El Estado controla o participa en la mayor¨ªa de las empresas
La empresa p¨²blica italiana, tras haber registrado balances muy negativos en a?os pasados, empieza ahora a levantar cabeza gracias a una gesti¨®n m¨¢s controlada y m¨¢s limpia en los grandes entes, lleva da a cabo por personajes nuevos y capaces. Al mismo tiempo la pol¨ªtica del Gobierno Craxi, el primero de presidencia socialista, ha introducido dr¨¢sticos recortes en las generosas aportaciones que cada a?o ven¨ªa entregando el Estado a la empresa p¨²blica, porque el d¨¦ficit p¨²blico italiano ha llegado a l¨ªmites insostenibles (se estima para 1985 en nueve billones de pesetas).No obstante, la empresa p¨²blica italiana es un caso at¨ªpico en relaci¨®n con los otros pa¨ªses de Europa. Pr¨¢cticamente la mayor¨ªa de la gesti¨®n empresarial est¨¢ en manos del Estado o es mixta.
Las empresas completamente estatalizadas son el Ente Nacional de Energ¨ªa El¨¦ctrica (ENEL), los ferrocarriles, correos, tel¨¦fonos y la mayor parte de los bancos.
Las empresas mixtas o con participaci¨®n del Estado, pero con un porcentaje m¨ªnimo de capital privado, son el Ente Nacional de Hidrocarburos (ENI), Instituto de Reconstrucci¨®n Industrial (IRI), Ente Financiero Industrial Minero (EFIM) y, en parte, Montedison.
De todas estas empresas, completamente p¨²blicas o mixtas, no existe hoy una sola con balance positivo, salvo Montedison.
El problema es tan grave que la tendencia de las fuerzas pol¨ªticas empezando por los socialistas y en parte, por la oposici¨®n comunista y sindical, es la de vigorizar la empresa privada y abrir las puertas en la p¨²blica a nuevas aportaciones de capital no estatal.
Se dan cuenta de que, hoy por hoy, las ¨²nicas empresas que est¨¢n en pie y que empujan la econom¨ªa son, sobre todo, las privadas (desde Fiat y Olivetti hasta Pirelli) y toda la peque?a y mediana industria, que hasta hace poco, en b¨¢se a la famosa econom¨ªa sumergida (evasi¨®n de impuestos y ausencia de controles sindicales), han logrado mantener firme la lira.
La presencia tan acentuada del Estado en la empresa p¨²blica, que ha acaparado todo el gran sector industrial de base, desde la siderurgia hasta la qu¨ªmica, se debe a factores diversos. En primer lugar, est¨¢ la herencia del fascismo. Tras la crisis de los a?os treinta, el fascismo quiso resolver con una intervenci¨®n del Estado la quiebra de las grandes industrias.
Y a esto hay que a?adir, como ha indicado Federico Rampini, del semanario Mundo Econ¨®mico, la fuerte presencia del pensamiento econ¨®mico-cat¨®lico, que en este pa¨ªs nunca fue liberal y que dio siempre gran importancia a la gesti¨®n p¨²blica de la econom¨ªa. Se refer¨ªa a la Democracia Cristiana.
Y en este pa¨ªs de las grandes paradojas fueron hombres como Enrico Mattei, con su incre¨ªble capacidad para dirigir y su pasi¨®n de crear empresas nacionales con gran autonom¨ªa, quienes acabaron implantando una relaci¨®n perversa con el poder pol¨ªtico. Curiosamente, con el gran Mattei nace el principio de la corrupci¨®n mediante subvenciones a los partidos pol¨ªticos. Es c¨¦lebre la frase de Mattei cuando dec¨ªa que se serv¨ªa de los pol¨ªticos como de los taxis: "Los uso, los pago y los dejo".
Y cuando la herencia de la empresa p¨²blica cay¨® en manos de personajes sin la capacidad y la inteligencia de Mattei, ¨¦sta acaba siendo secuestrada por los intereses m¨¢s bajos de la pol¨ªtica personal y partidista. Actualmente, el ex presidente del IRI, Petrili, est¨¢ incriminado por los jueces.
Hoy, los mayores grupos p¨²blicos o con participaci¨®n estatal presentan un balance desolador. El ENI ha perdido, por ejemplo, 150.000 millones de pesetas en 1982 y 140.000 en 1983; el IRI, 320.000 millones en 1982 y 240.000 en 1983; y el EFIM, 78.000 millones en 1982 y 30.000 en 1983. Los fondos pedidos al Estado para 1985 han sido de 500.000 millones de pesetas para el IRI, de 300.000 para el ENI y de 110.000 para el EFIM.
En este dilema empresa p¨²blica-empresa privada, es elocuente lo que est¨¢ pasando en el campo de la informaci¨®n. En este momento, por ejemplo, toda la informaci¨®n radiotelevisiva est¨¢ en manos del Estado, ya que el mayor accionista de la RAI-TV, que posee hoy el monopolio de la informaci¨®n nacional, es el IRI. Peri¨®dicos importantes, como Il Messaggero, de Roma, o Il Giorno, de Mil¨¢n, son propiedad de empresas p¨²blicas. La editorial de la RAI-TV, la ERI, es de capital del Estado, y tambi¨¦n lo es la SIPRA, la agencia de publicidad que mantiene a la RAI y a los peri¨®dicos de los partidos.
La defensa que la izquierda hace del sector p¨²blico de la informaci¨®n es que de este modo queda mejor garantizada la pluralidad, ya que la RAI, por ejemplo, est¨¢ controlada por el Parlamento, mientras que en el sector privado pueden crearse grandes concentraciones, con el riesgo de una informaci¨®n m¨¢s partidaria. Y ponen como ejemplo la ca¨ªda del grupo Rizzoli y la del mayor diario del pa¨ªs, Corriere della Sera, de capital privado, que acab¨® sumergido en el esc¨¢ndalo de la logia secreta Propaganda Dos (P-2).
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