Unos crecen, otros se multiplican
Cuando se habla de poblaci¨®n, lo importante es la mujer. Es el sujeto por excelencia de la demograf¨ªa. La incorporaci¨®n al trabajo de igual a igual o la educaci¨®n sin discriminaci¨®n y las ideolog¨ªas de la liberaci¨®n de la mujer tienen una intensa repercusi¨®n sobre la fecundidad. As¨ª que he prestado mucha atenci¨®n a las ideas que exponen las estudiantes de un curso que doy de Sociolog¨ªa de la Poblaci¨®n. Una de ellas sentenci¨® mis explicaciones sobre el crecimiento mundial de la poblaci¨®n con la siguiente frase: "O sea, que somos un mogoll¨®n". Cierto, somos muchos y peor es el reparto. Otra me reproch¨® el olor a naftalina que desprend¨ªan mis preocupaciones por el aumento demogr¨¢fico en los pa¨ªses m¨¢s hambrientos con estas palabras: "Desde que aparecen las naves espaciales, no hay lugar para la alarma por la explosi¨®n demogr¨¢fica, toda vez que es posible trasladar el sobrante de poblaci¨®n a otros planetas". No tom¨¦ a la ligera ninguna de las dos observaciones. Hay mucha gente joven y menos joven encandilada por esta fantas¨ªa de las migraciones a otra galaxia y por la desaparici¨®n de los excedentes humanos. Claro que no tienen la misma importancia sociol¨®gica las ideolog¨ªas que embriagan a las gentes de a pie que aquellas otras que ocupan a los expertos en demograf¨ªa o que inspiran las pol¨ªticas gubernamentales de los pa¨ªses dominantes. La r¨¦plica a las soluciones de deportaci¨®n y desaparici¨®n en masa de las poblaciones apunta siempre al poder: ?qui¨¦n decide cu¨¢ntos sobran y qui¨¦nes se van? A cada uno lo suyo y cada uno en su lugar.Las gentes
Entre los an¨®nimos ciudadanos de los pa¨ªses industrializados y terciarizados, las ideolog¨ªas m¨¢s extendidas sobre el crecimiento de la poblaci¨®n en este fin de siglo son las siguientes: 1. El optimismo tecnol¨®gico, que una la soluci¨®n de los problemas demogr¨¢ficos y ecol¨®gicos en los avances de la ciencia y de la t¨¦cnica. 2. El individualismo insolidario, seg¨²n el cual uno se acostumbra a vivir rodeado de parados en su pa¨ªs mientras contempla en el televisor la muerte por hambre de los et¨ªopes. 3. El nacionalismo racista, que vuelve violentamente la mirada a los intrusos inmigrantes que en ¨¦pocas de escasez y desempleo invaden nuestro modo de vivir y de producir.
Sin olvidar esa tendencia creciente en las actitudes de los j¨®venes que apunta a las mujeres y a los viejos como los primeros rivales a desplazar para conseguir el pleno empleo juvenil y varonil. Estas actitudes se manifiestan en las sociedades con un consumo energ¨¦tico y tecnol¨®gico disparado, que contrasta con una situaci¨®n estacionaria respecto del incremento de la poblaci¨®n.
Los Gobiernos
Hasta 1974 se reun¨ªan los cient¨ªficos en las conferencias mundiales para tratar de los problemas y ventajas que entra?an las altas, tasas de crecimiento de la poblaci¨®n. Desde esa fecha, en Bucarest y en M¨¦xico se han reunido los representantes de los Gobiernos. Las intervenciones oficiales de las grandes potencias ideol¨®gicas, militares y demogr¨¢ficas se caracterizan por una mezcla de simplismo ideol¨®gico y doble recomendaci¨®n. Las declaraciones finales rinden tributo a la ingenier¨ªa del consenso. El simplismo reside en creer que el discurrir productivo y el reproductivo caminan acompasadamente. El dilema ideol¨®gico sin soluci¨®n suele formularse as¨ª: s¨®lo si dejan de crecer tan r¨¢pidamente los hambrientos acceder¨¢n al desarrollo econ¨®mico, y, viceversa, primero el desarrollo econ¨®mico y lo dem¨¢s (el decrecer poblacional) se dar¨¢ por a?adidura. La India y el continente africano han probado suficientemente que, si uno inunda de anticonceptivos un pa¨ªs sin contar con sus pautas culturales y sus desigualdades sociales, los resultados son m¨¢s bien parcos.
Sucede que los doctrinarios de uno y otro campo ideol¨®gico aplazan la soluci¨®n del problema. Unos, hasta que estalle y cuaje la revoluci¨®n socialista, y los otros, hasta que caigan las tasas de natalidad. Mientras tanto, 800 millones de personas sufren la miseria y mueren de hambre. Reparen en las diferentes pautas de morbilidad y causas de muerte que se dan en los pa¨ªses hambrientos y opulentos y se dar¨¢n cuenta de que no es literatura ni propaganda subversiva.
El otro aspecto de la pol¨¦mica ideol¨®gica de los Gobiernos sobre el crecimiento de la poblaci¨®n puede enunciarse as¨ª: recomiendan que hagan los otros exactamente lo contrario de lo que ellos hacen. As¨ª, los pobres pueden continuar multiplic¨¢ndose (y en esa recomendaci¨®n se unen todos los pronatalistas, sean nacionalistas, cat¨®licos, marxistas del socialismo real o desarrollistas). Entre tanto, Estados Unidos o la URSS se esfuerzan en regular sus incrementos dem¨®graficos. En el grupo de las sociedades capitalistas, la doble recomendaci¨®n se resume en estos datos: desde 1972 se reducen las cantidades en d¨®lares constantes que se destinan a la planificaci¨®n familiar, a la investigaci¨®n en anticonceptivos y a su puesta en pr¨¢ctica. Dicho m¨¢s crudamente, por un lado se escucha la propaganda sobre lo ben¨¦fico que les va a resultar a los desheredados la planificaci¨®n familiar. Luego, a la hora de la verdad, los Gobiernos de los pa¨ªses que exponen esa pol¨ªtica (Estados Unidos a la cabeza) disminuyen los dineros para impulsar los programas demogr¨¢ficos. Para que no queden dudas, las grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas frenan las investigaciones biom¨¦dicas. De modo y manera que si los pa¨ªses pobres duplican su poblaci¨®n cada 30 a?os, el grupo industrializado se beneficia del intercambio econ¨®mico desigual, y si quieren dejar de crecer, all¨ª est¨¢n las transnacionales de la botica para seguir con el beneficio. Siempre pierden los que se multiplican (en habitantes) para que unos pocos crezcan en consumo.
Los cient¨ªficos
Entre los expertos en materia de poblaci¨®n las pugnas ideol¨®gicas no han perdido gancho, a pesar de los datos. Todos saben que, por efecto del gran n¨²mero de j¨®venes que hay en las ¨¢reas de subdesarrollo y por el desfase entre la r¨¢pida ca¨ªda de la mortalidad y el lento declinar de la natalidad, la poblaci¨®n mundial crecer¨¢ mucho en los pr¨®ximos decenios. Hay una inercia en el tama?o y en la distribuci¨®n. Resbalan por etnoc¨¦ntricos los partidarios de la imitaci¨®n del modelo europeo occidental. Temo tambi¨¦n a los neomalthusianos de derechas y de izquierdas. Los primeros quieren preservar el modo de vida desarrollista, y los segundos desconf¨ªan de la capacidad de la especie para evitar el exterminio. Los dos proponen un autoritarismo demogr¨¢fico de ¨¢mbito planetario cuando hablan de detener coactivamente la natalidad. Argumentan que si no hay igualdad en la reproducci¨®n no cabe la igualdad en todo lo dem¨¢s. En el patio de los colegas los hay m¨¢s peligrosos ideol¨®gicamente y menos competentes cient¨ªficamente. As¨ª, algunos insensatos especulan, con un alto refinamiento estad¨ªstico, sobre los plazos para el restablecimiento econ¨®mico y demogr¨¢fico del vencedor de una guerra termonuclear.
Hasta aqu¨ª la relaci¨®n del galimat¨ªas ideol¨®gico en torno a las repercusiones mundiales del monto poblacional.
Para orientar una pol¨ªtica radical desde los pa¨ªses industrializados es preciso pensar los problemas demogr¨¢ficos en t¨¦rminos de especie amenazada en la nave Tierra. Poner el acento en las consecuencias que tiene para la vida de los pueblos un crecimiento basado en el armamentismo y en el despilfarro energ¨¦tico. Obligarse en detener ese crecimiento. De esta manera se puede actuar, desde el lado de los que crecen, con credibilidad moral y eficacia sobre las inercias demogr¨¢ficas de aquellos que se multiplican entre las hambrunas y el hacinamiento.
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