Un mito cl¨¢sico, entre la tragedia y la 'jondura'
Teatro de la Zarzuela, Madrid, 11 de enero de 1985.
Al ver esta Medea de Narros, Sanl¨²car y Granero, uno cree comprender que no hay tanta distancia entre la tragedia cl¨¢sica y el arte jondo. Y empleo deliberadamente este vocablo en lugar de flamenco porque se aproxima mucho m¨¢s a la tensi¨®n dram¨¢tica com¨²n que pueda haber entre los sonidos negros, que aparecen y desaparecen en la hermosa partitura de Manolo Sanl¨²car, y el pathos tenebroso que envuelve a esta figura de mujer constantemente en trance de ego¨ªsmo vital.
Sanl¨²car ha hecho un buen trabajo. D¨²ctil, sensible, expresivo. Los toques puramente flamencos, en su propia guitarra principalmente, se insertan sin violencia alguna en una m¨²sica que sirve con rigor no exento de brillantez un tema dif¨ªcil de musicar sin caer en el t¨®pico de las sonoridades artificiosas. Los silencios tambi¨¦n cuentan, son importantes por su gran contenido en sugestiones necesarias. Dudo mucho que un compositor no flamenco hubiera comprendido tan bien como lo ha hecho Sanl¨²car lo que se le ped¨ªa y resolverlo con eficacia.
Ballet Nacional de Espa?a
Danza y tron¨ªo: coreograf¨ªa de Mariemma, m¨²sica de Soler, Boccherini y Garc¨ªa Abril. Zapateado: coreograr¨ªa de Felipe S¨¢nchez, m¨²sica de Sarasate.Ritmos: coreograf¨ªa de Alberto Lorca, m¨²sica de Jos¨¦ Nieto. Medea: coreograria de Granero, m¨²sica de Manolo Sanl¨²car, gui¨®n de Miguel Narros.
El trabajo de Jos¨¦ Granero me parece fundamental en el empe?o de poner en pie esta tragedia cl¨¢sica bailada en clave flamenca. Era muy dif¨ªcil, pese a las afinidades emotivas de que hablaba antes. La acci¨®n se nos ofrece en dos polos perfectamente caracterizados: uno, el cl¨¢sico, en torno a Medea con su esp¨ªritu doblemente personificado de manera bastante chocante, la Nodriza (espl¨¦ndida Victoria Eugenia), los ni?os; otro, el flamenco, centrado en Creonte, con ese friso de bailarinas y bailarines en que lo andaluz se hace evidente, pues ellas hasta llevan batas de faralaes; Jas¨®n va de uno a otro polo en movimiento pendular, trasunto de sus propias vacilaciones. Este contraste visual entre dos mundos tan dispares ofrece hallazgos est¨¦ticos sorprendentes, de una belleza ins¨®lita.
Los int¨¦rpretes, bien. Es muy dif¨ªcil convertir a un bailar¨ªn en bailaor, y aqu¨ª se nota porque no se olvide que el cuadro de baile no es esencialmente flamenco, pero sus componentes hacen un evidente esfuerzo por estar a la altura de la empresa. Antonio Alonso, en una parte de gran envergadura y responsabilidad, brillante. Manuela Vargas y Juan Quintero son flamencos, y se nota. Manuela presta su m¨¢scara incre¨ªble al personaje, y lo mima con pasi¨®n y arrebato, es Medea. Quintero, excelente.
En la primera parte vimos Danza y tron¨ªo, una serie de estampas de baile espa?ol, coreografiadas por Mariemma con donosura y colorido sobre excelentes m¨²sicas de Soler, Boccherini y Ant¨®n Garc¨ªa Abril. Por ¨²ltimo, vimos Ritmos, en que Alberto Lorca, sobre m¨²sica de Nieto, ofrece una interesante creaci¨®n de un baile en que lo flamenco aflora constantemente.
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