio y el provecho propio. La filosof¨ªa est¨¢ acu?ada en una frase de sir Basil Zaharoff, padre del moderno negocio armament¨ªstico: "Si no vendemos nosotros, lo har¨¢ el otro". En la medida en que un negocio de esta naturaleza puede ser cuantificado, los c¨¢lculos m¨¢s fiables -los del Instituto de Investigaci¨®n de la Paz Internacional, recogidos en el siguiente informe, publicado por la revista alemana Stern -reflejan que el comercio de la guerra ha movilizado en 1983 alrededor de 637 mil millones de d¨®lares.
Hoy el negocio ya no marcha de una manera tan simple. En lugar de traficantes privados de armas, ahora los ofertantes son sobre todo poderosos gobiernos, sobre todo las superpotencias rivales: la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos. Pero en el principio del beneficio y del provecho propio no ha cambiado nada, y ahora, como antes, con el armamento pueden lograrse las mayores ganancias. Sir Basil muri¨® rico en 1936, millonario y copropietario del casino de Mo,ntecarlo.S¨®lo en el comercio de armas pesadas (aviones, barcos, blindados y misiles), las transacciones de los principales exportadores alcanzaron al menos 13.500 millones de d¨®lares, casi dos billones de pesetas, en 1983. Seg¨²n datos del Instituto de Investigaci¨®n de la Paz Internacional (SIPRI), de Estocolmo, fueron Estados Unidos, con el 39,1 %, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, con un 30,3%, quienes suministraron la parte del le¨®n. Incluso la Rep¨²blica Federal de Alemania,con un bocado del 5,6% en el mercado mundial, vendi¨® armamento pesado por valor de 750 millones de d¨®lares.
Subdesarrollo armado
Las importaciones de armas de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo se ha convertido probablemente en el fen¨®meno m¨¢s espectacular de este mort¨ªfero comercio. Seg¨²n la Agencia para el control de Armamentos y Desarme norteamericana (ACDA), la cifra por este concepto ascend¨ªa en 1972 a 14.400 millones de d¨®lares; en 1982, los pa¨ªses subdesarrollados compraron ya por valor de 28.200 millones. Seg¨²n otros c¨¢lculos, la cifra total pudo llegar a finales de ese a?o a los 48.700 millones de d¨®lares. Los datos del SIPRI para armas pesadas muestran que el Tercer Mundo representa m¨¢s de la mitad de la clientela de todos los exportadores principales. En el caso de Italia, la pr¨¢ctica totalidad.
A la cabeza de los vendedores de armas en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo est¨¢, seg¨²n el Instituto de Estocolmo, la Uni¨®n Sovi¨¦tica, con suministros totales por valor de 27.200 millones de d¨®lares en los ¨²ltimos cinco a?os. Pero Estados Unidos, que en el mismo per¨ªodo vendi¨® armas pesadas por valor de 25.900 millones de d¨®lares, est¨¢ a punto de ponerse a la altura de la superpotencia del Este gracias a Ia agresiva pol¨ªtica de rearme del reelegido inquilino de la Casa Blanca. Ronald Reagan ha duplicado desde 1981 el volumen de las transacciones norteamericanas, porque en ello ve "un elemento esencial de nuestra concepci¨®n global de la defensa y un componente irrenunciable de la pol¨ªtica exterior".
Parecidas son las directrices de Mosc¨², aunque la mayor parte de los suministros sovi¨¦ticos van a parar s¨®lo a unos pocos pa¨ªses amigos: el a?o pasado fueron 16, encabezados por Siria, a quien Mosc¨² compens¨® de sobra de las p¨¦rdidas de la breve campa?a contra Israel en 1982. Washington cont¨® 38 pa¨ªses clientes y tambi¨¦n fue considerablemente m¨¢s generoso en la concesi¨®n de licencias de fabricaci¨®n al Tercer Mundo.
Sin embargo, hay muchos ejemplos que demuestran que el provecho del supermercado de armas es de eficacia dudosa en t¨¦rminos de pol¨ªtica exterior. En los a?os setenta, la Uni¨®n Sovi¨¦tica envi¨® a Somalia, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, blindados, aviones y piezas de artiller¨ªa por valor de cientos de millones de d¨®lares. Pero cuando, en contra del expreso deseo de Mosc¨², Somalia se ech¨® al campo de batalla contra una Etiop¨ªa que, despu¨¦s del derrocamiento del emperador Haile Selasie, se hab¨ªa inclinado hacia el Este, el. Kremlin tach¨® de su lista al r¨¦gimen de Mogadiscio y desde entonces arma a Etiop¨ªa.
Parecidos cambios de rumbo pol¨ªtico de viejos pa¨ªses clientes costaron a los sovi¨¦ticos unos 5.000 millones de d¨®lares en Egipto, y alrededor de 3.000 millones de d¨®lares en Indonesia. Y todas las armas de la URSS no sirvieron de nada a dos ex colonias portuguesas en ?frica, Angola y Mozambique: el superior poder militar de la Sur¨¢frica blanca oblig¨® a ambas a llegar a acuerdos con Pretoria.
El ejemplo iran¨ª
En Ir¨¢n fracas¨® el intento de los norteamericanos de garantizar su influencia con ventas de armas. Washington aprovech¨® la codicia megal¨®mana del sha, que incluso se llevaba a la cama como lectura nocturna la revista militar especializada Aviation Week & Space Technology, para suministrarle armamento por valor de 21.000 millones de d¨®lares entre 1971 y 1979. Los cuantiosos gastos militares que a mediados de los a?os setenta engulleron la cuarta parte del presupuesto del Estado iran¨ª se hicieron a costa del desarrollo econ¨®mico, la construcci¨®n de vivien
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das y las condiciones de vida de la poblaci¨®n. El precio: desempleo, inflaci¨®n y corrupci¨®n.
El sha, que se cre¨ªa el polic¨ªa del Golfo, era despreciado por muchos iran¨ªes como una marioneta de Washington. Desde su estrepitosa ca¨ªda en 1979, expertos en Washington temen que la dependencia de Arabia Saud¨ª de las armas estadounidenses, como los modernos cazas F-15 y los aviones de reconocimiento AWACS, pueda desencadenar un proceso parecido.
La carrera mundial de armamentos no ha evitado guerras; al contrario. Dice la sueca Alva Myrdal, premio Nobel de la Paz: "Cada vez m¨¢s pa¨ªses compran a costes cada vez m¨¢s altos una inseguridad cada vez mayor". Desde finales de la 11 Guerra Mundial, m¨¢s de 60 conflictos armados en el Tercer Mundo -sin contar Corea, Vietnam y Afganist¨¢n- se cobraron m¨¢s de 12 millones de vidas humanas.
El diplom¨¢tico y economista estadounidense John Kenneth Galbraith escribi¨® sobre el conflicto indo-paquistan¨ª de 1965 (20.000 muertos): "Las armas que suministramos nosotros ocasionaron la guerra. Sin ellas, Pakist¨¢n no hubiera intentado precisamente aquello que nosotros quer¨ªamos evitar a cualquier precio: una soluci¨®n militar". Hoy Washington vuelve a suministrar a Pakist¨¢n artiller¨ªa, veh¨ªculos blindados y 40 aviones de combate F-16, ultramodernos, en el marco de una ayuda en armamento por valor de 3.200 millones de d¨®lares.
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