Triunfo clamoroso de la Orquesta de Chicago en su primer concierto madrile?o
La organizaci¨®n del A?o Europeo de la M¨²sica en Espa?a ha asumido el habitual ciclo sinf¨®nico de Iberm¨²sica, inaugurado anoche con el primer concierto de la Orquesta Sinf¨®nica de Chicago, dirigida por su titular, sir George Solti. Con un programa de los que suelen denominarse "de tourn¨¦e", Solti y su centuria han recibido, en el Teatro Real, el m¨¢s clamoroso homenaje del p¨²blico madrile?o. Asisti¨®, con Su Majestad la Reina, buena parte de los ministros del Gobierno y el lleno super¨® con mucho la posibilidad de las localidades; hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro de superficie ¨²til fue ocupada. Cuando, despu¨¦s del concertino, apareci¨® en la escena sir George Solti, fue saludado por una estruendosa y larga ovaci¨®n que se prolong¨® durante diez minutos.A modo de salutaci¨®n, brillant¨ªsima, simple de ideas y escasamente interesante, Tournaments, de Corigliani, sirvi¨® para mostrar el grado de virtuosismo del conjunto norteamericano. John Corigliani, nacido en 1938, ha llegado al gran p¨²blico a trav¨¦s de un estilo m¨¢s que postvanguardista, largamente conformista. Sus pentagramas recuerdan el estilo del denominado "utilitarismo" de entreguerras.
A?o Europeo de la M¨²sica
Orquesta Sinf¨®nica de Chicago. Director: sir George Solti. Obras de Corigliani, Mozart y Tschaikowsky. Teatro Real. Madrid, 23 de enero, 1985.
La Sinf¨®nica de Chicago es, sin duda una de las mejores orquestas que puedan imaginarse. Cuando suena ante nosotros parece imposible que la imaginaci¨®n se convierta en realidad. La perfecci¨®n de todas sus secciones, la belleza muelle de su sonoridad, incluso en los fort¨ªsimos, el h¨¢bito de escucharse unos a otros, la extraordinaria capacidad de su din¨¢mica, la asombrosa afinaci¨®n colectiva y las posibilidades sin l¨ªmites de su virtuosismo, se dan muy raras veces con tal alto nivel como en esta orquesta.
Solti (Budapest, 1912), desempe?a la titularidad del conjunto desde 1969, despu¨¦s del largo y superbrillante per¨ªodo de Fritz Reiner, otro ilustre maestro h¨²ngaro. Conservar y enaltecer la calidad de su orquesta es m¨¦rito indiscutible de Solti, que revela un repertorio conceptual tan claro que a veces roza con lo as¨¦ptico expresado a trav¨¦s de un preciso repertorio gestual.
Tras la obertura de Clorigliani, Solti amold¨® la plantilla y la relatividad de la din¨¢mica para tocar la Sinfon¨ªa n¨²mero 39, en bi bemol mayor, de Mozart. Todo cuanto est¨¢ escrito en los pentagramas son¨® con tal justeza y tan bellamente que ni un solo momento descendi¨® el asombro de cuantos escuchaban. Fue esta perfecci¨®n la que salv¨® el peligro de distanciamiento que puede derivarse de la visi¨®n mozartiana de Solti.
Y es que sir George es, como int¨¦rrprete, hombre de moderaciones, lo que se vio muy claramente a la hora de abordar a Tschaikowsky. El patetismo de la Cuarta sinfon¨ªa, un tanto rebajado, torna m¨¢s clara y evidente la textura sinf¨®nica, nunca escuchada en todas sus partes y valores como ahora. En el tiempo final -Allegro con fuoco- se nos compens¨® con creces de toda mesura y estilizaci¨®n a trav¨¦s de un movimiento tan vivo que s¨®lo el virtuosismo de los instrumentistas permit¨ªan la escucha equilibrada.
Perfecto controlador de su orquesta e imperativo exigente, obliga Solti a sus m¨²sicos a dar lo mejor de s¨ª mismos. Es el gran valor, el triunfo inestimable de un maestro que pasar¨¢ a la historia ligado a orquestas de tanta singularidad como la Filarm¨®nica de Londres y la Sinf¨®nica de Chicago. Solti cuenta adem¨¢s, en el terreno de la grabaci¨®n, con verdaderas creaciones, tanto en el g¨¦nero sinf¨®nico como en el oper¨ªstico.
Despu¨¦s de interminables ovaciones y de aclamaciones que duraron varios minutos, Solti y sus m¨²sicos ofrecieron dos p¨¢ginas fuera de programa, la segunda de las cuales -Fiestas, de Debussy- tuvo una versi¨®n tan impetuosa de ritmos como fulgurante de luces y colores. El p¨²blico se preparaba para escuchar a la orquesta visitante su segundo programa: un mano a mano entre las novenas sinfon¨ªas de Sostakovich y Bruckner.
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