Managua desecha la idea de liberar al desertor Urbina, condenado a cinco a?os
La Canciller¨ªa nicarag¨¹ense ha anunciado que considera cerrado el caso de Jos¨¦ Manuel Urbina. El desertor deber¨¢ cumplir en principio una sentencia de cinco a?os de prisi¨®n, habi¨¦ndose desechado la idea de deportarlo a otro pa¨ªs. Managua rectifica as¨ª a su embajador en Praga, Aquiles Centeno, quien declar¨® que el Gobierno sandinista estaba dispuesto a entregarlo al de M¨¦xico a fin de eliminar el pretexto utilizado por Costa Rica para boicotear las gestiones de Contadora.El Gobierno de San Jos¨¦, secundado por los de Honduras y El Salvador, se mantiene al mismo tiempo inflexible en su decisi¨®n de suspender las conversaciones de paz hasta que no se resuelva satisfactoriamente este contencioso en torno al derecho de asilo.
En una regi¨®n como la centroamericana, donde el problema sustancial sigue siendo la guerra, la pol¨¦mica en torno a si Urbina fue detenido dentro o fuera de la Embajada costarricense constituye sin duda una cuesti¨®n menor, que obliga a preguntarse por qu¨¦ se ha convertido en un obst¨¢culo insalvable para que progrese el di¨¢logo.
Washington y los tres Gobiernos centroamericanos que se negaron a acudir a la cita de Panam¨¢ han acusado a Nicaragua de torpedear la reuni¨®n, aunque el vicecanciller de este pa¨ªs, V¨ªctor Hugo Tinoco, fue el ¨²nico que acudi¨® a la capital paname?a. Seg¨²n su versi¨®n, los sandinistas se negaron a dar soluci¨®n al caso Urbina con Costa Rica, a sabiendas de que as¨ª impedir¨ªan la reuni¨®n.
Resulta chocante esta acusaci¨®n cuando el Departamento de Estado y sus aliados regionales han venido sosteniendo la tesis de que Nicaragua es el pa¨ªs m¨¢s necesitado de un marco de paz, ya que afronta una dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica y militar. En virtud de este an¨¢lisis, presentaron observaciones al acta de Contadora que los sandinistas aceptaron ¨ªntegramente.
El objetivo confesado no era otro que aprovechar la debilidad nicarag¨¹ense para obtener nuevas concesiones. Sorprende ahora que, seg¨²n las declaraciones oficiales, sea el Gobierno nicarag¨¹ense el que no desea que progrese la v¨ªa del di¨¢logo.
Costa Rica ha sentado, por otra parte, un precedente muy peligroso al negarse a acudir a la mesa de negociaciones mientras Managua no le de una satisfacci¨®n, a pesar de que no tiene pruebas incontestables de que Urbina fuera sacado de su Embajada por la fuerza.
Hasta hoy se entendi¨®, adem¨¢s, que el foro de Contadora serv¨ªa justamente para resolver las diferencias que pudieran producirse entre los Gobiernos de Centroam¨¦rica.
La historia de los dos a?os transcurridos desde que se cre¨® este grupo de buenos oficios es ilustrativa al respecto. Nicaragua defendi¨® en los inicios la tesis de las negociaciones bilaterales, porque entend¨ªa que gran parte de los conflictos existentes en la regi¨®n ten¨ªan ese car¨¢cter, pero acept¨® en ¨²ltima instancia un di¨¢logo multilateral, tal como exig¨ªan sus vecinos, Costa Rica entre ellos.
Meses de gestiones se agotaron en resolver esta controversia, porque Managua tem¨ªa estar en inferioridad de condiciones ante un bloque que presum¨ªa compacto. Despu¨¦s de la ¨²ltima escaramuza, parece que Costa Rica retoma ahora en parte la primitiva tesis nicarag¨¹ense.
Tampoco han faltado en dos a?os pretextos m¨¢s s¨®lidos para que alg¨²n pa¨ªs condicionara la marcha del di¨¢logo. Hubo incidentes armados en las fronteras, verdaderas batallas entre soldados nicarag¨¹enses y hondure?os, apoyos gubernamentales a las guerrillas de otros pa¨ªses. Sin la existencia de Contadora es muy posible que alguno de estos enfrentamientos hubiera degenerado en guerra regional.
Todos respetaron, sin embargo, las citas de Contadora, porque en ese marco pod¨ªa encontrarse una soluci¨®n duradera a sus conflictos. Costa Rica ha roto esa regla de oro.
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