Espa?olas
Dentro de las molestias que a menudo conlleva la relaci¨®n intersexual, por no hablar ya de sus desdichas, existe un caso femenino espa?ol que posiblemente no se ha celebrado bastante. La hip¨®tesis, dando por descontado que aun con voluntad no podr¨ªa aportar una informaci¨®n exhaustiva, es que solo con dificultad se puede encontrar hoy en el mundo occidental un tipo de mujer m¨¢s sugestivo que el que representan muchas espa?olas adentradas en los treinta a?os. Es esto un azaroso dise?o de la historia y la biograf¨ªa espa?olas, pero ah¨ª est¨¢.Elfectivamente esta mujer ha perdido la tersura, no se puede contemplar como un lienzo y, desde todos los puntos de vista, deber¨ªa fumar menos. Esta mujer sin embargo es s¨®lida como una duda, mira tras la fortuna de ser entendida y entender. Sabe, como s¨®lo un ser humano es capaz, que la enfermedad hospeda al amor y que entre la debilidad crece el conocimiento. Est¨¢ dotada para querer o sufrir con una pasi¨®n indistinguible de la inteligencia. Ama la lentitud y el vac¨ªo. Halaga por primera vez al cuerpo del amante porque lo distingue con una precisi¨®n textil y ella es cuando se la discierne, pero s¨®lo cuando se la discierne, una m¨²sica sin anticipos.
Cohibido el coraz¨®n en el colegio de monjas, zarandeada por el novio culto de la universidad, destinada a hacer macarrones con tomate pero acuciada a relacionarse con la violencia y la abstracci¨®n, curtida en una fe hasta la apostas¨ªa y en una docilidad hasta la desobediencia, esta chica pide la libertad y la sorpresa como un vicio y no existe mayor recompensa que hacerla reir.
Un hombre puede ser amado de muchas maneras. Y seguramente ning¨²n enga?o es tan perfecto como el que se puede mu?ir con la mediaci¨®n del amor. Esta mujer sin embargo s¨®lo ha de mentir incluy¨¦ndose ella misma en la mentira. Hasta ah¨ª llega su sedici¨®n y su bondad, su seducci¨®n y su magnicidio. Asaltados justamente como veo que seguimos estando por los problemas del Estado de las Autonom¨ªas y asuntos de presidencia, no se s¨ª convendr¨¢ decir que, si se except¨²an a algunas menos firmes o agraciadas, la autonom¨ªa de su feminidad, la residencia de su sexualidad, es ante todo un reino.
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