Acabar con la herencia de Yalta
Este a?o se conmemora el 40? aniversario de Yalta, la nefasta conferencia celebrada en Crimea del 4 al 11 de febrero de 1945, cuando los tres grandes aliados completaron el proceso de conceder la Europa del Este a Stalim Yalta sigue representando el esfuerzo inacabado por el futuro de Europa. A estas alturas ya deber¨ªa estar claro que esta lucha no tiene muchas posibilidades de llegar a una victoria final, a menos que la propia Europa adopte una postura activa.Deber¨ªa estar igualmente claro que tiene que haber para Europa y Estados Unidos una opci¨®n mejor que una Europa dividida, que perpet¨²a el enfrentamiento norteamericano- sovi¨¦tico, o que una Europa desunida, divorciada de Norteam¨¦rica, que ser¨ªa un bocado apetecible para el dominio sovi¨¦tico en Eurasia. Tal opci¨®n existe: el nacimiento de una Europa pol¨ªticamente m¨¢s vital y menos dependiente de Estados Unidos en el campo militar, y animada a seguir en esa direcci¨®n por una Norteam¨¦r¨ªca con visi¨®n hist¨®rica, que llevar¨ªa a una situaci¨®n de relaci¨®n con la Europa del Este y la Uni¨®n Sovi¨¦tica fundamentalmente distinta.
Pero tal objetivo, tan esencial para la restauraci¨®n europea, no puede alcanzarse corno una victoria norte americana sobre la URSS. Ni tampoco Podr¨¢ ser alcanzado por la expl¨ªcita aceptaci¨®n de la URSS, mediante un acuerdo negociado, de la emancipaci¨®n del vasalla e sovi¨¦tico de la Europa del Este; Mosc¨² nunca lo aceptar¨ªa voluntariamente. Una Europa m¨¢s amplia solamente puede ser el iresultado de un deliberado y sutil proceso de cambio que no se pueda advertir r¨¢pidamente ni sea f¨¢cil de parar.
Acercamiento intereuropeo
A tal fin, se puede idear una estrategia que combine cinco amplias dimensiones pol¨ªticas, econ¨®micas y militares.
1. En un plano simb¨®lico, quiz¨¢ ser¨ªa conveniente que los dirigentes de las democracias occidentales clarificaran en una solemne declaraci¨®n conjunta la postura de Occidente en relaci¨®n con el significado hist¨®rico de Yalta, repudiando p¨²blicamente no el acuerdo en s¨ª mismo, sino su herencia hist¨®rica: la partici¨®n de Europa. Occidente deber¨ªa reafirmarse en su compromiso de alcanzar una Europa libre de todo control extraeuropeo. Debe rechazar y condenar la imposici¨®n de Mosc¨² a tantos europeos de un sistema cultural y pol¨ªticamente ajeno a ellos. Si nos fijamos en las experiencias positivas del neutralismo de Austria y Finlandia, se puede garantizar que una Europa m¨¢s aut¨¦ntica no debe implicar la ampliaci¨®n de la esfera de influencia norteamericana hasta los l¨ªmites de las fronteras de los Estados europeos con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
2. Y relacionado directamente con la renuncia al lastre de Yalta, Occidente debe reafirmar su compromiso con el Acta Final de Helsinki, que da validez legal a las realidades territoriales existentes, y hacer de los derechos humanos el centro del inter¨¦s internacional. Esto es absolutamente necesario: el rechazo del acuerdo de Yalta proporcionar¨ªa a Mosc¨² el argumento de que las integridades territoriales de Polonia y Checoslovaquia volver¨ªan a estar amenazadas.
3 . Europa occidental debe crear oportunidades para la participaci¨®n de la Europa del Este en varias instituciones paneuropeas, tanto privadas como p¨²blicas. Los europeos del Este deben ser animados a tener una mayor participaci¨®n, aunIque en un principio solamente fuera como observadores. Europa occidental debe promover la aproximaci¨®n e incluso alg¨²n tipo de colaboraci¨®n entre el Mercado Com¨²n y la Europa del Este. El perpetuo estancamiento econ¨®mico de las econom¨ªas del tipo sovi¨¦tico acrecienta los est¨ªmulos para crear una mayor actividad occidental en este sentido.
4. Europa debe intensificar su ayuda a los europeos del Este que luchan por la emancipaci¨®n de la Europa del Este. Una divisi¨®n del trabajo entre Norteam¨¦rica y Europa, en la cual Estados Unidos aparente estar solo en el apoyo a la subversi¨®n de los disidentes, en tanto que Europa se dedica exclusivamente a un galanteo oficial, ser¨ªa desastrosa. Europa debe ser un part¨ªcipe directo en la lucha por el futuro europeo, y un consorcio firme entre Francia, el Reino Unido, Alemania Occidental e Italia, que apoyara los esfuerzos del Este para emanciparse pac¨ªficamente ser¨ªa una contribuci¨®n no s¨®lo apropiada, sino necesitada desde hace tiempo.
5. Ha llegado el momento de reconsiderar la relaci¨®n existente entre la seguridad occidental y el cambio pol¨ªtico en la totalidad de Europa. Occidente puede llevar adelante los ajustes necesarios, y Norteam¨¦rica -dado que ostenta el papel militar central- tomar¨ªa la direcci¨®n. Norteam¨¦rica es necesaria en Europa para frenar a la URSS, no solamente ante la posibilidad de una agresi¨®n militar, sino tambi¨¦n ante la intimida
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ci¨®n pol¨ªtica. Eso es algo evidente y justifica tanto la presencia de la OTAN como de EE UU en el continente.Pero lo que tenemos que cambiar es una presencia militar norteamericana que reduce los alicientes para la uni¨®n pol¨ªtica europea y, al mismo tiempo, aumenta los incentivos sovi¨¦ticos para su permanencia militar en la Europa central y del Este.
Finalmente, Estados Unidos, en la OTAN, debe responsabilizarse principalmente de contrarrestar el poder estrat¨¦gico de la URSS, frenando las posibilidades de un ataque sovi¨¦tico o su amenaza nuclear. A este fin, la defensa de Europa debe convertirse en la pr¨®xima d¨¦cada en una cuesti¨®n predominantemente europea.
Ej¨¦rcito franco-alem¨¢n
Estados Unidos debe animar especialmente los esfuerzos por una mayor cooperaci¨®n militar franco-alemana y su posible integraci¨®n. Francia es hist¨®ricamente consciente de una identidad europea, en tanto que Alemania Occidental est¨¢ directamente implicada en la partici¨®n de Europa. Un ej¨¦rcito franco-alem¨¢n dispondr¨ªa del potencial humano, los recursos y la capacidad de combate suficientes para cubrir el vac¨ªo creado por una retirada gradual de la presencia militar norteamericana. La eventual fusi¨®n de las fuerzas de esos dos pa¨ªses supondr¨ªa un paso de gigante hacia una Europa pol¨ªticamente m¨¢s activa y, sin embargo, ser¨ªa una Europa con un grado de conflictividad con la Uni¨®n Sovi¨¦tica menor que una Europa que acoge una considerable presencia mil?tar norteamericana. Una retirada gradual estadounidense del continente presionar¨ªa, incluso por parte de los actuales reg¨ªmenes de la Europa del Este, a la Uni¨®n Sovi¨¦tica para que redujera considerablernente su despliegue, con lo que, gradualmente, se conseguir¨ªa una situaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s flexible.
Una divisi¨®n del trabajo en la OTAN siguiendo las l¨ªneas expuestas permitir¨ªa a Europa sobresalir como uno de los part¨ªcipes principales del continente euroasi¨¢tico, junto con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, India y China, al tiempo que asegurar¨ªa, mediante sus conexiones con Norteam¨¦rica, que ninguna potencia dominara ese continente de tan vital importancia geopol¨ªtica. Para Estados Unidos, el nacimiento de una Europa m¨¢s fuerte ser¨ªa un acontecimiento positivo, ya que la meta final de los intereses norteamericanos est¨¢ en un mundo m¨¢s pluralista. En otras palabras, Yalta ha de ser relegada al pasado de Europa, si no queremos que se convierta en su futuro.
fue consejero presidencial para Asuntos de la Seguridad Nacional Norteamericana de 1977 a 1981. El presente art¨ªculo se ha recopilado del ¨²ltimo n¨²mero de Foreign Affairs.
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