'Operaci¨®n Mois¨¦s'
Israel plane¨® y ha desarrollado en secreto un salvamento masivo de jud¨ªos negros et¨ªopes amenazados de muerte por el hambre
La operaci¨®n, a punto de conluirse, durado ya tres meses. Los rescatados han marchado y marchan durante decenas de kil¨®metros, a veces centenares, hacia los puntos de agrupamiento, cerca de las fronteras de Sud¨¢n. Desde all¨ª, en autobuses o camiones, son transportados "hacia alguna parte" de Sud¨¢n. Y en el nuevo destino cada d¨ªa un avi¨®n de una compa?¨ªa belga, fletado por las l¨ªneas israel¨ªes El-Al, traslada 160 falashas hacia Israel.El plan ha sido desarrollado con todo sigilo y la Prensa israel¨ª, que estaba al corriente desde el principio, se hab¨ªa compremetido con el Gobierno a no decir ni una palabra sobre el asunto antes del final del rescate, a fin de no poner en peligro la salida de Etiop¨ªa. El tema fue desvelado por la revista quincenal Nekuoda, un peque?o peri¨®dico portavoz del grupo religioso ultraconservador Goush Emounim.
M¨¢s de la mitad de los 25.000 jud¨ªos et¨ªopes estaban en Israel cuando se tuvo la primera noticia, pero las autoridades de Jerusal¨¦n tem¨ªan que esta indiscreci¨®n creara problemas, menos quiz¨¢ con Etiop¨ªa que con Sud¨¢n, cuyo Gobierno hab¨ªa insistido en que se guardara un secreto total. "Parad¨®jicamente, han sido los superpatriotas, los ultranacionalistas de? Goush Emounim los que han encendido la mecha, colocando en peligro la operaci¨®n de rescate de nuestros hermanos et¨ªopes", dijo un alto dirigente de la Agencia Jud¨ªa, responsable de la organizaci¨®n de[ transporte de los jud¨ªos de Etiop¨ªa.
Proyectados bruscamente desde el siglo XV al siglo XX, los jud¨ªos de Yemen debieron afrontar un mundo totalmente extra?o, perturbador incluso, donde nada les era familiar, ni siquiera los jud¨ªos israel¨ªes. Sin embargo superaron r¨¢pidamente el desfase y lograron su integraci¨®n en la sociedad israel¨ª en 10 o 15 a?os.
En particular los j¨®venes, que se adaptaron a un ritmo acelerado. Ocuparon r¨¢pidamente sus puestos en la industria, el comercio, el ej¨¦rcito, la ense?anza y tambi¨¦n en los sindicatos. Hoy, el secretario general de la potente Histadrouth, la central sindical con m¨¢s de un mill¨®n de afiliados, es un jud¨ªo originario de Yemen, Israel Keysar.
Un cambio brutal
Los emigrantes et¨ªopes tambi¨¦n son sumergidos en una sociedad de la que no ten¨ªan previamente ni la menor idea. Algunos colocan sus vestidos en los frigor¨ªficos instalados en el centro de recepci¨®n. Otros lavan a sus beb¨¦s con el agua de los retretes. Son los m¨¢s civilizados. Los que llegan de poblados m¨¢s retrasados -que son la mayor¨ªa- todav¨ªa est¨¢n m¨¢s desorientados. Al no haber vivido nunca en una habitaci¨®n, hacen sus necesidades fisiol¨®gicas en el suelo. O, cuando utilizan los retretes, lo hacen encima de las tapas, para lavarse a continuaci¨®n las manos con el agua de las cisternas.
Centenares de voluntarios se han ofrecido para asistir a los reci¨¦n llegados. Numerosas familias han querido adoptar beb¨¦s, o ni?os hambrientos, subalimentados, afectados de mil enfermedades. Pero las familias no quieren separarse. Hay que socorrerlas sin desunirlas. La mayor¨ªa se han llevado con ellos un ¨²nico bien: un pellejo para agua. Incluso cuando se les muestra el agua que sale a chorros desde los grifos rechazan separarse de su tesoro -un poco de agua templada, muchas veces maloliente-. Los sufrimientos del desierto permanecen todav¨ªa vivos en sus memorias.
Hay m¨¦dicos esperando cada avi¨®n. La mayor parte de los que llegan sufren una subalimentaci¨®n cr¨®nica y las enfermedades que de ella se derivan: disenter¨ªa, fiebres tifoideas, infecciones intestinales tropicales, tuberculosis, afecciones en los ojos, etc¨¦tera. Hay hospitales preparados para acoger a los enfermos, y hay ya unos 300 jud¨ªos et¨ªopes hospitalizados. Al bajar del avi¨®n, muchos se tiran al suelo para besar la tierra prometida de Si¨®n. Los hombres y los ni?os pronuncian plegarias, agradeciendo a Dios su salvamento.
Un enigma aclarado
Primer choque: todos los jud¨ªos israel¨ªes no son religiosos. Entre los que les reciben -doctores, enfermeras, funcionarios- pocos pronuncian plegarias. Algunos emigrantes et¨ªopes empiezan a dudar: "?Pertenecemos realmente a la comunidad jud¨ªa?". Para calmarlos, la Agencia Jud¨ªa ha hecho ir hasta el aeropuerto de Lod y a los centros de recepci¨®n a jud¨ªos et¨ªopes que viven en Israel desde hace a?os. Esta operaci¨®n de salvamento permite comprender un enigma que hab¨ªa inquietado a buen n¨²mero de diplom¨¢ticos instalados aqu¨ª.
?C¨®mo explicar el env¨ªo de armas de Israel al Estado marxista y prosovi¨¦tico de Etiop¨ªa, que no tiene relaciones normales con el Estado hebreo? Todo queda actualmente aclarado. Israel enviaba al r¨¦gimen et¨ªope armas de fabricaci¨®n rusa, bot¨ªn de las sucesivas guerras ¨¢rabe-?srael¨ªes, no s¨®lo porque Addis Abeba era el enemigo de los ¨¢rabes musulmanes, sino, sobre todo, porque estas armas aniquilaban vidas jud¨ªas.
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