Goleada del Atl¨¦tico de Madrid a la Real Sociedad en Atocha
San Sebasti¨¢n, el santo, y la tamborrada eran el leit motiv ayer en Atocha. Para estar a tono con el ambiente los altavoces sustituyeron el himno del club por el de la ciudad cuando los equipos irrumpieron en el campo. La fe de la afici¨®n desafiaba a los dos desastres previos y consecutivos frente a Osasuna y Betis, que, al fin y al, cabo, pertenec¨ªan al balance orwelliano de 1984. Y quien m¨¢s, quien menos, esperaba una tamborrada futbol¨ªstica. Pero el Atl¨¦tico de Madrid cambi¨® el signo del homenaje anticipado al santo patr¨®n de la bella Easo y asaete¨® a Arconada, cuya porter¨ªa parec¨ªa el p¨®rtico de Santa Mar¨ªa, donde est¨¢ la imagen que los donostiarras veneran con ruidos de tambores sin fin durante 24 horas.Si no fuera porque el Barcelona es ya m¨¢s que un l¨ªder, habr¨ªa que proclamar que el Atl¨¦tico es un serio aspirante al t¨ªtulo. Antes de que Ruiz cabeceara, en una especie de vaselina, a la escuadra el primer gol, Arteche y Marina hab¨ªan tenido dos espl¨¦ndidas ocasiones de batir a Arconada, aunque en ambos casos el bal¨®n marchara cerca del poste. No cabe decir que el Atl¨¦tico se atrincherase en espera de su oportunidad porque, para cuando la desangelada Real lanz¨® su primer disparo, el marcador estaba ya en 0-2.
El centro del campo rojiblanco funcion¨® como una m¨¢quina perfecta, en la que Marina, Quique y Land¨¢buru mostraban gran movilidad. Puestos a jugar a cucos, Luis Aragon¨¦s gan¨® la partida a su colega en parca sonrisa y laconismo Alberto Ormaetxea. Sacrific¨® a Julio Prieto para marcar, hasta aburrirle, a L¨®pez Ufarte, que no encontr¨® sitio en ninguno de los muchos espacios que visit¨® est¨¦rilmente. Votava era quien jugaba en la zona ancha y ah¨ª se fragu¨® la goleada, que a?ade al cap¨ªtulo de las an¨¦cdotas el dato de que fuera el primer d¨ªa de su dilatada carrera en que Luis Arconada, involuntario ¨¦mulo de San Sebasti¨¢n, recibiese cuatro goles en Atocha.
Los madrile?os tuvieron, adem¨¢s, dos puntas de inestimable valor en el f¨²tbol moderno. Cabrera y, sobre todo, Hugo S¨¢nchez, aunque el mexicano s¨®lo marcara un gol por dos el argentino, terminaron arrancando merecidas ovaciones del p¨²blico de Atocha, que a?adi¨® a su resignaci¨®n la virtud y la sensatez, aunque al final arrecieron los gritos en contra de Ormaetxea. ?ste ver¨¢ c¨®mo hoy la noche m¨¢s larga discurre a su favor porque nadie querr¨¢ amargarse la fiesta pensando en que el entrenador que gan¨® dos Ligas ha perdido la br¨²jula.
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