Fiebres,traperos y sombrillas
La verja de Gibraltar, que se abrir¨¢ ma?ana, es un 'invento' brit¨¢nico con una historia muy peculiar
De Bunsen, embajador brit¨¢nico en Madrid, no pod¨ªa imaginar el 5 de agosto de 1903 los quebraderos de cabeza que en el futuro iba a dar la carta que ese d¨ªa dirigi¨® al ministro espa?ol de Estado (Asuntos Exteriores), anunci¨¢ndole que su pa¨ªs iba a levantar una verja en mitad del territorio neutro que ocupa el istmo que separa Gibraltar de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Espa?a, por aquellos a?os, padec¨ªa el s¨ªndrome del 98 y quiz¨¢ fuera esta nostalgia por las colonias perdidas la que dejase olvidada en un caj¨®n la carta del embajador De Bunsen.
La diplomacia espa?ola no reaccion¨® al anuncio brit¨¢nico hasta el 6 de abril del a?o siguiente, cuando el Reino Unido -extra?ado quiz¨¢ por la falta de respuestas- reiter¨® su advertencia a trav¨¦s de un mensaje que Lord Grey, secretario de Estado para Asuntos Extranjeros de Su Majestad Brit¨¢nica, envi¨® al embajador de Espa?a en. Londres, Ram¨ªrez de Villa Urrutia.Los brit¨¢nicos terminaron levantando su verja, a la que m¨¢s tarde a?adir¨ªan la suya los espa?oles, para cerrarla por completo en 1969. Es esa segunda verja la que se abrir¨¢ ma?ana a medianoche, pocas horas antes de que los ministros de Asuntos Exteriores de Espa?a y el Reino Unido, Fernando Mor¨¢n y Geoffrey Howe, retomen oficialmente las conversaciones sobre Gibraltar, en las que los brit¨¢nicos han aceptado incluir, por vez primera, la cuesti¨®n de la soberan¨ªa de la Roca.
Entre el tratado de Utrecht de 13 de julio de 1713, por el que Espa?a ced¨ªa Gibraltar y Menorca a la corona brit¨¢nica, y la construcci¨®n de la verja, median dos siglos y medio de cont¨ªnuas disputas diplom¨¢ticas entre Londres y Madrid por la posesi¨®n del istmo que separa la Roca del continente y en cuyo centro se alzan las verjas.
Sin comunicaci¨®n
En el art¨ªculo X del tratado de Utrecht s¨®lo se reconoc¨ªa la cesi¨®n a la corona de Gran Breta?a del "castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen" y no la lengua arenosa que lo une con lo que hoy es la L¨ªnea de la Concepci¨®n. "Pero", a?ad¨ªa el tratado, "para evitar cualesquiera abusos y fraudes en la introducci¨®n de las mercader¨ªas, quiere el Rey Cat¨®lico (de Espa?a), y supone que as¨ª se ha de entender, qu¨¦ la dicha propiedad (el Pe?¨®n) se ceda a la Gran Breta?a sin jurisdicci¨®n alguna territorial y sin comunicaci¨®n alguna abierta con el pa¨ªs circunvecino por parte de tierra".
Aquel acuerdo contemplaba s¨®lo una posible comunicaci¨®n por tierra, la que, obligada por el mal estado de la mar, se hiciera "para comprar a dinero de contado en tierra de Espa?a circunvecina la provisi¨®n y dem¨¢s cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos y de las naves surtas en el puerto".
Fue tras el acuerdo de Utrecht cuando los brit¨¢nicos comienzan a expandirse por el istmo, entonces desierto. Esta disimulada invasi¨®n empieza cuando el gobernador brit¨¢nico manda tomar, poco despu¨¦s del acuerdo, un molino de viento y la torre llamada del Diablo. Luego, en 1731 intenta hacer extensivo el concepto de "fortalezas", contemplado en Utrecht, a todo el per¨ªmetro alrededor de la Roca que est¨¢ al alcance de sus ca?ones.
Batalla epistolar
El siglo XVIII transcurre sin mayores avances, y es ya en 18 10, alegando la alianza hispano-brit¨¢nica contra Napole¨®n, cuando los ingleses ocupan los bastiones espa?oles de San Felipe y Santa B¨¢rbara, que hab¨ªan sido construidos, precisamente, como defensas a utilizar frente a Gibraltar.
Sendas epidemias de fiebre amarilla, que azotaron Andaluc¨ªa en 1915 y 1854, lleva a los brit¨¢nicos construir nuevas edificaciones en el istmo para aislar a los enfermos. Estas edificaciones siguieron conserv¨¢ndose despu¨¦s de ser usadas y los centinelas ingleses Jermanecieron en ellas una vez finalizadas las pestes. Tras la segunda epidemia, los brit¨¢nicos han avanzado ya unos 850 metros, lo que da lugar a una protesta espa?ola en 1863.
A¨²n hoy, en el palacio Real de Madrid puede verse un recuerdo de aquellos a?os: la mesa que los gibraltare?os regalaron a Fernando VII como agradecimiento a que se les dejara construir los, primeros barracones cuando la epidemia de fiebre amarilla de 1.815.
Entretanto -y a lo largo del siglo XIX- centinelas espa?oles y brit¨¢nicos est¨¢n cada vez m¨¢s cerca en la zona neutral que se extiende sobre todo el istmo, lo que genera una sabrosa correspondencia diplom¨¢tica.
Primero, en 1845, Espa?a protesta porque los ingleses han instalado unos postes en la zona. El incidente da lugar a una carta de Lord Aberdeen, secretario de Estado para Asuntos Extranjeros de Su Majestad Brit¨¢nica, al duque de Sotomayor, ministro (embajador) de Espa?a en Londres, en la que explica que todo se debe a que os traperos espa?oles tiraban sus desechos cerca de los centinelas ingleses y que, por razones de higiene, se instalaron los postes que se?alizaban el lugar donde deb¨ªan de ser arrojadas las basuras.
Seg¨²n se acerca el fin de siglo, la pol¨¦mica se va animando. En 1881 surge la que resulta ser la m¨¢s fruct¨ªfera, desde el punto de vista epistolar: en ese a?o y en el siguiente se cruzan seis cartas entre el marqu¨¦s de la Vega Armijo, secretario de Estado (ministro de Asuntos Exteriores) y los ministros (embajadores). brit¨¢nico en Madrid y espa?ol en Londres.
El asunto comienza cuando Londres protesta porque los espa?oles han instalado unas sombrillas en el istmo. El secretario de Estado espa?ol tarda s¨®lo tres d¨ªas en contestar y el 11 de julio de 1881 afirma que Espa?a no desea alterar el status quo, sino, simplemente, proteger a sus centinelas "de los rigores del sol que, en particular, se hacen sentir con m¨¢s intensidad en estos meses".
El tema da lugar a consultas gubernamentales y, en 1882, los brit¨¢nicos deciden sustituir las garitas de madera de sus centinelas por otras de piedra, lo que marca, de hecho, nuevos l¨ªmites.
El siguiente paso se da el 5 de agosto de 1908, cuando el embajador De Bunsen anuncia la construcci¨®n de la verja para "reducir el servicio de centinelas, debido al aumento de la cantidad de servicios que debe de asegurar la guarnici¨®n desde la reciente disminuci¨®n de sus efectivos". Por entonces, los brit¨¢nicos hablan ya de la "parte brit¨¢nica" de la zona neutral, consider¨¢ndola, de hecho, como suya.
Para evitar nuevos avances ingleses, la II Rep¨²blica espa?ola decide prohibir la compra de tierras a extranjeros en el Campo de Gibraltar y construye junto a la verja un campo de instrucci¨®n militar. A?os despu¨¦s, durante la Guerra Civil espa?ola, los brit¨¢nicos construyen su aeropuerto sobre el istmo.
El cuarto de siglo siguiente fue m¨¢s tranquilo, hasta que, en la d¨¦cada de los sesenta, el ministro de Asuntos Exteriores de Franco, Fernando Mar¨ªa Castiella, decide resucitar el debate, reivindicando el Pe?¨®n. En enero de 1965 se dictan las primeras restricciones, prohibiendo el paso hacia Gibraltar de todos aquellos que no posean salvoconductos para trabajar en esa colonia brit¨¢nica y prohibiendo que puedan visitar La L¨ªnea y Algeciras aqu¨¦llos que, por este motivo, decidan ir a vivir al Pe?¨®n.
La 'zona prohibida'
En marzo de 1965 se decide retirar los salvoconductos a todos los extranjeros que resid¨ªan en el Campo de Gibraltar. Entonces, los brit¨¢nicos ofrecen demoler su verja si se levantan las restricciones.
Dos a?os despu¨¦s se traza la zona prohibida que dificulta el acercamiento de los aviones al aeropuerto de Gibraltar, medida que se mantiene a¨²n hoy y que, seg¨²n diplom¨¢ticos espa?oles, no ha dado lugar a ning¨²n accidente y s¨®lo ha provocado la d¨¦bil tasa de un 1% de violaciones del espacio a¨¦reo sobre el total de aterrizajes y despegues producidos desde entonces.
La verja espa?ola, levantada junto a la brit¨¢nica en mitad del istmo, termina cerr¨¢ndose definitivamente en 1969, decidi¨¦ndose sancionar con la retenci¨®n del pasaporte a todos los espa?oles que decidan visitar Gibraltar por v¨ªa a¨¦rea o mar¨ªtima. Esta es a decisi¨®n que Espa?a toma ante el fracaso de las primeras negociaciones con el Reino Unido, abiertas en mayo de 1966.
As¨ª permanece hasta diciembre de 1982, cuando el reci¨¦n instalado Gobierno socialista espa?ol permite s¨®lo y exclusivamente el paso peatonal para los ciudadanos espa?oles y personas residentes en Gibraltar.
Por fin, ma?ana a medianoche la verja se abrir¨¢ por completo para todos y tambi¨¦n para veh¨ªculos y mercanc¨ªas, comenzando as¨ª un nuevo cap¨ªtulo m¨¢s de sus 82 a?os de historia. Horas despu¨¦s, en Ginebra, Mor¨¢n y Howe retomar¨¢n el di¨¢logo roto hace casi dos d¨¦cadas.
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